"No hay rosas sin espinas, como tampoco un final feliz sin dolor"
Las rosas son rojas así como el color de la sangre, las rosas lastiman si no sabes cómo agarrarlas, un paso falso y seguro te espinan. Eso era ese hombre, una rosa llena de espinas, u...
Llegó el día en el que aquella semilla que había sido plantada a la fuerza nacería, las contracciones eran fuertes y Adriana gritaba con mucha fuerza mientras caminaba hacia la salida donde un taxi la esperaba afuera.
Llegó al hospital, inmediatamente la atendieron y la mandaron a la sala de partos. Fue un parto que tardo casi toda la noche hasta en la mañana, como apenas era una adolescente de quince años y con muy poca fuerza tuvieron que hacerlo con muchísimo cuidado.
El pequeño y hermoso capullo peso dos kilos, era pequeño y delicado, su piel era de un tono moreno suave y su poco cabellito era de color negro, un bebé sano y fuerte.
-Señorita, ¿quiere cargar al bebé?-diria la enfermera la cual tenía entre brazos al pequeño ser envuelto en una cobija color amarilla.
La chica negó varias veces usando su cabeza y con la poca fuerza que tenía, logro divisar al bebé envuelto entre esas cobijas, pero la sensación de cansancio era más, en ese momento perdio todas su fuerzas y se desmayo.
Horas más tarde logro recuperar la conciencia, pero no veía nada, la luz era demasiado fuerte para sus ojos así que parpadeo varias veces para acostumbrarse al brillo del lugar y poco a poco lo fue consiguiendo hasta darse cuenta que está rodeada en un cuarto blanco, de cuatro paredes y una ventana, sillones, dónde por un momento vio a su madre sentada durmiendo pero la ilusión despareció al momento en que la puerta de la habitación se abrió, entro el doctor con una enfermera que cargaba al bebé nuevamente.
—Buenos días, Adriana ¿Cómo te encuentras?..—diria el doctor mientras se detiene frente a la cama y la mira con una sonrisa.
-Estoy algo mareada todavía...-diria Adriana quien tiene los ojos entrecerrados, trago algo de saliva.
-Tu bebé nació muy fuerte y sano, es un varon-diria la enfermera mientras se acerca a checar un poco el suero-. Y tiene unos ojos grises divinos como los tuyos.
Adriana al escuchar eso abrió los ojos de par en par y frunció lentamente el seño mientras aprieta la sábana sintiendo como la aguja que se encontraba en su mano izquierda se encarnó más.
-¿Quieres cargarlo?-diria la enfermera y le acerca lentamente al bebé.
-Aleja esa cosa de mi...-diria Adriana quien le tira una mirada llena de rabia-. No me lo acerques, no lo quiero cargar.
-Pero necesita de tu calor y de tu leche materna...
-Me importa una mierda...-diria Adriana mientras seguía fulminando con la mirada a la enfermera y después voltea a ver a el médico el cual tenía un expresión de sorpresa en el rostro-. ¿Llegó un hombre alto americano, cabello negro, tes morena, en traje con un cigarro, tatuado de una rosa en el cuello?
-Adriana, necesitas calmarte un poco-diria el médico mientras le hace una seña a la enfermera para que prepare un sedante.
-¡No, no pienso calmarme! ¡Contesta mi pregunta! ¿¡lo vio o no?!-diria Adriana comenzando a alzar la voz ya molesta.
-No hemos visto algún hombre con esa descripción en el hospital...
Adriana se quedó en shock, no pudo decir nada más que quedarse en silencio aguantando un mar de miles de emociones que en ese momento estaban apunto de desbordarse.
-Quiero estar sola, vayanse de aquí y llévate al bebé, no quiero que me vea así...-diria Adriana mientras se ponía en posición fetal escondiéndose debajo de las sabanas comenzando a llorar, estaba desesperada.
Estaba más aterrada ahora, ese bebé ya había nacido y ella no tiene ni idea de cómo va poder cuidarlo sin sentir asco con solo verlo o tocarlo, temblaba de frío, de miedo, de tristeza, de enojo, como quisiera desaparecer en ese momento que la tierra se abriera. Pensaba que ese hombre la había traicionado y no le mandaría dinero ¿Que tal y se arrepintió y ahora sí tenía que trabajar para mantener al niño? ¿Y si lo deja votado en el hospital y escapa? Pero...¿Y si el hombre regresa por el bebé y ella no va saber que decirle? Porque de todos modos ella haga lo que haga ese hombre la va encontrar, estaba perdida, condenada a vivir atada a ese bebé.
Una semana después estaba sentada en el teléfono 24/7 con unas hojas de papel en las manos donde había apuntado diferentes números a los que ya había marcado miles de veces y el hombre jamás le contesto, jamás la busco, el bebé lloraba y lloraba en su cuna y Adriana ya estaba harta de escuharlo llorar todo el tiempo y que no se callara nunca, no lograba concentrarse ni tampoco lograba resultados de que alguien se contactara con ella.
-¡¿Por qué no contestas?!-grita Adriana mientras toma el celular y lo avienta contra el suelo, este al instante se despadaza por el impacto. Estaba enfurecida, aquel hombre no la llamaba, no la buscaba, no contestaba ninguna llamada, no se apareció ni si quiera cuando salió ella del hospital, tampoco a mandando el dinero y lo necesita es cono si la tierra se lo hubiese tragado.
En ese momento tomo el celular de repuesto, el de su casa y comenzó a marcar el número, al instante se abre el comando del mensaje de voz y ella diría las siguientes palabras, quellas palabras que comenzarían toda esta historia, aquellas palabras que marcarían a ese hermoso capullo, aquellas palabras que se le quedarán grabadas toda la vida...
-Van mil llamadas y mensajes ¿¡Por qué no contestas el puto teléfono?! ¿¡Qué rayos pasa contigo?! ¿¡Ya no te importa tu hijo, ese bastardo al que di a luz?!-su vos era fuerte y brotesca. Camina de un lado a otro mientras escuchaba al bebé llorar de fondo-. Si no te apareces y me das mi maldito dinero, juro que me las cobraré una por una con tu estúpido hijo, le hare vivir el peor infierno de todos ¿¡Me escuchaste?! Espero y tus palabras sobre que tú hijo será el mismo satanás sean ciertas y no termine muerto antes.
Cuelga el teléfono ya que los llorosos del bebé comienzan a hartarla, lentamente voltea y camina hacia donde se encuentra el bebé dentro de una cuna, se agacha, lo toma entre manos y lo comienza a sacudir ferozmente, ambos ojos grises se miran de frente, nadamas que unos reflejan rabia y desesperación y los otros relfleja miedo, confusion y inocencia.
-¡¡¡CALLATE DE UNA VEZ, NO TE SOPORTO!!!!!-Gritaria Adriana con fuerza, el bebé pararía de llorar por los gritos y se quedaría mirandola con sus ojos inchados de tanto llorar-. ¡¿Sabes!? Estoy tan enojada ahora mismo que soy capaz de matarte, pero no puedo hacerlo porque ahora eres a quien voy a usar para pagar todo lo que tu padre me arrebato-miraba al bebé, ella ladea la cabeza suavemente y sonríe de manera fina y malvada-. Me arruinaste la vida y yo arruinare la tuya, vivirás el mismo puto infierno que yo...
El bebé comenzaría a reír un poco, pero al momento Adriana deja de sonreír y lentamente lo suelta de manera brusca contra la cuna.
-No tienes escapatoria, Nicolás...
Se quedaría viendo al bebé desde arriba, lo veía con repulsion y asco, después simplemente salió de la habitación cerrando la puerta de un azoton y ahí se quedó nuestro hermoso capullo el cual comenzó a llorar un poco al inicio pero después comenzó a dejar de llorar hasta convertiste en un silencio y en una obscuridad inmensa.
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