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capítulo ocho ✦
estanque stark.

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—No, nada de eso es cierto

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—No, nada de eso es cierto.

—¿Incendiaste un auto patrulla?

—Falso. ¿Muerto en el estacionamiento?

—Falso. ¿El pato?

—También. ¿Le pateaste los testículos a Eric Cartman?

—Cierto, pero ¡se lo merecía! Hizo una broma de mal gusto sobre mi cuerpo siendo que él...

—Es justo. — se encogió de hombros, concordando con ella.

—¿Dónde estuviste el año pasado, por cierto? Sé que lo de la pornografía es mentira.

—¿Ah, sí? — puso sus manos en su cintura, girándola para que lo mirara.

Lo miró de cerca, riendo. Al soltarla, se sentaron a la orilla del Estanque Stark, sitio que era el más adecuado en ese momento para no ser reprendidos por haberse saltado las clases.

—Dime algo que sea verdad.

—Algo que sea verdad... — repitió, aparentemente pensativo, frotando su barbilla. Fingió sorpresa, como si acabara de recordar algo. — Odio los guisantes.

—¡No, Kenny! Algo real. Algo que nadie más sepa.

—De acuerdo. — se inclinó, depositando un delicado beso en su cuello, provocándole un escalofrío. — Eres dulce, y linda. Y estás totalmente loca por mí.

Aunque se había relajado por sentir sus labios entrar en contacto con su piel, no pudo evitar reír con gracia.

—Eres bastante egocéntrico, ¿lo sabías?

—Me lo repito a diario. — se sonrieron mutuamente. Kenny la besó sin poder evitarlo, mordisqueando con suavidad su labio inferior. Soltó un gemido tan silencioso como el viento. — Ven al baile conmigo. — murmuró.

—¿Es una petición o una orden?

—Vamos, ve conmigo.

—No.

—¿No? ¿Por qué no?

—Porque no quiero. — respondió simplemente. — Porque es una tradición estúpida.

—Vamos, nadie espera que vayas.

La peli-negra frunció el ceño, ladeando la cabeza. De repente ese comportamiento le parecía sospechoso.

—¿Por qué insistes tanto? ¿Qué ganas tú con esto?

Kenny parpadeó, inquieto. ¿Había sido obvio al respecto? Abrió la boca e intentó decir algo, lo que fuera, pero no pudo responder por unos segundos.

—¿Ahora necesito una razón para querer estar contigo?

—Dímelo tú.

—Necesitas terapia, ¿sabes? ¿Alguien te lo ha dicho?

—Responde. — azuzó.

—Nada. No gano nada, solo el placer de tu compañía, ¿de acuerdo?

De su bolsillo sacó un cigarrillo viejo, lo sostuvo en su boca. Su actitud ridícula y desconfiada lo había molestado. ____, más indignada que antes, se lo arrancó de entre los dientes y lo lanzó lejos. Se levantó y dio media vuelta, yéndose en la misma dirección en la que vinieron.

El rubio suspiró, frustrado. Ese había sido el último cigarrillo que tenía.

✓ 10 THINGS I HATE ABOUT YOU, kenny mccormick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora