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D I S C U S I Ó N

La discusión que había resonaba en mi mente, cada palabra cargada de tensión y resentimiento, creando una atmósfera tan densa que se podía cortar con un cuchillo.

La discusión que había resonaba en mi mente, cada palabra cargada de tensión y resentimiento, creando una atmósfera tan densa que se podía cortar con un cuchillo

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||POV (____)||

Con una mezcla de furia caminé rápidamente hacia donde sabía que encontraría a Sanemi.
El sonido de espadas chocando y gritos de esfuerzo llenaban el aire cuando llegué al patio trasero de su hogar. El sol, alto en el cielo, proyectaba sombras nítidas sobre el suelo, donde Sanemi lideraba una sesión de entrenamiento con varios kakushi.
Sus movimientos eran precisos y letales, cada golpe lleno de una furia contenida.
Observé durante unos momentos, sintiendo cómo la ira crecía dentro de mí.

Con pasos decididos, me acerqué al grupo. Mi corazón latía con fuerza, y mis pensamientos se centraban en la injusticia que había visto en los ojos de Genya.

—¡Sanemi!— grité, mi voz cargada de tensión.

Sanemi detuvo su entrenamiento y se giró para mirarme. Sus ojos se estrecharon al verme, y su expresión pasó de sorpresa a frialdad.

—¿Qué haces aquí?— preguntó con desdén, ignorando a los kakushi que ahora observaban con curiosidad.

Tomé aire, tratando de mantener la calma. Pero la ira en mi interior estaba a punto de desbordarse.

—Tenemos que hablar— dije firmemente —Ahora mismo.

Sanemi frunció el ceño y, con una señal, despidió a los kakushi. Algunos se quedaron a una distancia prudente, claramente interesados en lo que estaba por suceder, susurros de preocupación y expectativa llenaban el aire.

—¿Qué es tan importante?— espetó Sanemi, cruzando los brazos sobre su pecho, la tensión palpable en su postura.

—¿Por qué tratas a Genya de esa manera?— le espeté, la voz temblando con emoción contenida —¿Cómo puedes ser tan cruel con él?

Sanemi bufó, su expresión se endureció aún más. —Genya necesita ser fuerte. No entiendes lo que se necesita para sobrevivir en este mundo— respondió con desdén, sus palabras cortantes como cuchillos.

—¿Golpeándolo? ¿Humillándolo? Eso no lo hace fuerte, solo lo destroza—repliqué, mi voz elevándose con cada palabra —Deberías protegerlo, no destruirlo, te lo he dicho cientos de veces.

—Hago lo que tengo que hacer— contestó Sanemi, su tono gélido —no te metas en esto, tú solo lo estás mimando.

—¡No me digas que no me meta! Genya es tanto mi hermano como tuyo. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras lo tratas así.

Sanemi dio un paso hacia mí, su expresión desafiante, sus ojos brillaban con una furia contenida.

—¿Y qué piensas hacer al respecto?— su voz era baja, pero amenazante.

𝐀𝐃𝐕𝐄𝐍𝐓𝐔𝐑𝐄 | MuzanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora