VII: ¿POR QUÉ LO HICISTE?

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El sol salió por el horizonte del Campamento Olimpia, iluminando por completo el valle. El agua del lago se veía completamente cristalina, el aire era fresco y puro; la paz reinaba por completo sobre el campus como una líder irreprochable.

Hasta que todo se rompió, al igual que un niño destruye una estructura hecha de Lego.

Se oyó un grito de varón en medio de todo. Un grito de dolor que desgarró el tejido de aquella pacífica escena que se había creado poco a poco a lo largo de toda la noche.

El grito provenía de la cabaña de Ares, y había sido producido por un chico de catorce años que llevaba poco menos de un año en el campamento.

Al oírlo, toda la cabaña se despertó y corrió a ver qué le pasaba. El resto de cabañas no se despertaron por el grito, pero los hijos de Ares se aseguraron de que todos estuvieran levantados, aporreando las puertas de las demás cabañas y pegando gritos como si estuvieran intentando vender en un mercadillo de barrio.

La noticia se transmitió rápidamente a Quirón y a la señora D mediante el líder de la cabaña de Apolo, que les necesitaba pedir permiso para buscar y utilizar reservas especiales de medicamentos.

El campista de Apolo llevaba un libro antiguo en las manos, el cual no había sacado nunca a la vista de otras personas, pero aquello era una situación de emergencia: ni siquiera los médicos de Apolo sabían lo que le sucedía al hijo de Ares.

Ciara había oído sobre la noticia y quería ir a ver, pero se imaginaron que no les dejarían pasar, así que decidieron no presionar a nadie.

El tema había abarrotado a todo el campamento, y tuvieron que llevar al hijo de Ares en una camilla por el campus para llevarlo a la enfermería, ya que tenía las piernas tan entumecidas que le era casi imposible andar. El hecho de que le llevaran a la enfermería le daba ventaja a Ciara para llegar a verlo, ya que había descubierto cómo usar uno de sus poderes: viajar por las sombras.

Aquel era un don único de los hijos de Hades y de las criaturas infernales. Consistía en utilizar las sombras como un túnel, disolviendo la materia del que viajaba en sombras y volviendo a formarla al otro lado. La desventaja era que tenía severos efectos secundarios: agotamiento extremo y, en casos, desmayo o inconsciencia temporal. También podías entrar en un estado de coma si te llevabas demasiado al límite, ya sea por recorrer distancias muy largas o transportar una cantidad excesiva de materia.

Ciara no había podido practicarla mucho a grandes distancias, pero tendría que intentarlo (si no era ese día, podría ser el siguiente), y quería averiguar algo de información sobre el hijo de Ares y lo que le había ocurrido.

Ciara se quedó en una camiseta de tirantes roja del Campamento Olimpia y unos vaqueros con bolsillos a los lados de color militar, largos y holgados, así no habría que disolver tanta materia. ¿Y los zapatos? Tirados dentro de un cajón, por supuesto.

La hija de Hades se abalanzó corriendo hacia la esquina más oscura de la cabaña, visualizando el otro lado del túnel que iba a crear. Como no sabía en qué habitación se encontraba el hijo de Ares, pensó en el pasillo de habitaciones de la enfermería, en el segundo piso de ésta, donde habría alguna esquina oscura. Como era de día, se crearía sombra de algún lado.

Al principio todo fue bastante rápido, hasta que Ciara llegó al centro del túnel. Al otro lado veía luz, pero el paisaje iba cambiando: el pasillo de la enfermería, el anfiteatro, una litera de la cabaña de Poseidón, una sala de mármol decorada con dorado, el sótano de la Cabaña de Control, el orfanato en el que había crecido...

Ciara estaba intentando mantener la concentración en el lugar que deseaba, pero notaba que le abandonaban las fuerzas. Si se mantenía mucho más tiempo allí dentro, acabaría perdiendo la consciencia.

Fiebre MestizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora