III

240 22 0
                                    

Salir ileso del trabajo no es algo que me suceda normalmente. Hay una gran probabilidad de que, por lo menos, en cada una de mis misiones salga con un rasguño, golpe o corte.

A decir verdad es algo a lo que estoy acostumbrado.

Cuando estoy herido, mis subordinados se lo hacen saber de inmediato a Mori, al parecer nada pasa por alto el jefe... Las heridas y fracturas dejaron de importarme hace tiempo atrás, aunque eso no quiere decir que no me duelan. Simplemente, intento ignorar la sensación de dolor y ardor.

Sin embargo, las misiones con Chuuya son diferentes, las estrategias cambian y las pérdidas son casi nulas. A comparación mía, la babosa intenta que ninguno de sus subordinados pierda la vida, es alguien confiable, cuidadoso y protector, por eso mismo sus subalternos lo respetan tanto.

Me hace recordar al señor Hirotsu.

Chuuya siempre camina en mi lado ciego, se vuelve mi escudo y mis ojos e incluso cuando estoy lastimado, aprieta mis heridas con sus prendas y me ayuda a caminar.


+++


—¡No te muevas demasiado idiota! —exclamó el pelirrojo cargando en su espalda a Dazai

—No tienes que cargarme, ¡bájame! Puedo caminar por mi propia cuenta —respondió el castaño golpeando su dorso.

—¡Hey! Eso duele —mencionó el ojiazul quejándose. —Tienes la pierna fracturada, no podrías caminar ni un metro, así que deja de quejarte—.

Era algo vergonzoso, se decía mentalmente Dazai, debía verse ridículo que alguien lo estuviera cargando.

"La mano derecha del jefe es tan débil".

Por otra parte, era relajante, siempre tenía que guardarse su dolor para sí mismo. Su orgullo era demasiado grande como para mostrar debilidad, pero, aun sabiéndolo, su compañero lo cargaba de forma tan dulce y delicada que podría quedarse de esta forma toda su vida.

No sería tan malo vivir de esa manera.

—Duele... — dijo con un hilo de voz el castaño.

—Lo sé..., pero puedo asegurarte que el dolor disminuirá cuando lleguemos con el jefe — inquirió el pelirrojo.

—¿Me cargarás hasta llegar a la oficina de Mori?— pregunto el suicida observando el cabello del más bajo.

—Creo que no tengo otra opción — afirmó Chuuya soltando una risa. —Además, eres bastante liviano, podría hacerlo todo el día —.

Las palabras de su compañero eran honestas y sin malicia, quizás por eso en su rostro pálido y sin expresión se formó un pequeño sonrojo.

Se apoyó completamente en la espalda de Chuuya y cerró los ojos. Tal vez cuando despierte ya habrán llegado a su destino, entonces por lo mientras soñaría con la hermosa calidez que le proporcionaba el cuerpo que le daba soporte, aquel sentimiento ameno y tambaleante le hacía sentir tan dichoso.

Justo con un abrazo silencioso...


Abrazo (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora