EXTRA

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Con la Capital Celestial casi reconstruida y los dioses poco a poco retomando sus actividades habituales, los fantasmas y demonios volvieron a la tranquilidad anterior a la batalla. Y con tranquilidad nos referimos a las habituales apuestas con extremidades propias y prestadas como botín, peleas entre vecinos que trataban de comerse entre ellos, acusaciones de envenenamiento e intentos de asesinato, deudores fugitivos que huían de la ciudad, imitadores y seguidores del inactivo Fantasma Verde tratando de causar caos. En fin, un sinfín de problemas, pero que representaban la cotidianidad de una ciudad que nunca dormía.

Yin Yu estaba más que exhausto, pero quizá tenía ciertas tendencias masoquistas al disfrutar demasiado de volver a su rutina. Exceptuando por unos cambios en su agenda personal, el Oficial Luna Menguante había vuelto para impartir orden y ley entre los fantasmas, siendo portavoz del imponente Rey Fantasma que gobernaba la ciudad.

A pesar del dolor en sus articulaciones, la interrupción frecuente a su energía espiritual, los miembros aún entumecidos y el agotamiento que caía sobre su espalda al final del día, Yin Yu se sentía satisfecho de haber vuelto a su personaje oculto tras una máscara. La mitad de la ciudad había llorado en su regreso, felices de volver a verlo; la otra mitad había escapado: sabían que con autoridades de nuevo en la ciudad sus vidas no serían tan ligeras como antes.

Su identidad como dios caído se mantuvo a salvo. Gracias a Hua Cheng, claro.

Hablando de ello, si la ciudad fantasma ahora mismo estaba tan ajetreada y alborotada quizá se debía al hecho de que Hua Chengzhu, en primer lugar se había casado, por supuesto, con Taizi Dianxia; y en segundo, porque hasta la fecha se había tomado unas vacaciones de un mes.

No pasó mucho tiempo después de su regreso cuando se celebró una boda que involucró tanto fantasmas como dioses. Roja y tradicional, organizada en gran parte por el General Ming Guang, que había preparado todo como si él fuera el que se estuviese casando. Hubo incluso una cama nupcial, Xiao Yu y Gu Zi se divirtieron saltando sobre ella*.

*Entre las costumbres de las bodas tradicionales chinas, se encuentra la práctica de que durante el arreglo de la cama nupcial, niños deben saltar sobre ella para garantizar fertilidad y abundancia al nuevo matrimonio.

Yin Yu estaba feliz por Hua Chengzhu y Taizi Dianxia, por supuesto. Los sentimientos agridulces habían quedado guardados en un rincón. No era como si pudiera pensar en ello demasiado, no cuando Yizhen y Xiao Yu sostuvieron su mano y lo llenaron de preguntas sobre el significado de cada pequeño detalle, desde los manteles bordados hasta la ceremonia del té.

Había olvidado que la única vez que Xiao Yu escuchó de una boda fue cuando Hua Cheng le contó cómo había recogido a Taizi Dianxia del palanquín; y que Yizhen conocía las bodas porque había visto muchas a lo largo de su vida, pero jamás estuvo particularmente interesado en ellas, hasta ahora tal parece.

Yin Yu entonces estaba feliz por su jefe y por Taizi Dianxia. Ellos tenían la libertad de poder hacer lo que quisieran, podían viajar, estar juntos, disfrutar de todos esos años en los que estuvieron separados.

Es sólo que las cosas eran diferentes para otras personas.

Habían pasado ya dos meses desde el regreso de Yin Yu y su... aparente reconciliación con Yizhen.

Habían hablado bastante del pasado, se habían dicho algunas cuantas cosas más, pero no es como si ellos fueran un matrimonio tampoco, ni siquiera había aceptado vincularse a Yizhen aún.

Y no creía que estuviese listo en los siguientes meses.

Está bien, Yizhen no le presionaba.

Por lo general habían estado bien. Yin Yu regresó a sus funciones en la ciudad fantasma, Yizhen tenía prohibida la entrada, así que se quedaba en el cielo, bajando al reino mortal si tenía peticiones y jugando con Xiao Yu en las tardes. Xiao Yu aún asistía a sus lecciones en el palacio TaiHua y muchos seguidores de otros dioses ya le estaban conociendo. Yin Yu no dudaba de que Xiao Yu quizá algún día podría ascender por sus propios méritos. Quizá no lo necesitaba, pero Yin Yu estaría muy orgulloso si así fuera.

Té de Melocotón • QuanYinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora