**Capítulo 2: Sombras del Desprecio**

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 Con el paso de los días, Tsukasa comenzaba a sentirse un poco mejor gracias al apoyo constante de Toya y los amigos de Vivid BAD SQUAD. Sin embargo, en casa, la situación empeoraba. Sus padres, incapaces de lidiar con su propio dolor, canalizaban su frustración hacia Tsukasa. Sus palabras eran veneno puro, acusaciones y desprecio que perforaban la ya frágil autoestima de Tsukasa.

"Si hubieras sido más atento, Saki seguiría aquí," le decían. "Eres un inútil, una completa decepción."

Estas palabras se repetían una y otra vez en la mente de Tsukasa, erosionando lentamente su sentido de valor propio. Se sentía como una sombra de sí mismo, cada día más convencido de que no merecía nada bueno.

Un día, Toya decidió visitar a Tsukasa para ver cómo estaba. Al llegar a la casa, escuchó los gritos y las palabras hirientes de los padres de Tsukasa desde el umbral de la puerta. "¡Eres una carga para esta familia! ¡Saki merecía vivir más que tú!"

El corazón de Toya se llenó de angustia al escuchar esos terribles insultos. Sin saber qué hacer, dio media vuelta y se alejó de la casa sin avisar a Tsukasa de su presencia. Toya comprendió entonces la magnitud del sufrimiento de su amigo, y se preocupó profundamente.

Al día siguiente, Toya invitó a Tsukasa a la cafetería de Meiko una vez más. Cuando Tsukasa llegó, Toya notó de inmediato el abatimiento en sus ojos, una tristeza aún más profunda que antes.

"Tsukasa," comenzó Toya con suavidad, empujando una taza de café hacia su amigo, "necesito hablar contigo. Ayer fui a tu casa..."

Tsukasa alzó la mirada, sorprendido y un poco avergonzado. "¿Fuiste a mi casa? No te vi."

"No entraste," respondió Toya, sus ojos llenos de preocupación. "Escuché lo que te decían tus padres. Tsukasa, lo que ellos dicen no es verdad. No puedes dejar que sus palabras te destruyan."

Tsukasa bajó la mirada, sus manos temblando ligeramente. "Pero... tienen razón, Toya. Si yo hubiera hecho algo diferente, si hubiera estado más atento, Saki todavía estaría aquí. Todo es mi culpa."

Toya sintió una oleada de frustración y tristeza. Quería desesperadamente que Tsukasa entendiera que no era responsable de la muerte de Saki. "Tsukasa, no puedes seguir culpándote por algo que no estaba bajo tu control. Saki murió de forma natural, no hubo nada que pudieras haber hecho para cambiarlo."

Las palabras de Toya parecían rebotar contra un muro de autodesprecio. Tsukasa negó con la cabeza, su voz quebrada por la emoción. "No, Toya. No entiendes. Cada vez que cierro los ojos, veo su rostro y pienso en todo lo que no hice. Mis padres tienen razón. Soy un miserable."

Toya apretó los puños bajo la mesa, tratando de contener sus propias lágrimas. "Tsukasa, tus padres están lidiando con su propio dolor y están equivocados al desquitarse contigo. Pero nosotros, tus amigos, estamos aquí para ti. Queremos ayudarte a superar esto. No estás solo, y no es tu culpa."

Pero Tsukasa, atrapado en su tormento interno, apenas podía escuchar las palabras de consuelo de su amigo. La culpa y el dolor lo consumían, cegándolo a la verdad y al apoyo que lo rodeaba.

Después de un rato de conversación, el café en sus tazas se había terminado. Tsukasa se levantó lentamente de su asiento, sintiendo el peso de sus emociones pesadas como plomo.

"Gracias por el café, Toya," dijo Tsukasa con una débil sonrisa, tratando de ocultar la desesperación en su mirada. "Nos vemos luego."

Toya asintió, observando cómo su amigo se alejaba, la preocupación grabada en cada línea de su rostro. No podía sacudirse la sensación de impotencia, queriendo hacer más para aliviar el sufrimiento de Tsukasa pero sin saber exactamente cómo.

Poco después de que Tsukasa se marchara, Akito llegó a la cafetería. Notó de inmediato la expresión tensa de Toya y se acercó con una mezcla de curiosidad y preocupación.

"Hey, Toya. ¿Qué te pasa? Pareces muy preocupado," dijo Akito, sentándose frente a él.

Toya suspiró y miró a su amigo con seriedad. "Es Tsukasa. Está pasando por un momento realmente difícil y no sé cómo ayudarlo."

Akito frunció el ceño, preocupado. "¿Qué le está pasando?"

Toya tomó un sorbo de su café antes de responder, organizando sus pensamientos. "Todo comenzó cuando Saki murió. Tsukasa se siente culpable, y sus padres no están ayudando en absoluto. De hecho, lo están empeorando, diciéndole cosas terribles que lo hacen sentir aún más miserable."

Akito se quedó en silencio por un momento, procesando la información. "Eso suena horrible. ¿Has intentado hablar con él? ¿Decirle que no es su culpa?"

"Sí, lo he intentado," respondió Toya con un suspiro. "Pero está tan atrapado en su dolor y culpa que no puede escucharme. Sus padres lo están destruyendo emocionalmente, y no sé cómo romper esa barrera."

Akito asintió lentamente, entendiendo la gravedad de la situación. "Tenemos que encontrar una manera de ayudarlo. Tal vez podamos hacer algo como grupo, mostrarle que no está solo y que estamos aquí para él."

"Eso podría funcionar," dijo Toya, su expresión suavizándose un poco. "Tsukasa necesita recordar que tiene amigos que lo apoyan, que no tiene que cargar con este peso solo."

Akito sonrió levemente, tratando de infundir algo de esperanza en la conversación. "Entonces, hagámoslo. Vamos a planear algo para levantarle el ánimo. Quizás una sesión de música o una pequeña reunión con todos para recordarle que estamos aquí para él."

Toya asintió, sintiendo una renovada determinación. "Sí, eso podría ser justo lo que necesita. No podemos permitir que siga hundiéndose. Vamos a ayudarlo a encontrar su camino de regreso a la luz."

Con un plan en mente, Toya y Akito comenzaron a discutir ideas, sabiendo que la batalla por el bienestar de Tsukasa sería ardua, pero dispuestos a enfrentarla juntos. Porque en el mundo de Project Sekai, la amistad y la música eran la verdadera fuerza que podía sanar incluso las heridas más profundas.

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