Capítulo 2: Lo que la Oscuridad Consume

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Erebos se despertó bruscamente, su cuerpo rígido y paralizado. Intentó moverse, pero fue en vano. Estaba atrapado en su propia cama, sus músculos incapaces de responder a sus órdenes. La oscuridad de la habitación parecía más densa, más opresiva, como si una presencia maligna se hubiera materializado en el aire mismo.

Fue entonces cuando lo vio. Una figura grotesca colgaba del techo, sus ojos vacíos y su boca torcida en una mueca siniestra mientras sangre emanaba de ella. La criatura parecía humanoide, pero sus rasgos eran distorsionados y monstruosos. Su piel estaba pálida y llena de cicatrices, y cada uno de sus movimientos hacía crujir sus huesos con un sonido espeluznante. La sangre caía en el suelo haciendo resonar en la cabaña un goteo incesante.

(¿Pensaste que habías escapado, Erebos? Somos la oscuridad en tu alma, los demonios que te devoran desde dentro y estamos muy ansiosos por escucharte gritar cuando separemos los brazos de tu torso,romperemos cada una de tus costillas hasta llegar a tu corazón y jugaremos con el mientras aún vives....)

La voz en su cabeza era una cacofonía de horrores, una letanía de promesas sanguinarias y destinos aterradores. Erebos trató de gritar, de alejar la visión que se acercaba cada vez más, pero su voz quedó atrapada en su garganta, incapaz de salir.

(Te consumiremos, Erebos. Te desgarraremos y devoraremos cada fragmento de tu alma...)

Multiples voces reían mientras la criatura descendía lentamente, sus huesos crujiendo y tronando con cada movimiento. Se acercaba más y más, su respiración fétida llenando la habitación. Erebos sintió el pánico apoderarse de él, una ola de terror puro que lo paralizaba aún más.
De repente, la figura grotesca se detuvo, y las voces en su cabeza se silenciaron de golpe. Erebos sintió una liberación repentina, su cuerpo finalmente respondiendo a sus órdenes. Se sentó en la cama, jadeando y temblando, sus ojos aún fijos en el lugar donde había estado la criatura. La oscuridad parecía más profunda, y la cabaña más opresiva que nunca.

Con el corazón aún latiendo con fuerza, Erebos recordó las historias que había oído sobre una bruja que vivía en lo profundo del bosque, una mujer sabia y poderosa que podría ayudarlo a liberarse de sus tormentos. Decidido a buscar una solución, se vistió apresuradamente y salió de la cabaña, adentrándose en la penumbra del amanecer.

El bosque estaba envuelto en una neblina espesa, y los árboles parecían susurrar secretos inconfesables mientras Erebos avanzaba. Después de lo que pareció una eternidad, llegó a un claro donde una cabaña aún más antigua y desvencijada que la suya se alzaba entre los árboles.

Tocó la puerta con manos temblorosas, y al poco tiempo, una figura femenina y vestida con ropas al estilo victorianas apareció en el umbral. Sus ojos brillaban con una luz extraña y maliciosa.

"¿Qué buscas, joven alma atormentada?" preguntó la bruja, su voz suave y llena de una sabiduría oscura.

"Necesito ayuda," dijo Erebos, sus palabras saliendo a trompicones. "Las voces en mi cabeza, los demonios... no me dejan en paz. ¿Puedes hacer que se detengan?"

La bruja lo observó por un largo momento antes de asentir lentamente. "Hay un ritual, uno muy antiguo. Pero necesitarás valor y determinación para llevarlo a cabo. El vudú es poderoso, pero también peligroso. Debes seguir mis instrucciones al pie de la letra."

Desesperado, Erebos aceptó sin dudarlo. La bruja le explicó los detalles del ritual, mostrándole los símbolos que debía dibujar y los objetos que debía reunir. Entre ellos había velas negras, huesos de animales y algunas hierbas extrañas. Erebos escuchó con atención, su mente fija en la esperanza de liberarse de su tormento.

"Cuando hayas reunido todo," dijo la bruja, "dibujarás estos símbolos en el suelo formando un círculo y encenderás las velas. Repetirás las palabras que te he enseñado y, con suerte, las voces se calmarán."

Erebos siguió las instrucciones de la bruja al pie de la letra. Dibujó los símbolos con cuidado, encendió las velas y comenzó a recitar las palabras que le habían dado.

"Dominum umbrarum ab infimis tenebrarum invocavi, ut tormenta mea dimitteret, hic habes oblationem meam et animam meam ad misericordiam tuam. veni et da mihi quod volo Asmodeus"

Mientras lo hacía, una sensación de inquietud creció en su pecho, como si algo estuviera terriblemente mal.

Las sombras en la habitación comenzaron a moverse, retorciéndose y contorsionándose mientras Erebos continuaba el ritual. Un viento frío recorrió la cabaña, apagando una de las velas. Y entonces, con un trueno ensordecedor, una figura apareció en medio del círculo de símbolos.

Era una criatura demoníaca, con ojos de fuego y una sonrisa cruel. Las voces en la cabeza de Erebos regresaron con más fuerza, riendo y gritando en un frenesí de locura.

(Has caído en la trampa, Erebos. Ahora no hay escapatoria...)

Erebos retrocedió, su corazón latiendo con fuerza. Había sido engañado. El ritual no había liberado a sus demonios; había traído a "EL" a este mundo. La criatura avanzó lentamente, sus ojos brillando con una malicia inhumana.

"Devorabo te, Erebo. Eripiam animam tuam et depascam peccata tua". Dijo con una voz grave y llena de almas en pena a su nombre mientras el fuego iluminaba su presencia

Erebos se sintió atrapado, sin salida. Las voces y la criatura lo rodeaban, susurrando y gritando, llenando la cabaña con una cacofonía de horror. Con un último grito de desesperación, Erebos cayó de rodillas, su mente cediendo bajo la presión del fuego que lo envolvía.

La cabaña, el bosque y todo lo que conocía se desvanecieron en la negrura, mientras Erebos era consumido por el abismo de su propia creación.

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Final del segundo capítulo de lo que será esta grotesca saga,espero que les guste lo suficiente para que la voten,ya saben que eso me ayudaría muchísimo. Ciertas cosas como se habrán dado cuenta están escritas en Latín,dicho esto,que tengan dulces sueños.

El Resplandor Del Abismo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora