Asmodeus reía fuertemente al ver a erebos alistarse para la batalla. Su infernal presencia y su aura maligna llenaban la arena dando inicio a la masacre.
Erebos por otro lado sintió el peso de su destino caer sobre él. Las voces en su cabeza se intensificaron, llenando su mente de desesperación y terror. A pesar de saber que no tenía muchas oportunidades, se preparó para enfrentar al demonio.
Asmodeus se adelantó, sus movimientos fluidos y llenos de gracia siniestra. Alzó una mano, y de la nada surgieron cadenas de fuego, serpenteando hacia Erebos. Este intentó esquivarlas, pero una de las cadenas lo alcanzó, envolviendo su brazo y quemando su piel gravemente. Gritó de dolor, pero no se rindió.
"erebos inutilis est resistentia tua" se burló Asmodeus. "Ostendam tibi vera potentia inferni"
Con un gesto, el demonio invocó un círculo de llamas alrededor de Erebos, aumentando la intensidad del calor. Las Ilamas se alzaron, tomando la forma de figuras espectrales que giraban y se retorcían en el aire, sus rostros distorsionados por el dolor eterno. Las criaturas gritaban en un idioma olvidado, llenando el espacio con una cacofonía infernal.
Erebos se tambaleó, la visión y los gritos debilitando su determinación. Asmodeus aprovechó su distracción para lanzar otro hechizo. "ignis tempestas" murmuró, y de su mano surgió una tormenta de fuego y cenizas, que envolvió a Erebos en una furia abrasadora. Las llamas mordieron su carne, y Erebos cayó de rodillas, incapaz de soportar el dolor. Su piel se tornaba negra debido a que see calcinaba por el ardor, incluso algunos trozos muertos caían de él dejando ver sus músculos.
Con un esfuerzo titánico, Erebos levantó la vista, sus ojos llenos de resolución. "No... me... rendiré," murmuró, canalizando toda su energía en un último ataque. Con un gesto desesperado, lanzó un fuerte golpe hacia Asmodeus. El cual impactó en el demonio, que retrocedió un paso, pero la sonrisa en su rostro no se desvaneció.
"egregium sed inutilem operam" dijo Asmodeus. "liceat mihi finire dolorem tuum"
Asmodeus extendió ambas manos y comenzó a recitar un conjuro en una lengua oscura y prohibida. "Anima obscura, animam devorat, ossa corrumpit, spem opprimit et dignitatem eius urit, ad genua procumbit et misericordiam tantum petit." De sus manos surgieron tentáculos de sombra que se arremolinaron hacia Erebos, envolviéndolo en una fría y opresiva oscuridad. Los tentáculos penetraron su piel, drenando su energía vital.
Erebos gritó, su voz resonando en el vacío. Sentía cómo su vida se escapaba, cada latido de su corazón siendo menos fuerte que el anterior. Asmodeus se acercó lentamente, disfrutando del sufrimiento de su oponente. Con un movimiento rápido, hundió sus garras en el pecho de Erebos, dejando una herida profunda y mortal.
"nunc erebos, aeterna tua fruere dolore" susurró Asmodeus, lanzando a Erebos a un abismo aún más oscuro.
Erebos se despertó nuevamente, su cuerpo tenso y dolorido. Esta vez, se encontraba en un hospital antiguo, pero aparentemente bien mantenido. Las paredes eran de un blanco inmaculado, y el aire estaba impregnado del olor a desinfectante. La luz que se filtraba a través de las ventanas era suave y cálida, creando una atmósfera casi tranquilizadora. Pero Erebos sabía que esto no era un lugar de descanso.
Se levantó con esfuerzo, sus heridas de la batalla con Asmodeus aún sangrando y ardiendo. Debía encontrar una manera de curarse, pero también debía estar alerta. Sentía una presencia ominosa en el lugar, algo que lo acechaba desde las sombras.
Avanzo por los pasillos del hospital, buscando suministros médicos. En una de las habitaciones, encontró un botiquín de primeros auxilios. Con manos temblorosas, abrió el botiquín y comenzó a vendar sus heridas lo mejor que pudo, aplicando ungüentos y medicamentos para aliviar el dolor. Pero sabía que esto no sería suficiente.
