Un salmo de dolor y angustia [Jason Todd]

no temeré mal alguno,

Resumen:

Dick estaba en movimiento incluso antes de que Jason se hubiera caído por completo del borde, antes de que el grito agonizante de Bruce de «¡JASON!», resonara por las comunicaciones como un eco. No hubo nada lento en este momento, a pesar del enfoque láser de Dick en el cuerpo en caída libre de Jay. El nombre de su hermano pequeño martilleaba en su cráneo con cada latido frenético de su corazón.

Jason. Jason. Jason.

Tim estaba justo a su lado, preparándose para una captura en tándem para, con suerte, disminuir el daño al cuerpo ya herido de Jason. Damian estaba debajo, como respaldo en caso de que fallaran.

Dick no fallaría. Nunca volvería a fallarle a Jason.

[Punto de vista de Dick justo antes y durante «A través del valle de sombra de muerte»]

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La electricidad fluyó a través de Dick en pulsos violentos y candentes, arrancando un grito de sus labios. Tim y Damian chillaban a ambos lados de él, sus cuerpos suspendidos se sacudían como peces enganchados en anzuelos con la corriente eléctrica. Dick cerró los ojos ante la vista. La tortura ya era bastante mala sin tener que ver a sus hermanos pequeños sufriendo el mismo dolor. Clavó los dedos en las cuerdas que lo mantenían separado del suelo por las muñecas y esperó a que terminara.

Una eternidad después, el dolor cesó. Los tres vigilantes quedaron inertes, jadeando por respirar. El Joker se rió maniáticamente, caminando por la fila y pinchando burlonamente con su palanca contra sus cuerpos exhaustos. Dick apretó los dientes cuando el frío metal "chocó" contra la cadera, resistiendo la tentación de arremeter y patear al loco en la mandíbula. Podría hacerlo, pero lo único que probablemente les daría sería otra descarga eléctrica.

El Joker volvió a despotricar en serio, agitando las manos de manera demostrable. Dick giró la cabeza hacia un lado y aprovechó el momento para probar sutilmente la fuerza de sus ataduras. Maldijo en silencio cuando no cedieron en absoluto, aunque no le sorprendió su durabilidad. Joker tendía a ser el villano mejor preparado de todos, incluso en sus días más inestables. Miró sutilmente a ambos lados. El rostro de Tim estaba sudoroso y pálido, pero completamente impasible; Dick podía ver los furiosos cálculos que estaba haciendo en su cabeza por la tensión en sus brazos. Damian, por otro lado, le gruñía abiertamente al Joker. Dick simplemente agradeció a los cielos que Robin fuera lo suficientemente sabio como para mantener su furia en forma no verbal.

Miró la mesa, a unos quince metros de distancia, donde se encontraban sus equipos confiscados. No los habían desnudado por completo, pero el Joker sabía cómo contrarrestar los dispositivos de rastreo incrustados en sus trajes que no habían sido fritos por la electricidad. Batman tendría que localizarlos manualmente. Por millonésima vez esa noche, Dick se maldijo a sí mismo por estar demasiado relajado durante la patrulla. Nunca debería haber estado tan alegre mientras sabía que el Joker estaba fuera de Arkham. Fue su culpa que estuvieran en esta posición.

—Pero, ¿sabes qué? —el Joker se rió, mirando a cada uno de los vigilantes cautivos. —Creo que es hora de ponerse serio.

Dick se puso rígido ante la palabra, un peso del tamaño de una roca se instaló en la boca de su estómago. Vio por el rabillo del ojo que Tim también se puso rígido. ¿El Joker dijo que se iba a poner serio? Eso era malo. Tragó con dificultad.

Eso era muy, muy malo.

—Ninguno de vosotros, murciélagos, parece aprender nunca —suspiró Joker dramáticamente. La palanca había desaparecido, reemplazada por un cuchillo, y lo hacía girar casi ociosamente mientras hablaba. —Ya es bastante malo que Robin número dos regresara, pero luego tuvisteis que ir y redimirlo... ¡Bah! —escupió, lanzando una mirada fría a los vigilantes. —¡Mi mejor trabajo, arruinado por vosotros, bienhechores! ¡Todo ese delicioso caos, en vano!