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La gente pensaría que Quan Yizhen no era capaz de someterse a una rutina, pero la verdad es que incluso en los días en los que parecía que sólo holgazaneaba en el mundo mortal, seguía cumpliendo su propia rutina.

Por eso le gustaba la secta. Ahí, salvo los días en los que lo molestaban y se metía en problemas, todos los días eran tranquilos, basados en despertarse y prepararse para desayunar con shixiong, entrenar con shixiong, estudiar con shixiong y de vez en cuando ir a misiones con shixiong. En el cielo las cosas habían sido un poco diferentes porque siempre había cosas nuevas que hacer a diario, gente nueva, siempre cosas nuevas.

Y quizá era porque Xiao Yu había crecido con Yin Yu, el principal responsable de encaminar a Quan Yizhen a rutinas estrictas, pero fue demasiado, demasiado fácil la forma en la que ambos, Quan Yizhen y Xiao Yu, comenzaron a vivir sus días.

Quan Yizhen claro que tuvo que cambiar su rutina nuevamente y ahora en lugar de pasar todo el día con Shixiong, entrenaba con Xiao Yu, pero el cambio le había parecido mínimo y fácil de llevar porque era como si volviera a esos días tranquilos en la secta.

Xiao Yu se levantaba temprano por la mañana, se aseaba y esperaba a que Quan Yizhen lo llevara a comer algo. Luego entrenaban un poco hasta la hora del almuerzo. Bajaban al mundo mortal a pasear y lidiar con uno que otro monstruo que Quan Yizhen escuchaba en las plegarias, cenaban en una aldea y regresaban al cielo por la noche para que Xiao Yu durmiera.

El cachorro solía irse a dormir temprano.

Entonces Quan Yizhen tenía el resto de la noche para encargarse de Shixiong, cuidarlo, asearlo si lo necesitaba, y todo mientras le hablaba lo que había vivido en el día hasta que se dormía a su lado, abrazándolo para seguir nutriendo su cuerpo con energía espiritual. Manteniendo la vasija de su alma muy cerca de ellos.

Le gustaba creer que shixiong le escuchaba.

Luego esto se repetía al día siguiente sin faltas ni problemas.

Y a excepción del primer día que Taizi Dianxia llevó ropa limpia para Xiao Yu y del segundo día en donde acudió para ver cómo estaba Xiao Yu, nadie más los visitó. Eran solo ellos dos... Tres. En una especie de tranquila armonía en el ya no tan silencioso Palacio Qi Ying.

De esta forma pasó rápidamente una semana.

En esta ocasión Quan Yizhen recordó que le había dicho a Xiao Yu que lo llevaría a probar los bollos al vapor que habían comido en el templo directamente del restaurante que los servía, así que después de entrenar y jugar un rato, caminaron fuera de bosque en dirección a la aldea.

Había veces que Xiao Yu se cansaba y sus piernas cortas no le permitían seguir el paso de Quan Yizhen, por lo que este regresaba para cargarlo en sus brazos. Principalmente porque no le agradaba la idea de que se separara de él y se perdiera.

Eso pondría triste a shixiong.

"Señor Qi Ying, ¿Sólo habrá bollos de carne?". Preguntó el cachorro, su cabeza apoyada contra el pecho de Quan Yizhen mientras levantaba sus ojos dorados para buscar contacto visual.

"No". Respondió Quan Yizhen.

"Entonces, ¿Habrá bollos con verduras?".

"Hmm". Asintió un par de veces.

"¿Puedo pedirlos cuando lleguemos?".

Quan Yizhen volvió a asentir.

"Puedes comer lo que quieras".

Si Xiao Yu hubiera tenido cola la habría agitado como un perrito feliz. O al menos eso le pareció a Quan Yizhen cuando bajó la vista y lo encontró sonriendo ampliamente mientras dirigía su atención al camino nuevamente, como si esperara pronto llegar al restaurante.

Té de Melocotón • QuanYinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora