Parte 2: Reconociéndose.

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— Ya, ya Brad... Ya no llores... —Le suplicaba Sofia a su mejor amigo que estaba aferrado a su cuerpo mientras sollozaba.

Ambos estaban fuera de la fraternidad de Bradley esperando a que este se calmara para poder entrar sin que sus compañeros lo cuestionaran.

— Es que vi sus ojos... los vi otra vez y, sentí todo lo que sentía por él... —Sollozó. — Lo extraño. —Confesó.

— Shh, shh... ya Brad, todo va a estar bien, mañana será un buen día y... no sé, tal vez algo extraordinario pase. —Susurró. — Ahora vamos adentro.

— No, no Sofia, no quiero verte en las próximas horas, lo siento, quiero estar solo. —Ella sonrió ante la siempre sinceridad de su amigo y asintió. Le dejó un beso en la frente y se dirigió a casa, que solo estaba a tres de la de Bradley.

El de ojos azules se quedó todavía un rato sollozando en su jardín delantero, sentado en el pasto mientras miraba las estrellas.

No sabía cómo iba a lidiar con esta situación, obviamente todos se burlarían de él en la escuela, en  la graduación y en todas partes. Ya casi se habían olvidado de que fue "el chico que Max dejó para poder estar con Jessica", y ahora tendría que ser "el chico al que le gustaba como se lo hacia Max". No quería ni pensar en como sería tener que toparse con él en los pasillos o con la maldita de Jessica cuando por fin estaba aprendiendo a ignorarlos. Por suerte solo faltaban unos días de Universidad y no tendría que volver a verlos.

Se levantó limpiándose las lágrimas, entraría a la casa y subiría a su dormitorio encerrándose para dormir hasta el otro día, y por los menos ahí fingir que nada había pasado. Sinceramente no quería ver a sus compañeros de fraternidad preocupados por su tristeza, y mucho menos que quisieran golpear aún más a Max como cuando este terminó su relación con él.

Sacó las llaves y cuando estaba a punto de abrir la puerta, escuchó:

— Espera... —Su corazón dió un vuelco y su estómago pareció comenzar a girar rápidamente.

Giró la vista envuelto en pánico y con los ojos abiertos pudo ver a un Max muy sensible son los ojos que él tanto amaba rojos y con restos de lágrimas. Su cuerpo recibió un escalofrío total al verlo ahí, ¿Qué hacía?, ¿Qué quería?, desde hace tres meses que Max no lo necesitaba en su vida.

— ¿Qué haces aquí? —Se atrevió a preguntar, aunque su voz sonó totalmente cortada.
 
— Bradley, yo... quería pedirte una disculpa. —Comenzó a caminar hasta él. Cuatro pasos y ya estaba a medio metro de distancia.

— No importa, Max. —Susurró. — No es tu culpa.

Era la primera vez que hablaban desde aquel día en que Max le dijo al castaño que ya no quería estar con él porque otra persona había robado su atención y cariño, así que ambos estaban muriendo internamente porque habían extrañado hablarse mientras se miraban a los ojos.

— ¿Cómo has estado?

— Aggh, Max... —Le di freno. — ¿De verdad entablaremos una conversación como si nada? —Dijo mientras seguía secando la humedad de sus ojos.

— Quiero saber cómo te ha ido... —Tomó su antebrazo con delicadeza pero Bradley se soltó.

— Esta bien. Pero ya no... yo no pued- —Las palabras de Bradley murieron en la boca de Max, pues este se lanzó sobre él a comerle los labios.

Bradley suspiró dentro del demandante beso, sin saber realmente que pasaba por su mente. ¡Se estaban besando!, Estaba bebiendo de sus labios una vez más...

Tantas noches soñó con una vez más.

El beso dejó de ser intenso, y terminó siendo una sesión de caricias sutiles.

Ella tuvo la culpa. - Maxley [Adaptación] [CONCLUIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora