Capítulo 5.

206 29 37
                                    


Flashback


Temblaba y trataba mantener calmos los latidos de su corazón. Su respiración acelerada demostraba lo muy asustado que estaba así como también las lágrimas silenciosas caían por sus mejillas.

Un pequeño Horacio de apenas 5 años observaba estupefacto a la persona que se desangraba delante suyo. Sus ojos suplicantes mirándole directamente y la forma en que se ahogaba en la propia sangre que no podía dejar de escupir era una imagen que recordaría por el resto de su vida.

"Acostúmbrate", era lo que aquel hombre alto y pálido le había dicho. Solo pudo tragar en seco intentando mantener su sollozo silencioso y sus hipidos al mínimo.

Había accedido a tomarlo de la mano, pero no se sentía a salvo haciéndolo como lo había pensado. No estaba seguro de si estaba contento de ser "salvado" de aquel orfanato.

Todo lo que su mente había asimilado hasta ese momento de su corta vida como "lo bueno y lo malo" debería reconfigurarse desde cero a partir de ese momento.

Horacio soltó la mano de Petro. No porque no necesitara el apoyo de alguien ante tan atroz escena, sino porque comprendió al instante que aquel hombre era alguien a quien debía mantener a cierta distancia. Quizás miedo, quizás respeto, a esa corta edad no estaba seguro de cual de las dos era exactamente.


.

.

.

.

.

.


Máximo observaba hacia los arbustos. En aquel bosque, rodeados de árboles, hojas por doquier y la oscuridad de la noche ya sobre ellos, sentía que algo estaba mal.

No quería estar desconfiando de Horacio, pero le era sumamente sospechoso que justamente le empujara antes de que todo el conflicto con aquella banda de mafiosos comenzara. Pero luego le había salvado la vida y le arropó con su chaqueta. Le hizo volver a sus cabales y tironeó de él como un auténtico líder.

"¿Me ha salvado o usado de carnada?"

"Siento que le debo la vida y que puedo confiar en él, pero... algo está ocultando".

Su vista se posó en las estrellan que pintaban el oscuro cielo, las cuales parecían darle vida a aquel manto negro que se hallaba sobre ellos en esa noche.

Sonrió para sí. Aquella imagen era una que no se cansaría de ver jamás. Así como la sonrisa de su adorable esposa, que lo esperaba en casa para abrazarle y calmar su corazón.

"Te estoy extrañando tanto, cariño".

.

.

.


Volkov observó al pelirrojo cerca de la fogata. Todos se habían agrupado en diferentes lugares cerca de los árboles y estaban alertas, observaban y analizaban cada movimiento del bosque. Aquel lugar era incluso algo aterrador por la noche. Pero Horacio se había sentado frente al fuego y simplemente se encontraba perdido en sus pensamientos, no se inmutaba por ninguna cosa y mantenía una calma bastante desprolija dada la situación y su entorno.

El ruso se le acercó inconscientemente, a paso lento, y entonces le notó cambiar de postura a una más ofensiva. Antes de darse cuenta ya estaba de pie a su lado y el moreno mirándole de reojo con un claro deje de conflicto en sus gestos.

𝑬𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒕𝒂𝒏𝒕𝒐 𝒐𝒅𝒊𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora