"El abandono es la parte más horrible de la soledad, el sentirte abandonado por la persona que amas hace que tu corazón al solo ver una marca de afecto, crea que es amor, hay que tener cuidado con las desilusiones que te hacen ser lo peor de ti".
Un...
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JiMin POV
El día siguiente llegó, después de que nuestros cuerpos se extrañaran y se dieran su pequeña bienvenida habíamos quedado muy cansados que decidimos dormirnos.
Me levante de la cama divisando la espalda de Agust, su posición era boca abajo, dejando a la vista su espalda desnuda, el jamás había dormido desnudo, algo que me sorprendió.
Acaricie su espalda dejándolo leves besos en ella, hasta que divise una cicatriz enorme en esta, me sobresalte, jamás se la había visto.
¿No le ponía atención al cuerpo de mi prometido?.
—Amor...— susurre en su oído mientras acariciaba su oído.
No quería pegarme mucho a su oído pues algunos vellos fáciles estaban en mis mejillas y barbilla, a Agust no le gustaba sentir que no estaba afeitado.
Divise como se removió, su abdomen marcado en forma de V salto a mi vista, su nuevo cuerpo tonificado hizo que mordiera mis labios.
—JiMin, deja de molestar, quiero dormir— escuché su voz adormilado pero molesto.
Yo gruñi al escucharlo hablarme de esa forma, tomé sus manos y lo acorralé a la cama de forma brusca.
—No me gusta que me hables así— hice un puchero, el me sonrió un poco pero la borro— ¿por tienes una cicatriz en la espalda?.
—¿Nunca prestas atención a mi cuerpo o que?—gruñe adormilado—Déjame dormir— sentí como hizo que soltara mi agarre.
Me levante regañadientes de la cama para comenzar el día, parecía que Agust no iba a tener un bonito día, pues lucía indiferente.
Mientras me lavaba los dientes pensaba en la cicatriz en la espalda de Agust, ¿cómo puede ser que nunca la había visto?.
Di una ducha, estaba de fin de semana, aún así, me gustaba levantarme temprano en las mañanas, pero a lo que yo sabía, a Agust también, jamás se perdía el desayuno y aroma a día.
Abrí las puertas corredizas de la terraza del penthouse y comencé a preparar mi desayuno.
El timbre sonó, indicando que llegaría Yuta, mi escolta, con Holly, pues la había llevado al veterinario ayer y apenas hoy me la darían.
—Gracias yuta, ven a la 1 de la tarde a trabajar, aún no comienzo mi día— le comente y el asintió para retirarse.
Saque a mi pequeño perro de su portátil, lo acaricie dándole besitos en su pelaje.
