Entre Sombras y Luz

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Los meses pasaban y la relación entre Sanemi y Giyu seguía siendo un delicado equilibrio de secretos y encuentros furtivos. En la finca de Giyu, su amor florecía, pero en público, Sanemi mantenía su fachada dura e impenetrable.

Una nueva Pilar, llamada Akira, había sido asignada al Cuerpo de Exterminio de Demonios. Desde el primer día, Akira mostró un interés especial por Sanemi. Era persistente y encantadora, siempre encontrando formas de estar cerca de él durante los entrenamientos y las reuniones. Aunque Sanemi no la alentaba activamente, tampoco la alejaba, y esta actitud empezó a levantar sospechas.

Giyu observaba en silencio, su corazón encogiéndose cada vez que veía a Akira cerca de Sanemi. Intentaba no mostrar su dolor, pero la situación le estaba pasando factura.

Una tarde, durante una reunión de los Hashira, Akira decidió que era el momento de hacer un anuncio. Con una sonrisa radiante, se levantó y se dirigió a los presentes.

—¡Tengo una gran noticia! —dijo Akira, su voz llena de alegría—. ¡Finalmente he conquistado a Sanemi y ya es mi novio!

La sala quedó en silencio, y todas las miradas se dirigieron hacia Sanemi, que no mostró ninguna reacción. Giyu sintió como si el suelo se abriera bajo sus pies, pero mantuvo una expresión serena.

—Felicidades, Akira —dijo Giyu con voz calmada, aunque su corazón estaba destrozado—. Me alegra escuchar eso.

Giyu se levantó y salió de la sala antes de que alguien pudiera decir algo más. Shinobu, que había estado observando la situación con creciente frustración, no pudo contenerse más y lo siguió rápidamente.

—Giyu, espera —dijo Shinobu mientras alcanzaba a Giyu en el pasillo.

—Déjame, Shinobu —respondió Giyu, su voz quebrada—. Necesito estar solo.

Shinobu lo observó con preocupación, pero asintió y volvió a la sala, dejando que Giyu se marchara solo a su finca.

De vuelta en la sala, Shinobu entró furiosa, sus ojos fijos en Sanemi.

—Sanemi, eres un idiota —dijo Shinobu, su voz llena de ira—. ¿Qué demonios te pasa?

Antes de que Sanemi pudiera responder, Shinobu lo abofeteó con fuerza, el sonido resonando en la sala. Los demás Hashira observaban la escena con sorpresa y desaprobación.

—No tienes idea de lo que estás haciendo —gruñó Shinobu, sus ojos brillando de furia—. Si de verdad te importara Giyu, no lo tratarías así.

Sanemi permaneció en silencio, su mirada fija en el suelo. Shinobu lo miró con una mezcla de ira y decepción antes de regresar a su asiento.

—Sanemi, no me cae bien Tomioka —dijo Iguro, su voz firme—. Pero lo que le estás haciendo es horrible. No entiendo por qué actúas de esta manera.

Sanemi levantó la vista, encontrándose con la mirada severa de Iguro.

—No es asunto tuyo, Iguro —replicó Sanemi, su voz tensa.

—Tal vez no lo sea —respondió Iguro—. Pero estamos aquí para apoyarnos mutuamente, no para destruirnos. Y tú estás destruyendo a Tomioka con tus acciones.

Shinobu asintió, apoyando las palabras de Iguro.

—Iguro tiene razón, Sanemi. Lo que estás haciendo es cruel. Si realmente tienes sentimientos por Giyu, necesitas ser honesto y enfrentarlos. Esto no puede seguir así.

Los demás Hashira también miraban a Sanemi con desaprobación, y las miradas llenas de juicio solo aumentaban el peso sobre sus hombros.

Esa noche, Sanemi se dirigió a la finca de Giyu, su mente revuelta por los eventos del día. La fachada de frialdad que mantenía durante el día se desvanecía en la intimidad de la noche. Golpeó suavemente la puerta de la finca y esperó.

Giyu abrió la puerta, su expresión fría y distante.

—Sanemi —dijo Giyu, sin invitarlo a entrar—. ¿Qué haces aquí?

—Necesitamos hablar, Giyu —respondió Sanemi, su voz llena de arrepentimiento—. Lo que pasó hoy... fue un error.

Giyu lo miró fijamente, su dolor evidente.

—No sé qué esperas que diga, Sanemi. No puedo seguir así. No puedo seguir soportando este dolor.

Sanemi dio un paso adelante, tratando de alcanzar la mano de Giyu.

—Giyu, lo siento. No sé cómo manejar esto. Pero te amo, y quiero arreglarlo.

Giyu se apartó, su mirada dura.

—Sanemi, ya no sé si puedo confiar en ti. Hoy me humillaste delante de todos. ¿Cómo esperas que te perdone?

Sanemi sintió como si el mundo se derrumbara a su alrededor.

—Por favor, Giyu. Dame una oportunidad para demostrarte que puedo cambiar.

Giyu negó con la cabeza, su voz temblando.

—Necesito tiempo para pensar. Necesito estar solo.

Sanemi bajó la cabeza, derrotado.

—Entiendo. Me iré entonces.

Sanemi se dio la vuelta y se alejó de la finca, su corazón pesado. Mientras caminaba de regreso, supo que tendría que luchar con todas sus fuerzas para recuperar la confianza de Giyu, si es que alguna vez podría hacerlo.

En la finca, Giyu cerró la puerta y se dejó caer al suelo, las lágrimas finalmente corriendo por su rostro. El dolor en su corazón era insoportable, pero sabía que, por su propio bien, necesitaba mantenerse firme.

 El dolor en su corazón era insoportable, pero sabía que, por su propio bien, necesitaba mantenerse firme

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Hoy quiero que sufran un poquito💆🏻‍♀️
Espero y les guste🩷

Te amo... (Sanegiyuu) (Sanemi x giyuu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora