BOYA

3 0 0
                                    

19:26

Alimento esa confusión que no alcanza disfrazarse de tristeza; porque he cumplido con saturar el cauce del río salvaje y  se ha convertido en una presa de altos bastiones.

Y ese quien fue el único habitante que tenía a resguardo el último puente hacia la casa montada en una barcaza encallada en el corazón de la tierra azul, ha roto la unión con la tierra mirando al cielo sin preguntas para las respuestas abandonadas en la orilla del escombros del puente natural.

Ellas no se marchan aunque las han escuchado, aunque su significado ya ha sido procesado y luchan por convertirse en peces para alcanzar al cuidador antes que cierre la escotilla y suba a lo alto del mirador en desuso.

Llegan tarde, alguna se cuela por una grieta para acompañar al cuidador mientras cuenta las estrellas, se sabe ignorada, pero su atributo es la paciencia; espera por horas en silencio, exhala toda vez que se cumple un día.

Durante el día, cuando el cuidador baja al sótano para cavar más profundo, ella se acerca a la misma grieta por la que se ha colado y hace un recuento, pero nadie más está dispuesto a dejar la comodidad de la forma que han adquirido. Cada día la misma rutina y cada vez más peces invadiendo la tranquilidad del claustro del cuidador.

— Si afuera hay un mundo nuevo… ¿A qué le tienes tanto miedo? —

El cuidador no duerme, llega la noche y sube al mirador ignorando que otra teja ha caído a su lado, mientras avanza hacia el apartado donde el techo ha desaparecido, arroja la capa con que se oculta de la luz sobre la tierra y la suciedad que el viento ha dejado para recordarle su presencia. Llueve cuando el cielo está despejado y las estrellas brillantes muestran el punto final al pie de página.

Cuando el polizón trata de acercarse, la luz larga sus brazos para echarlo desde las alturas. Y en el renovado silencio, el cuidador se esconde entre sus propios brazos sin apartar la mirada del cielo. — Esa pregunta…seguro la escuchaste, ¿quieres saber la respuesta? —

— No. Fuera de estos muros tengo muchas de donde escoger. — Dijo la luz desde la penumbra.

— Puedes quedarte a ver… —

— No cuentas las estrellas, tampoco excavas en el sótano al amanecer.—

— No.—

El sonido del agua agitada por la llegada de una nueva respuesta, marca una nueva punzada en su pecho. Hay algo más hermoso que el cielo estrellado por las noches…

Ser testigo del momento en el cual las aguas vuelven a quedar estériles. — Hazlo de nuevo mañana…aquí ya no hay nada. —

— Aquí ya no hay nada. —

DetritívorosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora