Me despierto en medio de la noche, han pasado tres días exactamente desde que Stavros me trajo de nuevo al departamento. Hemos cruzado solo un par de palabras y se ha mantenido alejado de mí como lo prometió. No ha cruzado la habitación de nuevo para hablar conmigo, no he tenido el valor suficiente para confesarle acerca del embarazo y me odio por ello.
Ahora me encuentro caminando hacia su habitación, en medio de la oscuridad tratando de no hacer el mayor ruido posible. Me iré esa misma noche, regresaré a mi departamento y no quiero pasar por una despedida con él, porque sé que me dolerá de nuevo.
Cruzo la puerta abriéndola poco a poco, lo encuentro aun con su ropa puesta tumbado sobre la cama, ni siquiera se ha deshecho de sus zapatos.
—Parece que tu padre no cambia su curiosa forma de dormir —susurro por lo bajo.
Me encamino hasta la cama con cuidado en puntas de pies y cuando estoy cerca de él me encargo de quitarle los zapatos, los dejo a un lado y busco una cobija para cubrirlo con esta. Mi corazón late a mil cuando me subo encima de la cama para rodearlo con la sabana.
—Duerme bien Stavros, será un día difícil para ti cuando sepas que me he ido —los ojos se aguan—. Te amo muchísimo y no es que no quiera perdonarte solo que aún no estoy lista —un nudo se crea en mi garganta—. Pero no te preocupes, no estarás solo —sonrío bobamente y me rodeo el vientre con las manos—. Habrá alguien que alegre tus días y tus noches alguien que te amará más que yo ¿y sabes? Es lo mejor que has podido darme —lo beso en la cabeza y me encargo de salir rápido de allí no sin antes dejar una nota en su mesa de noche.
Su voz en medio de la oscuridad me detiene.
—¿Ann? —pregunta en medio de su sueño.
Me lleno de fuerzas para no volver a la habitación. Camino tan rápido como puedo y tomo mi bolso entre las manos.
—Franco es momento de irnos —le pido al chofer y él asiente—. No he querido despertarlo, ha llegado tarde hoy —suspiro—. Le he dejado una nota en la habitación, no te preocupes.
—Me encargaré de dejarla en la puerta de su casa señora —sonríe él.
Franco se encargar de llevarme de regreso a mi departamento, parece que la luz ha regresado y ahora solo tengo un único pensamiento en mi cabeza. Debo ir a primera hora a la clínica para hablar acerca de mi decisión con la doctora Cristine, no le daré más larga al asunto. He tomado una decisión sobre esto.
Me recuesto sobre mi cama, me cambio de ropa y programo el reloj en mi móvil, sin embargo me es imposible recobrar el sueño. Me es imposible dormir de nuevo, aquellos días con Stavros habían sido maravillosos para mí, ya no me mareaba y las náuseas se habían ido. Empezaba a creer que el bebé reconocía que él estaba cerca.
—No eres un buen cómplice ¿lo sabes? —le hablo de nuevo—. Eres muy pequeño aun pero parece que te gusta hacerte notar con tu padre —bufo—. Le diré, no te preocupes —sonrío—. No sé cómo tome la noticia sobre ti, mamá ha tomado algunas decisiones sin consultárselo primero pero me encargaré de que no se enoje, o eso espero —suspiro.
Me dejo caer a las sabanas cerrando mis ojos en un intento de dormirme.
**
—Anneliese me agrada verte de nuevo —responde la doctora Cristine en cuanto me ve—. He pensado en ti todos estos días.
—He tomado una decisión doctora.
—Excelente, me alegra que hayas pensado en esto rápido, así podremos seguir con el tratamiento.
Niego.
—Si tendré al bebé —le respondo y ella me mira como si hubiese enloquecido.
—Anneliese sabes el riesgo que toma el continuar con este embrazado, puede sucederte algo.
ESTÁS LEYENDO
Guardián Oscuro (Pausada)
RomanceAnneliese ha tenido solo un deseo en la vida, encontrar al hombre que la salvo años atrás de la muerte, su inspiración para describirlo en aquellas páginas que se niega a mostrarle a alguien, en el único de sus escritos que se reserva para ella mism...