Candyland - 12 A.M
Antes de cerrar el establecimiento de Candyland, Mandy y Chester ya estaban listos para despedirse. Simplemente salieron afuera una vez hecho todo.
Mandy: Bueno, Chees... ya es hora, ¿no? -dijo Mandy.
Chester: ¡Claro! Creo que nos veremos mañana -respondió Chester, tratando de mantener su voz firme.
Mandy: ¡Seguro! Creo que mañana podrías traer a Gus aquí por primera vez, claro, si es tu decisión...
Chester no sentía problema con eso; de hecho, ya tenía la absurda fantasía de que Gus le dijera "mamá" a Mandy. Con solo pensarlo, se puso un poco rojo. Claro, Mandy no era tonta y lo notó.
Mandy: Chester, creo que ya es hora de irnos.
Chester: Sí, ya es hora de irnos...
Chester, sintiendo un impulso involuntario, atrapó a Mandy en un abrazo. Tenía el deseo de hacerlo, pero jamás pensó que el impulso le ganaría.
Mandy, al ver cómo los brazos de Chester se acercaban, se sintió como si fuera claustrofóbica en un rincón, atrapada... pero sus deseos eran tal cual que se dejó llevar por el momento.
Se encontraban en la situación de pena donde los dos estaban pensando "¿Por qué lo hice?" Pero tarde ya era para arrepentirse. Aun así, con la incomodidad, se dejaron llevar por el momento donde los dos ya se encontraban retratados en acuarelas.
Chester, estando en la espalda de Mandy, cerró los ojos para posteriormente soltarla. El arrebato del momento que sintió Mandy fue grande, ya que súbitamente y rápidamente le dio un beso en la mejilla que dejó ardiendo al contrario.
¡Adiós! -dijo Mandy, su voz temblando ligeramente.
Chester la vio alejarse, frotándose la mejilla como si quisiera conservar el calor de ese beso. La noche, cómplice silenciosa, se tragó sus pasos mientras ella corría, dejando a Chester con una mezcla de confusión y esperanza.
La calle, envuelta en sombras y el eco de los últimos pasos de Mandy, quedó en silencio. El viento murmuraba entre los árboles, llevando consigo los susurros de un momento que ambos sabían cambiaría algo dentro de ellos. Mandy corría, sintiendo el peso de sus propios sentimientos, el latido acelerado de su corazón marcando el ritmo de sus pasos. Chester, en tanto, se quedó parado, viendo la figura de Mandy desaparecer en la oscuridad, preguntándose si ese pequeño instante habría abierto una puerta hacia algo más profundo y duradero.
Así, en la quietud de la noche, ambos se quedaron con sus pensamientos, sabiendo que el día siguiente traería consigo nuevas posibilidades y quizás, la realización de aquellos sueños escondidos entre palabras no dichas y miradas furtivas. La esperanza, tímida pero persistente, se instaló en sus corazones, recordándoles que a veces, los impulsos del alma revelan más de lo que las palabras pueden expresar.
...
En la penumbra de la sala de seguridad, dos hombres observaban una pantalla que mostraba una escena incómoda. La hija de Jame, con una sonrisa en el rostro, ofrecía un amor que no correspondía al destinatario esperado. El silencio se hizo más espeso, cargado de una tensión invisible.
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Caramelos del Destino: Dulces Travesuras en Candyland (Chester X Mandy)
HumorEn Candyland, Mandy, una pastelera con un corazón dulce, lucha contra la desaprobación de su padre, Don Gustavo. Padre luchon de dos inmigrantes jovenes de 15 años Chester y Enrique, un inmigrante explotado en la tienda de dulces, por Mandy. A medid...