Observó con nostalgia y tristeza aquel barranco vacío.
El mar se veía apacible y la brisa se había tranquilizado mucho en comparación de sus visitas anteriores a aquel lugar.
El césped se sentía fresco bajo sus palmas esta vez. El sol en su rostro le hacía sentir vivo y una sola lágrima hizo camino por su mejilla.
Su corazón bombeó con menos ímpetu que los días anteriores, aquel palpitar más calmado le fue evidencia de que estaba listo a aceptar las circunstancias y dar un paso más.
Para tomar todo ese agonizante dolor que le atormentaba día y noche y convertirlo en algo más.
En el último paso que le quedaba por dar y que se convertiría en la única razón para seguir vivo.
La venganza.
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Rodríguez observaba a su amigo con algo de preocupación, así como le desconcertaba cada vez que el ruso tenía un intrusivo pensamiento que le perturbaba a tal punto de perderse en la nada sin un punto fijo.
— Ey, tío — casi le exclamó por tercera vez, ya casi hastiado de que el otro no le hiciera ni caso y a la vez sin elevar mucho la voz por el lugar en el cual se encontraban.
— ¿Eh? — Volkov por fin escuchó que le llamaba y le dedicó su atención.
— Macho, ¿Qué te pasa? — Greco dejó de agitar la mano frente al más alto — No has prestado atención en todo lo que va de reunión. ¿Escuchaste si quiera la primer parte del plan?
— Greco, — le observó con más dedicación y habló en un tono de voz en el cual solo el adverso podría oírle — ¿Crees que las miradas pueden decir cosas?
— Claro que sí — asintió el adverso — Bueno, depende a qué te refieras.
— Me refiero a ver en alguien una mirada que... está pidiendo ayuda desesperadamente.
— ¿A quién te refieres? — dudó Rodríguez, sin entender en absoluto a lo que el adverso quería llegar.
Víktor dirigió una mano a sujetarse el puente de la nariz, ¿en serio estaba dudando de su propio raciocinio solo por haber visto a ese hombre a los ojos? ¿Por haber sentido la terneza de su toque en su mejilla? ¿Qué tan retorcido era que, por un segundo, él le había parecido una víctima más?
Él era el asesino de Alexandra. La había asesinado a sangre fría de 3 tiros en la espalda.
No había fallas. Era él.
Lo que había hecho era imperdonable y merecía morir de la misma forma. Debía tener el mismo fin cruel y ruin, desalmado, desamparado.
Solo. Asustado.
Mientras antes terminara aquella misión, mejor.
No podía esperar para poder tomar el asunto en sus manos, así como Conway se lo había prometido.
Solo una misión más. Solo una investigación y ya. Nada más.
Ya no más esperar, ya no más odio atragantado y aquel inmenso vacío inllevable en su pecho. Ya no más insomnios con el deseo de venganza invadiendo su cuerpo y cada uno de sus pensamientos.
¿Era enfermizo decir que los últimos 10 años había vivido únicamente para llegar a ese momento? Impulsado por la venganza y el odio hacia un criminal.
Alexandra ya no volvería. Y allí sentado estaba la razón.
Allí sentado en esa sala de reuniones, con un aire a superioridad y egocentrismo, riéndose en cada ocasión que podía tras burlarse de ellos.
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𝑬𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒕𝒂𝒏𝒕𝒐 𝒐𝒅𝒊𝒐
FanfictionTras años de la desaparición del mafioso más peligroso del país, una nueva pista se presenta y el Cuerpo Nacional de Inteligencia, con el superintendente a la cabeza de la investigación, decide trabajar con la persona menos confiable para retomar el...