Erebos abrió los ojos y se encontró de nuevo en su cabaña, la familiaridad del lugar contrastando drásticamente con el terror de los últimos momentos que había vivido. Sus pulmones ardían y su cuerpo estaba cubierto de sudor frío. Intentó levantarse, pero un dolor agudo en sus brazos lo detuvo. Miró hacia abajo y vio arañazos profundos que formaban un símbolo oscuro, claramente el sello de Asmodeus, grabado en su piel.
Se sentó lentamente, el miedo y la confusión luchando por dominar su mente. Las voces en su cabeza seguían susurrando, crueles y burlonas:
(No puedes escapar, Erebos. Estás condenado...)
Sabía que luchar contra Asmodeus con las mismas armas que había usado antes sería inútil. Necesitaba un enfoque diferente, algo que pudiera igualar el poder oscuro del demonio. Entonces, una idea comenzó a formarse en su mente: combatir fuego con fuego. Si quería derrotar a Asmodeus, tendría que sumergirse en las artes oscuras y aprender a dominarlas.
Los días siguientes los pasó investigando frenéticamente. Sus manos temblaban mientras recorría antiguos grimorios y textos ocultos que había acumulado a lo largo de los años. Se centró en dos disciplinas que siempre habían capturado su imaginación: el vudú y las runas nórdicas. Ambas ofrecían un poder antiguo y misterioso que podría ser su única esperanza contra Asmodeus.
Empezó con el vudú, adentrándose en sus rituales y prácticas. Aprendió sobre los loa, los espíritus intermediarios entre el mundo de los vivos y los muertos, y cómo invocarlos para obtener su ayuda. Estudió conjuros de protección y maldiciones, comprendiendo que necesitaría cada fragmento de conocimiento para enfrentar al demonio.
Erebos creó muñecos de vudú, representaciones simbólicas de sus enemigos y de él mismo. Cada noche, se sentaba en el centro de un círculo de velas y realizaba ceremonias para fortificar su espíritu y debilitar la influencia de Asmodeus. Sentía una extraña mezcla de poder y desesperación, como si estuviera caminando por un borde estrecho entre la salvación y la condenación.
Las voces en su cabeza no cesaban, pero ahora había un matiz diferente en sus susurros. Parecían más agudas, más frenéticas, como si percibieran que Erebos estaba ganando fuerza. No obstante, cada vez que sus manos temblaban al trazar un símbolo o pronunciar una invocación, las voces se burlaban:
(Tu patético intento no servirá. Asmodeus te destrozará...)
No se detuvo ahí. Paralelamente, se sumergió en el mundo de las runas nórdicas, símbolos antiguos que contenían poder y sabiduría. Las estudió minuciosamente, comprendiendo que cada runa no solo era un símbolo, sino un canal hacia fuerzas cósmicas. Aprendió a inscribirlas en su piel, en objetos y en el aire, canalizando su energía para protegerse y fortalecerse.
Erebos practicaba incesantemente, sus manos ensangrentadas y sus ojos inyectados en sangre por la falta de sueño. Trazaba runas de protección en su cabaña, creando barreras místicas que dificultaban la entrada de cualquier entidad maligna. Inscribió runas de fuerza en sus armas, esperando que le dieran la ventaja que necesitaba en la batalla final.
A medida que su conocimiento y habilidades crecían, también lo hacía su confianza. Aunque las voces seguían acosándolo, Erebos comenzó a notar un cambio. Sus susurros eran menos seguros, más irritados, como si sintieran que su presa estaba escapando de su control.
Una noche, mientras completaba un ritual especialmente complicado, Erebos sintió una presencia diferente en la cabaña. Los espíritus que había invocado lo observaban en silencio, sus energías palpables en el aire. Cuando terminó, el silencio fue roto por una voz, no de las usuales en su mente, sino una nueva, grave y poderosa:
(Has despertado algo antiguo, Erebos. Usa este poder sabiamente, pues tu batalla está lejos de terminar...)
Erebos asintió, sintiendo un peso de responsabilidad y determinación. Sabía que el camino que había elegido era peligroso y oscuro, pero también comprendía que era el único que podría darle una oportunidad contra Asmodeus. Mientras las velas se apagaban y la oscuridad llenaba la cabaña, Erebos juró que utilizaría cada fragmento de conocimiento que había adquirido para luchar por su alma.
La próxima vez que enfrentara a Asmodeus, no sería el mismo hombre desesperado y roto. Sería un guerrero armado con las fuerzas oscuras que había aprendido a dominar, y aunque las voces seguían susurrando en su mente, Erebos estaba listo para la batalla que se avecinaba.
_________________________________________
Final del Capítulo 5,espero que les haya gustado y si es así no olviden votar,que tengan un buen día
![](https://img.wattpad.com/cover/370309997-288-k451810.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El Resplandor Del Abismo
HorrorEn el reino de lo grotesco y lo macabro, donde las sombras susurran secretos inconfesables y el terror se filtra por cada grieta de la realidad, se alza una obra que desafía incluso al más valiente de los lectores. Bienvenidos a un mundo donde los d...