You can't love (Kivi)

21. Look at me

Chiara y yo habíamos vuelto al sótano hacia ya bastante tiempo. No tenía ni idea de qué hora era, tampoco me importaba en ese momento, solo podía concentrarme en las caricias que Chiara estaba dejando en mi abdomen.

Estábamos sentadas en un sofá de dos plazas; una de sus piernas estaba doblada, con la rodilla pegada a su pecho mientras la otra la mantenía (también doblada) pegada al sillón. Mi pierna derecha estaba apoyada encima de la suya, mi cabeza en su hombro. Su brazo me envolvía desde la espalda y su mano descansaba en mi costado, dejando leves caricias que hacían que se me erizara la piel.

Ella hablaba animadamente con Ruslana, que estaba sentada en el sofá de enfrente. Podía sentir como rebotaban sus carcajadas en su pecho, que subia y bajaba con rapidez.

Todos teníamos una gran cantidad de alcohol en nuestros sistemas para ese punto, pero creo que los más perjudicados eran Denna y Juanjo, que estaban de pie, con mantas enrolladas al rededor de sus cabezas y cuerpos, pretendiendo ser pasos de semana santa.

En algún punto de la noche, Paul había llegado y ahora él y Álvaro estaban en una esquina haciendo manitas y susurrándose cosas.

Alex, Bea y Martin reían de las acciones de Denna y Juanjo. El mayor estaba sentado en la alfombra, con la espalda apoyada en el sofá donde estaban sentados Bea y Martin.

Un sentimiento de nostalgia me invadió el pecho. ¿Cuanto hacía que no me sentía así? Era una sensación rara, como si echara de menos algo que nunca había pasado, pero a la vez, hubiera estado esperándolo toda la vida.

La mano de Chiara que había estado dejando sutiles caricias en mi abdomen pasó a mi cara en cuestión de segundos, rozando sus yemas con mi mejilla

-Te oigo pensar desde aqui- Susurró. No necesitaba más volumen, pues nuestra cercanía me permitió escuchar su voz.

-Me siento bien- Respondí en el mismo tono, alzando mi cabeza para que nuestros ojos chocarán mientras sus dedos se paseaban libremente por mi cuello y mandíbula

Ella sonreía, como siempre. Sus ojos tenían aquel brillo que podría iluminar Barcelona en un pestañeo, ese que tanto me hacía recordar los destellos de las estrellas y que provocaba explosiones similares a las supernovas a las mariposas de mi estómago

-This feels like home, right?- Habló, entendiendo sin palabras lo que mis ojos le confesaban

You're the one who feels like home.

Pensé, pero no me atreví a decírselo, así que me mordí el labio en busca de tragarme esas palabras. Quizá fue eso lo que llamó la atención de Chiara, porque en ese instante sus ojos bajaron a mi boca.

Estábamos cerca, más de lo socialmente aceptado para una amistad, pero entre el alcohol y la calidez de su cuerpo, poco me importaba lo políticamente correcto en ese momento.

Deshice el agarre de mis labios y mi lengua remplazó mis dientes, humedeciendo mi piel. Casi pude sentir como Chiara tragaba fuertemente.

Mi corazón iba tan rápido que podía sentirlo en mis oídos, palpitar con anticipo, tuve miedo de que ella también pudiera hacerlo hasta que me di cuenta de que esos latidos no eran míos.

Mi oreja estaba apoyada en su hombro aún, ese corazón desbocado que parecía correr una maratón a contrarreloj no era el mío, sino el suyo, aunque estaba bastante segura de que el mio no se quedaba atrás.

Fui incapaz de mantener la tensión, así que aparté la mirada hacia su pelo, que caía como una cascada al lado de su mejilla y que la escondía del resto de chicos.

Nuestros rostros seguían en mínima distancia, pero mi mano se movió hacia aquel cabello de aspecto suave y brillante, como toda ella.

Mis dedos se entrelazaron con los mechones azabaches. Deslicé mis yemas entre ellos, dejando caricias que sé que no sentiría, porque sus ojos seguían clavados en mi cara. Parecía perdida en su propia mente pero a la vez, en mi. Y eso me ponía nerviosa, o me ponía a secas, porque sus dedos, frios como siempre, no habían parado de acariciarme el cuello y la mandíbula, y el metal de sus anillos a veces me provocaba mas escalofrios de los que ya estaba provocando ella misma.