Mientras trataba de curarse, escuchó un sonido extraño, un goteo constante mezclado con el ruido sordo de pasos arrastrándose. Se giró lentamente y vio una figura grotesca al final del pasillo. La criatura era antropomórfica, pero su piel había sido arrancada, revelando músculos y venas expuestos. Sus tripas colgaban fuera de su abdomen, balanceándose grotescamente mientras se movía. La criatura no tenía ojos, pero sus orejas eran largas y puntiagudas, captando cada sonido en el ambiente.
Erebos contuvo la respiración, tratando de no hacer ruido. La criatura avanzaba lentamente, olfateando el aire, buscando a su presa. Erebos retrocedió silenciosamente, sabiendo que cualquier sonido podría delatar su posición. Encontró una sala de almacenamiento y se escondió dentro, buscando desesperadamente algo que pudiera usar como arma o como herramienta para curar sus heridas.
Revisó los estantes, encontrando tijeras quirúrgicas, gasas y más desinfectante. Mientras trabajaba frenéticamente para mejorar su estado, escuchó a la criatura acercarse. El sonido de sus tripas húmedas arrastrándose por el suelo era nauseabundo. Erebos sabía que tenía que moverse o esté sería su fin.
Con el botiquín de primeros auxilios en una mano y una tijera en la otra, salió de la sala de almacenamiento y se dirigió hacia las escaleras. La criatura lo olfateó y emitió un gruñido bajo, comenzando a seguirlo. Erebos bajó las escaleras lo más rápido que pudo, sintiendo el dolor en cada movimiento.
Llegó a una planta baja más oscura, donde las luces parpadeaban intermitentemente. Sabía que debía encontrar una salida, pero el hospital parecía un laberinto interminable. Corrió por los pasillos, escuchando los pasos de la criatura acercándose cada vez más.
Encontró una sala de cirugía con más suministros médicos. Sabía que necesitaba más tiempo para tratar sus heridas, pero la criatura estaba demasiado cerca. Erebos bloqueó la puerta con una camilla a duras penas y comenzó a trabajar velozmente, usando las tijeras quirúrgicas para limpiar y suturar sus heridas. El dolor era insoportable, pero sabía que era su única oportunidad de sobrevivir.
Los golpes en la puerta se hicieron más fuertes. La criatura estaba tratando de entrar. Erebos terminó de suturar la última herida y se preparó para defenderse. La puerta se rompió y la criatura entró, sus tripas balanceándose horriblemente en una grotesca escena mientras gruñia fuertemente.
Erebos lanzó la tijera con todas sus fuerzas, acertando en el hombro de la criatura. Esta rugió de dolor, pero no se detuvo. Erebos sabía que no podría derrotarla en su estado actual. Con un último esfuerzo, corrió hacia la ventana y la rompió, saltando al exterior.
Cayó al suelo duro y frío, su cuerpo protestando con cada movimiento. Se levantó y corrió hacia la oscuridad, sabiendo que la criatura aún lo seguía. El hospital se desvaneció a sus espaldas mientras Erebos se adentraba en la negrura, buscando desesperadamente una salida, una esperanza de supervivencia.
Asmodeus había ganado la batalla, pero Erebos aún tenía una chispa de vida y determinación. Su lucha no había terminado, y en algún lugar, sabía que encontraría una forma de vengarse de la bruja bruja acabar con demonio que lo había arrastrado a este abismo de sufrimiento.
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Final del cuarto capítulo,espero que les esté gustando esta historia,si es así recuerden votar ya que eso me ayudaría muchísimo,el idioma en el que habla Asmodeus dicho con anterioridad es el latín.
no olviden comentar si desean que traduzca lo que dice asmodeus o incluso si quieren compartir ideas,dicho esto,que tengan dulces sueños.
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El Resplandor Del Abismo
HorrorEn el reino de lo grotesco y lo macabro, donde las sombras susurran secretos inconfesables y el terror se filtra por cada grieta de la realidad, se alza una obra que desafía incluso al más valiente de los lectores. Bienvenidos a un mundo donde los d...