3. Sin más

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¿Nunca has tenido la sensación de que toda la gente que te conoce piensa que eres de una forma que no es real? Es decir, quizá sea culpa mía. A veces es como si el paso del tiempo fijase normas y cosas que ya no puedes cambiar. Por ejemplo, todo el mundo cree que soy comprensiva.

“Ah, díselo a Violeta, seguro que lo entiende”
“Dudo que Violeta se enfade” 

¿Y sabes qué? No lo entiendo. Y sí me enfado. Pero llevo tantos años simulando ser esa persona, la chica paciente que nunca pierde el control ni piensa antes en sí misma…, llevo tanto tiempo haciéndolo que ya no sé dónde está la Violeta real, si yo misma he acabado con ella ¿La he matado y la he enterrado? ¿Tu crees que es eso? Porque me da miedo pensarlo y creo que alguien se ha dado cuenta

Si, como no, la impostora. La impostora se ha dado cuenta de que no lo entiendo y de que sí me enfado, se ha dado cuenta incluso cuando mi mejor amiga, que se supone que me conoce, no lo ha hecho. Tampoco la culpo, Denna no sabe leer mentes ni tiene el corazón roto, no me gustaría que se diera cuenta de lo que significa tener el corazón roto, no quiero que pase por el proceso de demolición.

Así que me ha vuelto a mirar. La impostora me ha vuelto a mirar como si de verdad me viese. Es raro que te vean después de tanto tiempo siendo invisible, me siento desnuda bajo sus ojos verdes tan distintos del marrón de la dueña del pupitre en el que se quiso sentar la impostora el primer día.

-¿Como te llamas?- Volvió a preguntar con genuina curiosidad, como si de verdad quisiera saberlo.

Mantuve silencio. No le daría una respuesta tan fácilmente, eso estaba claro, pero tampoco quería pasarme de borde, al fin y al cabo, ella era la única que me veía realmente

-¿Y tu?

-Es de mala educación responder una pregunta con otra pregunta- Sonrió con chulería, como una niña pequeña que acaba de decir algo de adultos.

Y de nuevo, mantuve silencio. No por no querer responder, sino porque no sabía qué decir. Hacía tiempo que no veía una sonrisa tan pura en este mundo lleno de suciedad. Ella era blanco, o rosa, o amarillo. Y yo era gris, marrón, negro. ¿Cómo puede alguien con el corazón roto seguir sonriendo así?

No volvimos a hablar en todo el día, pero su expresión tampoco cambió. Cada vez que la miraba, me retaba con la sonrisa. Me retaba a ser valiente, a hablar, a contar y demostrar que no lo entendía, y que sí me enfadaba, pero yo me mantuve en silencio.

En algún punto noté como me dijo cobarde con la mirada, y tenía razón. No lo iba a negar, era cobarde y tenía miedo. Pero no pareció importarle, porque siguió retándome hasta que me perdió de vista. Bendita sea la hora del descanso.

-¿Que tal la nueva?- Preguntó Denna, pillandome desprevenida

Me encogí de hombros. No pensaba recitarle toda la retahíla de pensamientos que acarreaba en mi cerebro “la nueva”. La impostora no merecía que gastara mi tiempo hablando sobre ella.

-Sin más

No pretendía hablar más. No, ni siquiera pregunté qué le parecía a Denna, no. La impostora no iba a ocupar más hueco en mi mente del que ya ocupaba. No. Definitivamente no.

You can't love (Kivi)Where stories live. Discover now