Al pasar los meses, la correspondencia que llegaba al hogar de la familia Jeon comenzó a ser más recurrente de lo habitual.
Cada semana el cartero de la familia real llegaba ayudado junto a su jinete blanco, arrodillándose y reverenciando sobre la extensa alfombra roja para hacer de manera presencial la entrega del correo, posando cada uno de ellas delicada y cuidadosamente sobre las manos del rey. Y es que se trataban muchos de ellos, y en su mayoría, en escritos, solicitudes, recomendaciones, invitaciones a muestras para ser partícipe de alguna predicación o simplemente a degustar de un delicioso té, u muestras de cariño y buenos deseos hacia la familia por medio y a través algún cordial saludo, esperando y haciéndoles saber su pronta visita a nuestra residencia.
Pero esta vez pudo haber sido un poco tarde para ello, ya que todo esto fue una persona en específico quien aquella semana principal, ansiosa y gustosamente, la recibió.
Mantenía sus manos firmes sobre los fríos barrotes, clavando su mirada hacía aquel individuo y sus nervios saliendo a flote para que no se retractara o hiciera algún movimiento extraño que lo delatara, pero al ver que no dio indicio alguno de retroceder ni detenerse en sus pasos, suspiró aliviado, surcando una pequeña sonrisa en su rostro complacido.
Sus pies no tardaron en comenzar a removerse, su respiración volviéndose agitada mientras corría por la acera y subía a largos pasos sobre cada uno de los rocosos escalones que dirigían a la gran entrada principal. Y una vez adentrada en esta se detuvo en seco y saltando en su lugar en cuanto la servidumbre del castillo de manera inmediata, arrodillados, reverenció profundamente dando a mostrar alguna petición u solicitud para poder entregar y ofrecer ayuda ante cualquier deber, quehacer y necesidad que la realeza necesitara, siendo su principal objetivo como título, posición, y labor.
Y no lo podían acatar, al final y al cabo era la razón por la que estaban allí, pero sus reacciones en aquel momento fueron completamente opuestas.
- ¡Su majestad! - exclamó aturdido y asustado. - ¡no debió tomarse la molestia de hacerlo, por favor!, - titubeó tambaleando sobre sus pies mientras lo alcanzaba. - d-déjeme hacérselo llegar rápidamente al rey.
Por inercia el chico se alejó de él nervioso, tampoco su intención era ser duro o esquivo cuando le ofreciesen ayuda, pero en estos momentos no le era de conveniencia recibirla, sabía cómo concluiría si se llegara a saber el por qué.
Queriendo un poco calmar el estrés del contrario, reverencio con su cabeza demostrándole tranquilidad en lo que estaba ejecutando. Bastante disimulado.
- No se preocupe, yo puedo hacer— - escondió sus brazos por detrás de su delgado cuerpo, mordisqueando su labio inferior.
El eco de unos tacones resonaron en aquella espaciosa residencia, llamando la atención de todos quienes velozmente se arrodillaron y reverenciaron sobre sus pies ante su sublime y deleitosa presencia, a excepción de uno.
- ¿Que está sucediendo, Dohyun? - interrumpió Jungsik acercándose mientras fruncía sus cejas, su voz grave haciéndose pronunciar.
- A-Ah... Su alteza. - suspiró nuevamente arrodillándose, y reverenció profundamente ante una muestra de respeto y devoción. - D-disculpe es que su hij—
Jungsik no lo dejó terminar, nunca lo hacía, tan demandante por lo que no se percató hasta que giró su mirada rápidamente hacia la otra presencia a su lado, extrañado pero con un semblante totalmente contrario y ajeno a aquel sentimiento.
- ¿Que haces aquí, Jungkook? - su mirada fija en su hijo. - Me llamaron la atención de que anteriormente no haz asistido a tus ensayos del coro. Tres días para ser exactos. ¿Crees que esto es divertido?, ¿Que a mi me divierte?, ¿Para mí, para el ejemplo que le damos a los demás?
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𝐌𝐨𝐨𝐧𝐥𝐢𝐠𝐡𝐭 𝐢𝐧 𝐭𝐡𝐞 𝐦𝐢𝐝𝐧𝐢𝐠𝐡𝐭 | 𝐊𝐨𝐨𝐤𝐕
FanfictionValaquia; Siglo XV; Edad Media. Dos reinos enemigos por décadas, una lucha la cual ha traído al mundo dolor, traición, venganza y sed de sangre. Sangre. ¿Y no es que el delirio es la falta y la causal de ello, desprendiéndonos y apagando lentamente...