Capitulo 11: El presente

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Luuk abrió los ojos y se encontró con la oscuridad. Estaba tumbado en una camilla, rodeado de cables y agujas que le conectaban a una máquina. Una voz distorsionada le hablaba desde un altavoz, diciéndole que había terminado la sesión, y que volvería a verlo pronto.

Luuk sintió un dolor agudo en la cabeza, como si le hubieran clavado un cuchillo. Intentó moverse, pero estaba atado y no podía liberarse. Quiso gritar, pero no le salió la voz. Solo podía escuchar la voz que le torturaba cada noche, la voz del narrador de su pesadilla.

"Has creado este mundo para escapar de tu realidad. Has tejido tus sueños y pesadillas, y has hecho que tus amigos sean los personajes que te acompañan en esta travesía imaginaria. Pero no sabes que yo soy el que controla todo lo que te pasa. Yo soy el que te da y te quita todo. Yo soy el que te da sentido y te lo quita. Yo soy el que te da luz y te da oscuridad. Yo soy el que te da amor y te da odio. Yo soy el que te da paz y te da guerra. Yo soy el que te da sueños y te da pesadillas. Yo soy el que te da todo, y el que te quita todo. Yo soy el que soy", le dijo la voz, revelando su identidad.

Luuk se quedó paralizado, sin poder creer lo que escuchaba. La persona que le había metido en el negocio de las pesadillas, la persona que le había prometido una vida mejor, la persona que le había traicionado y abandonado, era el narrador de su historia, el que controlaba todo lo que le pasaba. El que tenía el poder de darle y quitarle todo. El que podía hacer de su pesadilla un paraíso o un infierno.

Luuk recordó lo que había pasado hace un año, cuando todo empezó. Cuando él y sus amigos habían encontrado un anuncio en internet que les ofrecía participar en un experimento secreto, que les prometía dinero, fama y diversión. Cuando habían aceptado sin pensarlo dos veces, sin saber que estaban firmando su sentencia de muerte. Cuando habían llegado a un laboratorio clandestino, donde les habían conectado a una máquina que les hacía entrar en un mundo virtual, donde podían vivir sus fantasías más locas. Cuando habían descubierto que ese mundo era una trampa, que no podían salir de él, que estaban atrapados en una pesadilla interminable. Cuando habían intentado escapar, luchando contra sus propios miedos, sus propios secretos, sus propios demonios. Cuando habían fracasado, perdiendo la esperanza, la confianza, la amistad. Cuando habían sido separados, olvidados, abandonados.

Luuk se dio cuenta de que su vida era una mentira, que era solo una marioneta de la imaginación del narrador. Que sus amigos eran solo extensiones de su propia mente. Que su escape era una ilusión, porque nunca hubo una salida real. Que en ese mundo, la realidad y la ficción se entrelazaban sin distinción.

Luuk se enfrentaba a una realidad distorsionada, donde la línea entre sueño y vigilia se desvanecía. Con él atrapado en su propia creación y sus amigos como meras proyecciones de su imaginación, la desesperación se cernía sobre él. El aire era pesado, el silencio era ensordecedor y la oscuridad era opresiva…

El negocio de las pesadillas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora