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CUATRO

CUATRO

—Mamá, papá —los padres de Troy nos dan una bienvenida cálida, ellos están felices que sea yo quien haya motivado a su hijo para que continúe su mejora con la bulimia—, él es la persona de quienes les hable.

Como principio de todo, ellos nos aceptan y nosotros estamos mas que contentos. Amo inmensamente a Troy y el que sus padres estén de acuerdo con la relación, es suficiente para mi. Los días pasan, al igual que las semanas y ambos sentimos un amor increíble que sobrepasa cualquier barrera. Vamos a la playa, disfrutamos de las olas, reímos, cantamos y la pasamos bien. Ayudo con sus tareas, le doy consejos y me siento muy orgulloso de su avance.

En la vida hay un sube y un baja, y precisamente la mala racha llega a nuestra vida amorosa. Tengo casi dos semanas sin ver a Troy y entiendo que este demasiado ocupado en sus estudios, pero justamente que me engañe tal cruelmente y que yo haya actuado impulsivo no es un buen resultado.

—DIJISTE QUE NO LO HARÍAS MAS, TROY.

—Si me dejaras explicar, James.

—Te besaste con ella, no crees que es horrible.

—Mis padres me obligaron, James.

Llorar significa amar, y en estos momentos no tengo pensamientos lindos, quisiera que esa chica se alejará de mi esposo y lo dejara en paz.

—Tus padres...

—TROY, VEN INMEDIATAMENTE. NO TE QUIERO CON ESTE VIOLADOR.

No entiendo que sucede. Mas lágrimas caen sobre mis mejillas, tengo el corazón acelerado y necesito que me digan porque ella me dice eso.

—¡NO TE ATREVAS A TOCAR A MI HIJO, INFELIZ!

—¡MAMÁ! ¡DEJALO EN PAZ!

—¡VETE! ¡NO QUIERO VERTE EN ESTA CASA!

—¡MAMÁ!

Según su madre no sabía que era mayor que su hijo y me prohíbe la entrada, además de no verlo mas nunca, olvidarlo y no insistir en que regrese conmigo. Por eso digo que no todo es color púrpura, donde las flores son hermosas, siempre hay espinas que desean dañarnos y eso es exactamente lo que ocurrió conmigo y Troy.