Pasaba por el corredizo, caminando de forma tranquila, con la vista adelante y el ceño fruncido debido al jodido calor que hacía. Y aún así nos hacían usar el uniforme. ¡Qué remedio! Exhalé el aire y miré el cielo. El día era una mierda, el sol me azotaba la cara y algunas nubes podían evitar que lo siguiera haciendo, pero no duraba mucho, apenas unos segundos y luego volvía a mutilarme con sus rayos.
Escuché un murmullo entonces, me detuve y bajé la mirada, apoyada en una columna, estaba la chica patata. Equilibrando sobre las puntas de sus pies, sentada de cuclillas, veía como se movía de forma veloz mientras ese trozo de pan era devordado. Bajó esa mano y luego vi otra cosa, en la restante sostenía una patata. Dios, esta chica no tenía remedio con la comida.
- ¿Acaso robaste eso que andas escondida detrás de esa columna? -le grité y señalé con el dedo acusador. Ella se quedó quieta, parecía como si se hubiera asustado. Se dio la vuelta con lentitud, como si no quisiera ver, pero al final me miró; unas migajas adornaban la comisura de sus labios. Adoptó esa cara que pensaba que la hacía ver terrorífica, pero más parecía un cachorro jugando a ser el malo.
- ¿Y qué? -se levantó, con ambas cosas en sus manos. Tenía las mejillas infladas y era porque aún tenía la comida en el interior de su boca, parecía un cerdito, no podía negarlo. Sonreí de forma pícara, al imaginarme su cara de cerdo me quería reír pero me contenía de hacerlo. - ¿Qué con esa cara?
-Tú no aprendes más, chica patata. -Me tapé la boca para ahogar esa risa y cerré los ojos, mis cejas aún seguían fruncidas por el sol y sentí sus pasos más cerca. Cuando la quería mirar, me llevé la sorpresa de que ella estaba a escasos centímetros de mi cara, con esa mirada de perrito enojado, con las cejas bastante fruncidas.
- ¿Quieres pelea? ¡Te sigues burlando a pesar de que ganaste esa competencia de cocina! -echó humo, y yo le quedé mirando algo desconcertado. ¿Todavía seguía enfadada con eso? Ya habían pasado días de esa competencia, y la verdad que luego de ese día, le agradecí a mi madre por hacerme ese omelette cada que podía.
-Bueno, es verdad que he ganado. Luego de haberte dado en bandeja a ese jabalí -me di la uelta y me sobé la espalda, escondiendo una sonrisa triunfadora.
- ¡Tú no me diste nada! ¡Nosotros encontramos primero al jabalí! -se excusaba y yo revolée los ojos.
-De todas formas, he ganado yo. -le miré por sobre mi hombro. -Espero que tengas suerte la próxima.
- ¡Ya deja de actuar como un idiota! -me gritaba, miré su comida y decidí tomarlas de forma veloz. Ella se dio cuenta y lo sostuve en lo alto para que no me lo arrebatara.
-Di que no soy un idiota, y te los devuelvo.
- ¡Dámelo! ¡Devuelve mi comida! -ella saltaba o se agarraba de las mangas de mi uniforme. Me decía más insultos y no pensaba ceder hasta poder cumplir con lo que quería. Me hacía gracia como entrecerraba un ojo y estiraba su mano, mientras la otra se apoyaba en mi pecho para hacerme hacía abajo.
-Hey, Sasha, Jean -Ambos nos giramos algo sorprendidos, Connie y Armin nos miraban con una sonrisa. -Los estamos buscando.
Se acercaron, Sasha me agarró con la guardia baja y me quitó la comida de la mano, apreté los dientes y la miré. Ella empezó a comer mirándome furiosa, yo puse los ojos en blanco y esperamos a que los otros dos vinieran a nosotros.
- ¿Qué andaban haciendo? Te reías mucho con ella, ¿Verdad, Jean? -habló Connie en un tono molesto y me codeó, le miré sorpresivo y lo empujé por impulso.
-Deja de decir tonterías. -me defendí, me crucé de brazos y tomé una profunda respiración. -solo estaba trantando de convencer que no es bueno robar la comida.
