Reencarnando en una galaxia en ruinas, su gente abandonada a su suerte, la oscuridad amenaza con engullir lo que queda de vida. Pero, desafiando mi destino, me alzo junto a la humanidad con un propósito: la victoria. Derrotamos a los dioses del abis...
Perspectiva de Emilia: La vida en la ciudad de Caliza no ha sido fácil durante estos últimos años. Cientos de refugiados de otro pueblo cercano nos vimos obligados a mudarnos de nuestros hogares de origen por los constantes ataques de las bandas de saqueadores, como los cambios del clima en estos últimos tiempos, provocando la enfermedad de la cecina negra que impidió el cultivo de alimentos y la cría de animales. Debido a que las condiciones de vida eran insostenibles, como resultado, el jefe del pueblo decidió que todos nos mudáramos a la ciudad de Caliza, con quien teníamos una buena relación comercial desde hace años, y nos recibieron de buena manera.
Los problemas surgieron cuando, después de dos años, una masiva cantidad de refugiados de otros pueblos y ciudades empezaron a llegar en masa, superando el límite de capacidad de la ciudad. La falta de suficiente comida y empleo para comprar las necesidades diarias de la vida empezaron a provocar una crisis que originó bandas de saqueo a almacenes de suministros. Las fuerzas de la ciudad tuvieron que intervenir con el uso de la fuerza, lo que ocasionó la muerte de cientos de personas, iniciando una pequeña guerra civil en la ciudad de Milagro.
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Mis padres, como mi hermano y hermana, estábamos con unos amigos de mis padres cuando ocurrió todo el levantamiento. Mucha gente murió, provocando que los dirigentes de la ciudad expulsaran a todos los refugiados involucrados en el levantamiento de manera definitiva. Una vez que todo se resolvió, la gente de la ciudad empezó a mirar con mirada de desconfianza, cosa que no sería de mucho problemas, pero después de un tiempo, la ciudad sería atacada por bandas de saqueadores, siendo acompañados por varios refugiados que conocían la integridad de la ciudad, lo que ocasionó que grupos de infiltración se infiltraran dentro de la ciudad, provocando una marea de asesinatos y todo tipo de crímenes atroces.
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La milicia ordenó que todos los hombres y mujeres en condiciones de luchar se presentaran para defender la ciudad. Mi padre se unió a las fuerzas de defensa de la ciudad, mientras que nosotros nos dirigimos a un refugio más cercano. Nos topamos en una esquina con un grupo de saqueadores que terminaban de asesinar a las fuerzas de defensa y de abusar de una mujer. Mi madre trató de cambiar de dirección, pero un grito de atrás de nosotros se escuchó; era otro grupo de personas tratando de escapar de los saqueadores, pero fueron asesinados por disparos por atrás
