La noche era densa y opresiva, con un silencio casi tangible. Erebos estaba de pie en el centro de un círculo de runas que brillaban débilmente, su cuerpo cubierto de símbolos y protecciones que había aprendido a inscribir. En su mano derecha, sostenía un muñeco de vudú representando a Asmodeus, y su rostro mostraba una determinación feroz.
Las voces en su cabeza se intensificaron, un coro cacofónico de burla y odio. Pero Erebos ya no era el hombre quebrantado que habían atormentado durante tanto tiempo. Se había endurecido, preparado para lo que estaba por venir.
Con un grito de desafío, Erebos completó el ritual final, invocando al demonio. Las runas brillaron con intensidad y el aire se llenó de una energía eléctrica. Una brecha oscura se abrió frente a él, y de ella emergió Asmodeus, su figura imponente y grotesca, rodeada de una aura de oscuridad y fuego infernal.
"Devorabo te, Erebo," rugió Asmodeus, sus ojos ardiendo con un odio milenario.
Erebos no perdió tiempo. Con un movimiento rápido, arrojó el muñeco de vudú al suelo y pronunció una maldición antigua. Las protecciones que había colocado en la cabaña se activaron, rodeando a Asmodeus con una barrera de luz. Pero el demonio solo se rió, un sonido profundo y aterrador.
"Quid quaeris, homo? Hoc non est satis," dijo Asmodeus, alzando una mano. De su palma surgieron sombras que se retorcieron y formaron criaturas horribles: demonios con garras afiladas dientes como ninguno, bestias con ojos llameantes y cuerpos descomunales, seres inhumanos completamente grotescos cuales harían vomitar a cualquiera que viera semejante horror.
Erebos nervioso alzó su brazo derecho y recitó una antigua invocación nórdica. Las runas en su piel se iluminaron, y una ráfaga de energía azul salió disparada hacia las criaturas, destruyendo algunas y empujando a otras hacia atrás. Pero por cada criatura que caía, Asmodeus invocaba más.
La cabaña se convirtió en un campo de batalla, con Erebos esquivando garras y colmillos, usando su conocimiento de vudú y runas para defenderse y contraatacar. Sin embargo, las criaturas de Asmodeus eran innumerables y feroces. Una de ellas, un demonio con alas de murciélago y dientes afilados, logró morder el brazo izquierdo de Erebos, arrancándolo de cuajo, el combate se volvió una carnicería grotesca, todas las criaturas comenzaron a jugar y comer el brazo arrancado en una horribles escena.
Erebos gritó de dolor mientras la sangre emanaba profudamente de la herida, sus ojos con pavor observaban a las criaturas saciarse de su sangre preparadas para seguir con la matanza. Pero no dejó que el miedo ni el dolor lo paralizaran. Con su brazo restante, trazó un símbolo de runa en el aire, invocando una explosión de energía que destruyó a las criaturas cercanas y forzó a Asmodeus a retroceder unos pasos.
"Non satis," dijo Asmodeus, su voz un trueno. Alzó ambas manos y recitó una poderosa conjuración. El suelo tembló y se abrió, y de las profundidades surgieron gigantes de piedra y fuego, sus cuerpos envueltos en llamas y sus ojos brillando con un odio sin fin, de lo profundo de su ser se oían gritos de almas en pena desgarradas por el fuego del infierno que yacía en las bestias.
Erebos sabía que sus fuerzas estaban disminuyendo. Cada conjuro, cada invocación, le costaba más y más energía. Las runas en su piel comenzaron a desvanecerse, y el dolor de su brazo perdido se intensificaba. Pero no podía rendirse. Con una última muestra de fuerza, lanzó un ataque final, uniendo el poder del vudú y las runas en un golpe devastador dirigido a Asmodeus.
El impacto fue colosal, sacudiendo la cabaña y haciendo retroceder al demonio. Pero cuando el polvo se asentó, Erebos vio que Asmodeus aún estaba en pie, su cuerpo intacto y su sonrisa cruel más amplia que nunca.
"Finis es," dijo Asmodeus, y con un movimiento rápido, lanzó una ráfaga de energía oscura que golpeó a Erebos en el pecho, lanzándolo contra la pared y dejándolo inconsciente.
Erebos abrió los ojos nuevamente, su respiración entrecortada y su cuerpo cubierto de sudor frío, sangre caía de su nuca luego de ser azotado brutalmente contra la pared. Estaba de vuelta en su cabaña, pero algo había cambiado. Miró su brazo izquierdo y vio que no estaba allí. La herida estaba cerrada, pero el muñón le recordaba la brutalidad de la batalla y la grotesca escena que le llenó de escalofríosla columna. Las cicatrices de la lucha aún marcaban su piel, símbolos oscuros y quemaduras que nunca desaparecerían.
Las voces en su cabeza estaban en silencio, al menos por el momento. Pero Erebos sabía que la lucha no había terminado. Había perdido el combate, pero no su voluntad de luchar. Mientras se levantaba con dificultad, juró que encontraría una manera de derrotar a Asmodeus. Había aprendido mucho, pero aún necesitaba más poder. Y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para obtenerlo.
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Final del 6to capítulo,espero que les haya gustado y si es así no olviden votar ya saben que eso me ayudaría muchísimo, dicho esto, que tengan dulces sueños.
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El Resplandor Del Abismo
TerrorEn el reino de lo grotesco y lo macabro, donde las sombras susurran secretos inconfesables y el terror se filtra por cada grieta de la realidad, se alza una obra que desafía incluso al más valiente de los lectores. Bienvenidos a un mundo donde los d...