2. Dazai

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Siempre se había sentido fuera de lugar en este mundo tan inmenso. Toda su corta vida la había sentido tan vacía que nunca realmente le halló placer a algo en ella. Y no es que no disfrutase de las pequeñas cosas, sino que su perspectiva de estas era incomprensible a la vista de ojos ajenos, y él siempre supo que nadie lo entendería completamente. Por eso nunca hubo necesidad de decir nada. O bueno, eso fue lo que creía firmemente hasta que lo conoció...

Todavía lo recuerda como si hubiera sido ayer, ese día tan lleno de vida pero en el presente tan doloroso como espinas incrustradas en el corazón. Había sido el único regalo que la vida se lo había obsequiado, lo había ayudado a encontrar la luz en medio de su oscuro jardín y aprender a regar esas flores que yacían marchitas en profunda agonía y soledad.

Era un día de tormenta, la lluvia caía enfurecida por las calles de Yokohama, había huído de casa una vez más y esta vez no pensó que el clima podría haberle jugado en contra, pero lo hecho ya estaba, él no pensaba volver hasta dentro de unos días y mucho menos lo haría ahora por un estúpido paraguas. Así que se abrazó a sí mismo con sus brazos tratando de protegerse del frío mientras se sentía envolver por las frías gotas de agua que las nubes dejaban caer con desesperación. Caminaba sin apuro, con la mirada gacha, a su alrededor todo se veía impuro.

En medio de esas calles, donde estaba parado sin rumbo fijo, se percató de la existencia de un bar al alzar la mirada, no lo habría hecho de no ser porque sintió un agarre firme en uno de sus brazos mientras lo acercaba a la entrada del mismo, era un chico alto, probablemente tan solo unos pocos años mayor, de cabello rojizo y de una profunda mirada azulada que lo miraba como si tratase de leerlo como a un libro abierto. Pero eso nunca funcionaba, al menos no con él.

Grande fue su sorpresa cuando el adolescente de imponente presencia frente a él negaba suspirando mientras se quitaba su abrigo color marrón claro para envolverlo con el, luego de unos minutos en silencio por fin se propuso a hablar "Te puedes resfriar si andas debajo de la lluvia como si fuera pleno verano en la playa" su voz era reconfortante, por no decir cálida, de repente sentía unas ganas inmensas de llorar y al parecer esta vez no fui muy bueno ocultando mis emociones porque sentía que este chico podría ver un reflejo de mi alma con tan solo una mirada.

Y algo en la suya me decía que lo entendía porque en vez de invadirme con preguntas como mucha gente acostumbraba a hacer, este solo abrió sus ojos curiosos y dijo "Dime niño, cual es tu nombre?" Sé que no debía de decirlo tan a la ligera, pero había algo en este chico que me insitaba a confiar en él, a sentirme seguro a su lado... "Dazai. Dazai Osamu, señor" El chico frente a mí sonríe y empieza a reírse a carcajadas, es la primera vez que lo veo hacerlo y me devuelve la respuesta "Oda Sakunosuke, un placer Dazai y por qué señor oye no exageres tanto apenas tengo 15"

Ese fue el comienzo de la única amistad que había considerado como tal, la única persona en este mundo que fue capaz de comprenderme. Un ángel que me ayudó a tejer mis propias alas pero que sin embargo no me enseñó a volar sin su presencia custodiándome. Odasaku fue mi único amigo. Y si, fue. Porque él ya no está presente aquí en la tierra.

Fue una madrugada en la que me enteré que Oda se había ido volando con sus hermosas alas, con tan solo 17 años. Lo habían asesinado a él y a toda su familia. Ese dolor siempre sería un peso que cargaría por toda la vida.

Por lo poco que sabía de la familia de Odasaku, fue que tenían algunos problemas de negocios con extranjeros, también eran propietarios del bar Lupin, pero no pensaba que estarían involucrados en tan grandes cosas como para ser eliminados de esta forma. Juré que eso no se quedaría así, pese a que ni siquiera sabía qué lo había causado todo.

Mucho tiempo después volví al colegio, no necesitaba asistir del todo porque siempre estuve adelantado con muchas asignaturas pero el señor Mori me insistía en demasía para que vaya, entonces no tenía salidas. Cuando entré a mi salón, una ola de recuerdos me invadió. Fue en ese momento que lo vi de nuevo.

Look at me again!! soukoku ft sigzai Donde viven las historias. Descúbrelo ahora