Renovación y Amor

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Los meses que siguieron fueron un período de renovación para Sanemi y Giyu. El dolor y la desconfianza lentamente dieron paso al amor y la comprensión. Sanemi estaba determinado a demostrarle a Giyu que su cambio era real y permanente, y cada día se esforzaba más para demostrarlo.

Por las mañanas, Sanemi solía despertarse temprano para preparar el desayuno. Solía ser una simple comida, pero hecha con esmero y cariño. Giyu se despertaba con el suave aroma de la comida y encontraba a Sanemi en la cocina, concentrado en su tarea.

—Buenos días, Giyu —decía Sanemi con una sonrisa, cuando notaba que Giyu entraba a la cocina—. ¿Dormiste bien?

Giyu, aún somnoliento, asentía y se acercaba a Sanemi para darle un beso en la mejilla.

—Buenos días, Sanemi. Sí, dormí muy bien. Gracias por el desayuno.

Compartían sus comidas en silencio, disfrutando de la compañía mutua. Después del desayuno, Sanemi solía acompañar a Giyu a sus entrenamientos. Se habían vuelto inseparables, y Sanemi siempre estaba ahí para apoyar a Giyu, ofreciendo consejos y ayudándolo a mejorar sus técnicas.

Una tarde, mientras entrenaban juntos, Sanemi se acercó a Giyu, corrigiendo su postura con delicadeza.

—Si mantienes el equilibrio así, tendrás más fuerza en el golpe —dijo Sanemi, ajustando ligeramente la posición de Giyu.

Giyu sonrió, agradecido por la ayuda.

—Gracias, Sanemi. Realmente has cambiado.

Sanemi asintió, su mirada firme.

—Lo he hecho porque te amo, Giyu. No quiero perderte nunca más.

Por las noches, después de un largo día de entrenamiento, solían pasar tiempo juntos en la finca. Sanemi solía preparar una cena ligera, y luego se sentaban en el jardín, disfrutando de la tranquilidad y la belleza del lugar. Sanemi tomaba la mano de Giyu, entrelazando sus dedos, y ambos se quedaban en silencio, disfrutando de la presencia del otro.

Una noche, mientras observaban las estrellas, Giyu se volvió hacia Sanemi, su mirada llena de emoción.

—Sanemi, quiero que sepas que aprecio todo lo que has hecho por nosotros. Realmente has cambiado, y estoy feliz de tenerte a mi lado.

Sanemi sonrió, sintiendo una calidez en su corazón.

—Giyu, haré todo lo posible para que siempre seas feliz. Nunca más quiero que dudes de mi amor por ti.

Se acercaron y compartieron un beso suave y lleno de amor, sellando el compromiso que ambos habían hecho.

La vida de los Hashira también fue testigo del cambio en Sanemi. Durante las reuniones, Sanemi era más tranquilo, más considerado, y todos notaban la diferencia. Mitsuri y Shinobu sonreían al ver la transformación de Sanemi, sabiendo que su amigo finalmente había encontrado la paz y el amor que tanto necesitaba.

Una tarde, Mitsuri y Shinobu se acercaron a Sanemi mientras él entrenaba.

—Sanemi, realmente estamos orgullosas de ti —dijo Mitsuri, sonriendo ampliamente—. Has cambiado mucho y estamos felices de verte tan bien.

Shinobu asintió, con una sonrisa suave.

—Sí, Sanemi. Nos alegra ver que estás haciendo feliz a Giyu.

Sanemi asintió, sintiéndose agradecido por el apoyo de sus amigos.

—Gracias a ustedes también. No podría haberlo hecho sin su ayuda y apoyo.

Con el paso del tiempo, la relación entre Sanemi y Giyu se fortaleció. Se convirtieron en una pareja sólida y amorosa, apoyándose mutuamente en todo momento. Sanemi siempre estaba atento a las necesidades de Giyu, y Giyu, a su vez, se abrió más, confiando plenamente en Sanemi.

Un día, mientras paseaban por el bosque cercano a la finca, Sanemi se detuvo y miró a Giyu con una sonrisa.

—Giyu, quiero hacerte una promesa.

Giyu lo miró, curioso.

—¿Qué tipo de promesa, Sanemi?

Sanemi tomó las manos de Giyu, mirándolo a los ojos.

—Prometo amarte y cuidarte siempre. Prometo estar a tu lado, en los buenos y en los malos momentos. Prometo ser el mejor compañero que puedas tener.

Giyu sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas de emoción.

—Sanemi, yo también te prometo lo mismo. Te amo y quiero que siempre estemos juntos.

Se abrazaron, sintiendo el amor y la conexión que los unía más fuerte que nunca.

La vida continuó, llena de momentos felices y de amor. Sanemi y Giyu enfrentaron juntos todos los desafíos, siempre apoyándose mutuamente. La finca se convirtió en su refugio, un lugar donde podían ser ellos mismos y disfrutar de la tranquilidad y la paz que tanto merecían.

Sanemi nunca dejó de demostrarle a Giyu cuánto lo amaba. Desde los gestos más pequeños hasta las acciones más grandes, todo lo hacía con el propósito de hacer feliz a Giyu. Y Giyu, a su vez, se sintió cada día más amado y seguro al lado de Sanemi.

Sin embargo, no todos los días fueron felices para todos. Akira, la nueva Pilar que había intentado interponerse entre Sanemi y Giyu, no podía aceptar la felicidad de la pareja. Su obsesión por Sanemi se había intensificado, y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para separarlos.

Una noche, Akira decidió actuar. Se acercó a la finca de Giyu con intenciones oscuras, sus pasos silenciosos en la oscuridad. La luna llena iluminaba su rostro determinado mientras se acercaba a la puerta, decidida a hacer cualquier cosa para interponerse entre Sanemi y Giyu.

Akira, con el corazón latiendo con fuerza, levantó la mano para tocar la puerta, su mente llena de planes sombríos y retorcidos.

En ese momento, el destino de todos estaba por cambiar.

En ese momento, el destino de todos estaba por cambiar

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Espero y les guste este nuevo capítulo🩷🩷

Te amo... (Sanegiyuu) (Sanemi x giyuu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora