愛 ' "Eres el sol amarillo que ilumina mis días grises"
Desde los trece años, Jennie recuerda haber pasado por varias escuelas gracias al trabajo de su madre, y aunque antes se negaba a esos repentinos cambios, aprendió a que era mejor no encariñarse...
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Cuando la campana sonó anunciando que ya había terminado el receso, Jennie decidió quedarse en el salón y no salir, no tenía ganas de ver a nadie ni mucho menos de hacer amigos como le había dicho a su madre.
—Uhm ¿Kim Jennie?—escuchó decir a un alguien, subió la mirada para ver quién era.
—Soy yo, ¿Qué sucede?—preguntó.
—La directora me pidió que te enseñará escuela—explicó la chica.
—¿Tengo que ir sí o sí?
—Si quieres perderte buscando salones, sí.
—Está bien—se levantó de la silla.
—Por cierto, soy Bae Joohyun, estoy en la otra sección—se presentó mientras salían del salón.
—Me presentaría, pero creo que ya te sabes mi nombre —dijo sacándole una risa a la mayor.
La más baja le enseñó la escuela, por fuera no parecía pero excesivamente grande, es decir, ¿Quién necesita tres canchas?, Tal vez con dos estaría bien ¿Pero tres?
—Una es para educación física y el equipo de fútbol, la otra es para el equipo de básquet y el otro es para el equipo de voleibol —le había explicado Bae.
Sigue siendo absurdo. Pensó, pero no dijo nada.
También se tomó el tiempo de actualizarlo en tanto a personas y grupos los cuales no debería juntarse.
—Si han molestado a varias personas ¿Cómo es que siguen aquí?—no pudo evitar preguntar cuando Irene le contó de un grupo que habían estado molestado a los de años menores.
—Ya fueron expulsados de la otra escuela por problemas más grandes, los mandaron aquí por eso, se les ha hecho varias sanciones pero no cambian, según no pueden expulsarlos porque se quedarían sin estudiar, o al menos esa es la excusa que se usan para justificarse —oyó un suspiro pesado por parte del más alto—. La directora Lee es bastante considerada, si yo fuese ella ya los hubiese mandado otra vez para la otra escuela.
—Yo también—concordó.
—Bueno—suspiró cuando estuvieron otra vez en el salón de Jennie—. Hasta acá llego como guía turística, espero le haya gustado el paseo.
—Fue agradable—Confesó, la pelinegra se llevó una mano en el corazón sintiéndose alagada.
—Me alegro mucho—hizo una reverencia, Jennie la miro con una sonrisa divertida—, si tiene alguna duda puedes buscarme en mi salón o en la biblioteca, sino estoy en uno estoy en el otro.
—Lo tomaré en cuenta, gracias por enseñarme la escuela, guía turística Bae.
—No fue nada, señorita Kim, ahora si me disculpa, mi querido desayuno me está esperando en mi bolso.
