13. Manos pequeñas

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Música sonaba a lo lejos, a un volumen bajo, relajante. La brisa de otoño acariciaba mi cara y el sol se escondía en la lejanía entre los edificios.

Todos deberíamos vivir un momento en el que tomamos consciencia sobre la fragilidad de la existencia. Mi momento fue aquel.

Extendí mis brazos y miré la belleza de Barcelona en aquel atardecer. Me sentí tan ínfima al lado de los grandes edificios. Tan pequeña, tan insignificante que podría simplemente dejar de existir y nadie se daría cuenta. Me sentí tan libre de hacer lo que quisiera, porque hiciera lo que hiciera, nadie lo sabría. Nadie se pararía a mirar. Nadie me prestaría atención.

Llené mis pulmones del aire contaminado de la ciudad, deseando que fuera oxígeno puro

-Por primera vez Vio-Lenta llega antes que yo, esto es un acontecimiento inédito- Escuché su voz, angelical, detrás de mi.

Quise que se acercara, que me abrazara, que me dejara apreciar sus ojos de cerca. Pero me limité a quedarme en silencio, esperando que se colocara a mi lado. Enseguida su perfume inundó mis fosas nasales y de pronto, el aire contaminado ya no parecía tan malo.

-Tierra llamando a Violenta, cambio- Bromeó, antes de imitar el sonido de un walkie talkie con su garganta.

-Violenta Jódar se encuentra perdida, cambio y corto- Respondí yo, siguiéndole la broma antes de que ambas soltamos unas carcajadas

-¿Y a que se debe tanta puntualidad hoy?- Preguntó, con una sonrisa ladina y dándome un pequeño golpe con su cadera después de haberse apoyado en el bordillo frente a nosotras

Me encogí de hombros- Me apetecía despejarme- Fue una respuesta superficial, y ella asintió, sabiendo que detrás de esas palabras habían muchas más que no se atrevían a salir de mi garganta

Yo no la miraba, pero podía sentir perfectamente sus ojos verdes clavados en mi perfil, sentía como me desnudaba el alma y el corazón roto. Los mimaba con sonrisas estelares y yo era incapaz de quejarme.

-Ven, vamos a sentarnos- Soltó de repente. Me agarró de la muñeca y me llevó hasta un árbol viejo, grande, en medio del mirador.

Se sentó en el césped, y me arrastró, dejándome a su lado, ambas con la espalda apoyada en la parte baja del tronco del árbol. Estiré mis piernas y apoyé también mi cabeza en el tronco.

La rodilla de Chiara se pegó a la mía, y se movió sutilmente, como dejándome una caricia indirecta, dejándome saber que podía contarle todo lo que se me pasara por la cabeza

-Tu siempre eres así, ¿Verdad?- Rompí el tranquilizante silencio con la voz pausada

-¿Así de amazing?- Vaciló ella, alzando una ceja con una sonrisa encantadora y yo sonreí divertida pero negué

-Disfrutas de cada instante- Aclaré a lo que me refería girándome a mirarla

-Si y no. También tengo mis épocas- Se encogió de hombros, sin darle demasiada importancia

-¿Alguna vez lo has pasado mal?- Aquella pregunta me dejó un mal sabor de boca. Obviamente lo había pasado mal, ella también tenía el corazón roto.

Ella apoyó su cabeza en el tronco y también se giró, dejando que nuestros ojos se conectarán

-Claro. Muchas veces, como todos. Es inevitable, Vivi. Y no es malo, no tiene por qué serlo, la vida es así; hay momentos buenos, momentos malos, momentos que son lo puto peor...-Apartó la mirada para dirigirla al horizonte del skyline de Barcelona- Creo que el secreto está en intentar superar los malos y en disfrutar de los buenos, no nos queda mucho más

-¿No vas a decirme qué te pasó?- Quería saber el motivo por el que su corazón estaba roto, y no aguanté más, le pregunté directamente

-Depende- Volvió a mirarme y sonrió de lado de nuevo- ¿Qué me das a cambio?

-Pues no tengo mucho, nada que pueda interesante- Bromeé, si no quería contármelo, debería esperar, por mucho que quisiera saberlo

-Bueno, eso es relativo- Respondió ella, con cara de circunstancia

-¿Qué es lo que tengo que pueda interesarte, si se puede saber?- Pregunté con diversión

Se encogió de hombros y volvió a apartarme la mirada- Tú- Murmuró tan bajito que si no fuera porque estábamos sentadas al lado, no la habría escuchado

Sentí que el oxígeno dejaba de llegar a mis pulmones y que el corazón se me paraba. Mis venas se transformaron en ríos de adrenalina, pero nada salió de mi boca

Volvió a mirarme con los ojos más sinceros del universo y sentí que se me caía el mundo. Que se desgarraba y se rompía en mil pedazos al estamparse de lleno con aquellas pupilas dilatadas y aquellos iris brillantes

-Tú me interesas- Reafirmó ella, en el mismo tono.

Mi boca estaba entreabierta, pero era incapaz de hablar. Simplemente estaba allí, quieta, sin poder decirle nada a la estrella delante de mi, a un sol inesperado que acababa de darle un poco de luz al reflejo de mi luna

Antes de darme cuenta, su cabeza reposaba en mis piernas extendidas. No me miraba, sus ojos estaban clavados en el cielo oscurecido.

Tragué saliva y mi pulso siguió retándome a una carrera por ver que llegaba antes a mi garganta, si las palabras o el corazón mismo- Tú tambien me interesas- Susurré mirandola embelesada

¿Cómo podía estar tan guapa en esa tesitura? Tumbada en el césped de un mirador cualquiera de Barcelona, con la cabeza en mi regazo, el pelo desordenado cayendo como una cascada negra en mis pantalones, la expresión calmada, los ojos brillantes 

-Good to know- Murmuró en respuesta y se puso cómoda en aquella postura, acabando mirándome desde abajo con una sonrisa infecciosa, llena de ilusiones y un pintalabios de cereza

No sabía que hacer, no sabía dónde poner las manos, a donde mirar, intentaba controlar mi respiración y mis latidos desbocados para que no se diera cuenta de que aquella situación me ponía tan nerviosa que podría vomitar

Temblando levemente, llevé una de mis manos a su cabello. Negro, brillante, liso y suave al tacto. Recorrí sus mechones y enredé mis dedos entre ellos. Cada fibra de sus cabellos abrazaba mis yemas con ganas y yo solo pude responder acariciandolas con la mayor delicadeza posible

La escuché suspirar un par de veces antes de que cerrara los ojos, dejándose llevar por la tranquiidad y la paz del momento. Honestamente yo también lo hice, cerré mis ojos y dejé que Chiara inundará el resto de mis sentidos, porque aunque deleitara la vista, gambien encantaba al tacto y atolondraba al olfato con aquel perfume tan ella.

-Podria quedarme a vivir aquí toda la vida- Susurró bajo mis caricias inseguras antes de agarrar mi mano libre y ponerla frente a la suya, comparándolas. Sonrió en pequeñito- Tienes las manos pequeñas- Apreció

-O tu muy grandes- Respondí en el mismo tono, sin romper la atmósfera. Sentí como entrelazaba sus dedos con los mios y llevaba nuestras manos unidas a su pecho, reposandolas ahí, dejándome sentir que a ella también le latia el corazón como si acabara de correr la maratón mas larga del mundo

You can't love (Kivi)Where stories live. Discover now