Capítulo 6

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Aisha notó que mi cabello estaba más corto después de que nos tranquilizamos. Me regañó y me dijo que no volviera a hacer una estupidez movido por el dolor. Yo solo asentí.

El funeral fue la peor parte. Había muchas más personas de las que asistieron al velorio. Todos iban vestidos de negro y algunas damas llevaban velos sobre la cabeza, cubriendo sus caras.

Aisha estuvo siempre a mi lado. Nos necesitábamos, ahora más que nunca. Geriah también vino, pero procuró no invadir mucho nuestro espacio personal y se mantuvo a unos metros. Creí que vería a la humana a su lado, pero solo me encontré con su hermana, Claire.

El tiempo pronosticaba lluvia. Había relámpagos y truenos a la lejanía. La mayoría los gymiesés se mantuvieron alejados de los féretros. Me pareció ver y saludar a miembros de otras monarquías, pero honestamente no estaba muy atento a esos detalles.

Abracé a Aisha por los hombros durante toda la ceremonia. En un momento dado, Erin y Orión se acercaron a darnos el pésame.

Erin expresó lo abatido que se encontraba y que esperaba que nos recuperaramos de la pérdida.

Orión por otro lado, parecía tenso y me pidió que me cuidara y levantara la guardia a partir de hoy. Los nobles atacarían como avispas enfurecidas y que era mejor que mostrara dureza y no sensibilidad. Se lo agradecí. Era un buen gesto de su parte, sobre todo teniendo en cuenta que el principal detractor de los De Amder en la monarquía era su propio padre: el Conde Miller.

La Reina Cecilia de Born también se presentó a dar condolencias, junto a su hijo y príncipe heredero, Enrique VI. En este punto ya estaba cansado y aburrido. Segundos después de que se habían marchado, vino la reina de Zuendia. También la reina Helen de Feris.

Claire vino a llevarse a Aisha, alegando que necesitábamos respirar un poco. Los miré a la lejanía, los hermanos Jinet intentaban hacer sonreír a mi hermana y lo agradecí.

Una mano se posó en mi hombro derecho y apretó. Por un momento creí que era Albert, hasta que habló.

—Los Monarcas de Hileer envían sus condolencias —dijo una voz grave y profunda—. Lamento tu perdida, Eth.

Vince IV estaba a mi lado. En serio estaba cansado de lo monarquía extranjera.

—Vince —asentí con la voz rasposa—. Agradezco tu presencia.

El silencio se prolongó durante varios dolorosos minutos.

—¿Planeas abdicar? —preguntó rompiendo el silencio.

—No... No lo haría. La Corona de Gymo me pertenece por derecho —le contesté con más brusquedad de la que pretendía.

—Ah, comprendo. ¿Y cuándo es la coronación? —inquirió.

—No es de tu incumbencia —gruñí—. Mira, Vince, no sé qué es lo que buscas aquí o de mí, pero sea lo que sea: no. Así que deja de perder el tiempo.

El maldito Príncipe Hileeriano sonrió.

—Tan solo quería saludarte. Sé que estás pasando por una etapa dura, y sabes que yo siempre estaré ahí para apoyarte. A pesar de que tú hayas sido un cabrón conmigo en el pasado.

—Te recomiendo que te largues, Vince. No pretendo escuchar otro disparate de tu estúpida boca.

—Vamos, Ethan —susurró mirando de reojo a nuestro alrededor—. No me trates así. A pesar de que lo de nosotros no funcionó yo...

—No hubo un nosotros, Vince, cállate. Te aprovechaste de mí y eso no es un nosotros. Así que te recomiendo que no vuelvas a mencionarlo porque yo aún te guardo rencor por lo ocurrido en esa época. No olvides que tú eres un Príncipe y que lo serás por mucho tiempo en el futuro. En cambio yo seré Rey dentro de poco. No puedes provocar así a un Rey —me giré y lo miré de frente—. Y créeme, Vince: voy a tener mi venganza.

—No puedes culparme por lo que ocurrió en aquel momento. No era yo el único que estaba...

—¿No? ¿Y por qué malditamente no puedo? —le espeté—. Mira, Vince. Yo te habría creído todas las excusas que me dieras respecto a eso. Pero no, no porque tú sabes muy bien que fuiste tú quien esparció todos esos rumores. Aún cuando sabías que yo no estaba dispuesto a nada de ello.

—Eso lo pudo hacer cualquiera. Además, nosotros no fuimos muy discretos como para...

—¿Y entonces por qué mierda actuaste como lo hiciste, eh? ¿Por qué amenazarme? ¿Por qué intentar manipularme?

El príncipe vecino miro a nuestro alrededor, asegurándose de que nadie nos estuviera escuchando.

—Las cosas habrían sido mucho más fáciles para ambos —soltó—. Pero no, porque tenías que actuar como una perra. Porque pensaste que podías terminar conmigo así sin más. Y las cosas no son así de fáciles Ethan. Tú hiciste que todo se tratara de ti.  Y tú no podías terminar conmigo así como si nada importará.

—No sé qué te hace pensar que no podía, Vince —me burlé—. Porque por supuesto que podía y puedo terminar contigo, sea en el contexto que sea y en el sentido que sea. Yo puedo terminar contigo, solo porque soy Ethan IV De Amder Dareliaf.

—No, no puedes...

—No te lo voy a pedir una vez más —interrumpí—. Lárgate. Lárgate ahora, Vince, o tu reino empezará a ver cuan bien puedo terminar contigo.

Se me quedó mirando con una expresión complicada en el rostro de facciones delicadas y etéreas que poseía. No esperó a comprobar nada, giró sobre sus talones y se marchó.

No le presté demasiada atención después de eso. Me quedé ahí, de pie ante las lapidas de mis padres.


Aquí yacen dos grandes monarcas. Protegieron y amaron al pueblo gymiés. Que el amor de sus súbditos lo lleve al descanso final.

Rey Ethan III De Amder.

N• 23/03/7495.
F• 18/10/7539.

Reina Eris Dareliaf Diofer.

N• 07/11/7497.
F• 18/10/7539.

Que encuentren el descanso merecido.

La cabeza empezaba a dolerme. El tiempo pronosticaba una tormenta, tal vez pronto llegara un huracán a las costas de Born. A la lejanía de escuchaban truenos y relámpagos.

Las personas que asistieron empezaron a marcharse. Cuando quise darme cuenta solo estabamos los hermanos Jinet, Aisha, y la Reina Galia II Dareliaf Diofer.

Mi tía llegó hace dos días, el mismo día en que mis padres murieron. Se quedó en el castillo, pero no habló mucho. Se la veía abatida, tenía esa expresión que reflejaba cuán solitaria se sentía en el mundo ahora que era la única persona con vida que portaba el apellido de los Diofer.

No podía imaginar su dolor a quedarse en completa soledad en el mundo. Yo había perdido a mis padres, pero ella los perdió hace tiempo y ahora perdió al único familiar con vida que le quedaba: su hermana.

La lluvia cayó con fuerza.

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⏰ Última actualización: Oct 09 ⏰

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