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Robin 

Tras la conversación con Zoro en el baño, nuestra relación cambió. Nos envolvimos en una rutina de formalidades, manteniendo las apariencias solo por el bien de la tripulación. 

Cada día en el Sunny se había convertido en una actuación. Durante el desayuno, si se daba la situación, Zoro y yo intercambiábamos comentarios educados, casi fríos, mientras los demás hablaban animadamente. En cubierta, nos ocupábamos de nuestras tareas sin cruzar miradas, evitando cualquier contacto. Durante las reuniones de estrategia, cuando nos repartíamos en grupos, sus ojos se encontraban con los míos, pero solo por un instante, suficiente para que supiera que seguía allí, pendiente de mí. Sin embargo, todo era superficial. La verdadera conexión que habíamos compartido se había desvanecido.

Sabía que había cosas sin hablar, en el fondo sabía que mis sentimientos por él no habían cambiado. Y mentiría si no dijese que extrañaba su cercanía. Pero me decía a mí misma que no tenía sentido intentar estar con él si Zoro no confiaba en mí, si después de todo este tiempo aún tenía esa imagen de mi.

Para mi la confianza era algo demasiado importante. Desde que me habían arrebatado todo durante la Buster Call en Ohara y puesto una recompensa a mi cabeza siendo tan solo una niña, mi vida se había resumido en huir de un sitio a otro. Siempre terminaba por ser traicionada cuando confiaba en alguien. 

Y en el Sunny, junto a mis compañeros, había encontrado mi lugar. Eran como una familia para mi. No estaba dispuesta a que el ciclo se volviese a repetir con ellos. 

Durante una nueva misión en una isla, nos encontramos de nuevo en medio de una pelea. Los enemigos eran fuertes, pero nada que no pudiéramos manejar. Las técnicas de Karate Gyojin que Koala y Hack me habian enseñado cuando estuve con el Ejército Revolucionario me permitían derrotar a los enemigos con mucha más ventaja. 

Mientras luchaba, me di cuenta de que Zoro estaba apoyando mis ataques, cubriendo mis flancos. Al principio, lo ignoré y me centré en mi contrincante. Sin embargo, cuando estaba por asestar al enemigo el último golpe, Zoro intervino, derrotándolo él mismo sin darme oportunidad de reaccionar.

—¡¿Qué haces, Zoro?! —grité, molesta, mientras el cuerpo del enemigo caía a mis pies.

—Te estaba cubriendo, Robin. —respondió él, con su habitual tono calmado, pero sus ojos reflejaban preocupación.

—¡No necesitaba tu ayuda! —repliqué, sintiendo cómo la frustración se apoderaba de mí.— ¡Estaba a punto de derrotarlo yo misma!

—¿Ah, sí? ¿Y qué pasa si te hubiera golpeado antes de que pudieras reaccionar? —replicó, alzando la voz por primera vez en nuestra discusión.

—¡No soy una novata, Zoro! Puedo cuidar de mí misma. No necesito que me protejas en cada pelea como si fuera una carga. 

Algunos de nuestros compañeros se detuvieron, sus miradas curiosas se posaron en nosotros. La vergüenza me invadió. Nunca antes había tenido ese tipo de actitud, no era mi personalidad. Pero los conflictos de sentimientos con Zoro me estaban jugando una mala pasada.

—No te considero una carga, Robin. —Zoro bajó la voz, pero la intensidad en sus ojos permaneció.— Solo quiero asegurarme de que estés a salvo.

—Tu forma de "asegurar" que esté a salvo solo me hace sentir más inútil. —sentencié, tratando de mantener la compostura.— ¿Acaso tampoco confías en mis habilidades?

—Por supuesto que confío en ti. —dijo frustrado.— Y te pediré perdón las veces que sean necesarias por haber dudado de ti. —Zoro dio un paso hacia mí, pero me mantuve firme.— Pero somos un equipo y eso significa apoyarnos mutuamente en cada pelea.

Entre espadas y sentimientos | Roronoa Zoro x Nico Robin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora