La feria del libro es mi segunda casa, jamás falto a las ediciones y me presento todos los días, nunca me ausento. Me siento como en la primaria, la asistencia es primordial que afecta tus calificaciones, y si calificaran como en esa época, yo solo tendría dieces en las materias.
Jóvenes, como yo, comparten el sentimiento de lectura, de perderse en esos laberintos de papel y tinta, descubriendo nuevas maneras de leer y escribir, encontrando otras maneras de explayarse e imaginarse las situaciones y/o personajes. Me encanta la inclusión que hay, me hace tener más esperanzas y una mejor expectativa de que, cada vez, hay más jóvenes que se interesan por esta forma tan maravillosa de expresar e interpretar sus miradas en el mundo literario.
Dándoles un panorama de lo que me rodea en estos momentos, solo puedo destacar la felicidad y lo entretenidos que se ven, cómo van de un lado a otro con sus bolsas llenos de libros que alimentan sus mentes de vocabulario decente.
Lo único diferente de este día es que, en el Salón Garin, estará la persona por el cual he perdido el concepto de dormir plácidamente; en ese salón estará mi más preciado sueño hecho realidad: el fantástico y maravilloso escritor favorito, Levi. Es increíble que después de tanta espera pueda tener el agrado de ver una conferencia con su gloriosa presencia, y no solo eso, sino que también va a firmar ejemplares, los más reconocidos, los que le hicieron tan importante y destacado de la literatura actual.
Inhalo profundo, lo exhalo por la boca encontrando la calma; decido recorrer los stands, mirando las novedades, leyendo de pasada algunos que me llaman la atención, comprándome los clásicos que me faltan para la colección de la biblioteca de mi departamento; con los nervios a flor de piel por ese memorable encuentro con él.
La verdad que no sé cual va a ser mi verdadera reacción cuando lo tenga a escasos centímetros, bueno, no es que estemos a punto de tener una cita rápida o algo así, sino que él va a contestar preguntas y firmar libros; hasta tal vez, quien sabe, me diga mocoso por algo estúpido que pueda llegar a hacer sin querer.
Me detengo en un puesto de bebidas y me compro un refresco, ya que mis nervios no me dejan en paz. Una voz seductora femenina se oye por los parlantes colocados en todo el predio, anuncia la espectacular presencia del escritor para dentro de una hora, entonces mi estómago ruge debido a eso. No, no es hambre, son los nervios que se comen mis entrañas. Tomo una gran bocanada de aire, tengo que armonizarme antes de volver a colapsar. Bebo un poco del refresco y lo guardo dentro de mi mochila.
Camino con suma tranquilidad, aparentando la normalidad de mi anatomía, pero la realidad es que por dentro tengo a la niña chillona que no para de gritar desesperadamente por ir a esa sala y llorar de felicidad al ver a "mi amor platónico".
Con esto no quiero decir que me he vuelto gay por él o algo por el estilo, es que mi fascinación hacia su persona me genera un sentimiento similar a cuando idolatras a tu cantante de una forma, como definirlo, algo especial (No, no de la forma maniática y obsesiva). Es... Algo complicado de describirlo; su forma de ser es tan única, que creo que por eso me hace gritar como toda fangirl.
Levanto un poco más la vista para fijar la enorme cartelera que da a conocer la asistencia de dicho escritor, se cuelga en el aire, tiene las letras en blanco, con portadas de sus libros más conocidos y su rostro tan... Levi. Bueno, es mejor que calme las aguas o todo se va a ir por la borda.
Avanzo hasta esa sala, veo que hay gente haciendo fila detrás de esa puerta blanca que es iluminada por un reflector. Es como una invitación al cielo. Me coloco detrás de una señora de cabello rubio y con algo de vergüenza le pregunto si es por lo del escritor y me contesta muy amable, de paso me comenta que nos hicieron hacer esta fila para ir sentándonos a medida que llegamos.