Capitulo VI. Al final, no siempre puedo tener el control de todo.

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El tiempo paso rápido, el embarazo de Rin estaba a la vuelta de la esquina, la había privado del saber acerca de lo que habíamos estado investigando Jaken y yo, quería que todo esté proceso fuera tranquilo y muy feliz para ella, aunque conforme pasaban los días la preocupación me invadía, aún no habíamos conseguido dar con el paradero de aquel sujeto, pareciera como si se estuviera escondiendo y esperando el momento perfecto para ejecutar su plan.

—A Rin le queda pocos días para parir, ¿Estás listo para eso?—la anciana Kaede se puso a un lado de mi, mientras a lo lejos visualizabamos la aldea.

—Por supuesto.

—Escuche rumores por algunos aldeanos que salen a cazar, se que algo muy malo está por suceder y me gustaría que me lo dijeras para estar prevenida—la mire y ella enarco una ceja esperando mi respuesta.

—No quiero que Rin lo sepan, al menos no ahora—ella asintió.

Le conté todo lo que sabíamos hasta el momento, en como estábamos tratando de atacar antes de que todo sucediera y de como intentabamos que todo se quedará solo en un "rumor".

—Ella debe saber, pero te dejaré que hagas las cosas como hasta ahora, se que podemos confiar en ti y que cuidaras de ella a como de lugar—aquello que me dijo solo me hizo sentir más nervioso.

¿Y si no era capaz de protegerla como tanto lo decía? ¿Y si algo malo le pasará a ella y a nuestro bebé? No podría perdonarmelo jamás, le había prometido que la cuidaría eternamente, pero, ¿me asustaba?, el no tener las cosas bajo mi control total, aunque estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella, pero por primera vez no podía controlar tal pavor.

—¿Lastimare al bebe si ella se preocupa demasiado?

—Eso no podemos saberlo, ella confía plenamente en tí y creo que es lo bastante madura como para controlar sus sentimientos—la anciana se cruzó de brazos y yo suspiré para mí.

Se alejó sin decir más, se reunió con unos cuantos niños que jugaban y me miró desde lejos como diciendo "¿Nos protegeras a nosotros también?"

Rin tardo un poco en venir a dónde yo estaba, al parecer estaba practicando algunos "ejercicios" para estimular el embarazo y que se mantuviera activa para evitar cualquier complicacion. Al verme a lo lejos pude ver cómo levantaba su mano para saludarme y después se acariciaba el vientre para por fin dirigirse hacia mí con una enorme sonrisa.

—Hola, ¿Has esperado mucho?—cuando llegó frente a mi se acerco y al ponerse en puntas para darme un beso en la mejilla, yo me puse a su altura para que no le fuera tan difícil llegar a mi.

—Para nada, acabo de llegar—ella me sonrió y tomo mi brazo para comenzar a caminar alejándonos un poco de la aldea.

—Has estado fuera más seguido de lo común, ¿De verdad está todo bien?—no me volteo a ver solo mantuvo su mirada hacia el frente mientras seguíamos caminado, a paso lento pero cómodamente.

Tenía que decírselo, a final de cuentas no podía seguir ocultandoselo, me arme de valor y me detuve abruptamente, ella me miro confundida y yo la tome de ambos hombro para que quedáramos frente a frente.

—Tengo que decirte algo, pero, necesito que lo tomes con suma calma—ella asintió mientras esperaba lo que yo tenía que decirle.

Le conté todo lo que estaba sucediendo, desde como habíamos sabido hasta lo que estamos haciendo nosotros para evitarlo.

—No quiero que te preocupes demasiado, haré lo posible para...

—Tranquilo, confío en ti y en qué todo estará bien, no tengo miedo por qué se que eres capaz de cuidarnos, pero ahora yo también soy fuerte, así que todo estará bien—me interrumpio mientras tomaba mi mano y me sonreía haciéndome sentir más tranquilo.

Me hubiera gustado que así como ella lo dijo, todo hubiera estado bien.

Unos cuantos días más Rin dio a luz no solo a un bebé, si no a dos niñas gemelas, hermosas, sanas y muy prósperas. ¿El problema? La profecía estaba por cumplirse, el clan de aquel enemigo nos busco para que el deseo de la perla de Shikon no se cumpliera, tuve que resguardar a mis hijas, Rin, Kagome y la pequeña fruto de Inuyasha y la sacerdotisa antes mencionada para que no pudieran encontrarlas, con ayuda de los espíritus de madre, todas ellas se fueron a una casa lejos de ahí, rodeadas de un campo de fuerza que no les dejaba que fueran encontradas.

Inuyasha y yo fuimos a encontrarnos con aquel individuo, por fin pude saber quién era, Kirinmaru.

—Sesshomaru, cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que nos vimos—lo mirábamos mientras vigilabamos cualquier movimiento que hacía, Inuyasha tomaba la empuñadura de su espada y yo solo lo le mantenía la mirada desafiante.

—No vengo a hacer las paces, se lo que intentas hacer y déjame decirte que no te lo permitiré—el dejo salir una risa mientras de cruzaba de brazos.

—¿Así que estás aquí para proteger a esas mujeres?—se burló, trataba de manter las cosas bajo mi control, sabía que podía ganarle, pero no solo era él, todo su clan estaban detrás de nosotros y no podía perder el tiempo.

—Ya cierra la boca—Inuyasha desenvaino su espada y apunto hacia Kirinmaru mientras este levantaba ambas manos.

—Baja tu espada imbecil—Inuyasha me miró molesto, yo no quite mi viste de Kirinmaru.

En un abrir y cerrar de ojos se abalanzó hacia nosotros, pero paso de largo hacía detrás de mi y ataco a Inuyasha dejándolo mal herido y tendido en el suelo con un gran charco de sangre.

—Debes ir a ver a tu esposa, esto apenas comienza—antes de que pudiera atacarlo se elevó y salió rápidamente de ahí hasta salir de mi vista.

—S-s-seshomaru, ve a verlas—Inuyasha dio un último respiro y se desvaneció.

Lo tome en brazos y me dirigí hacia donde estaban ellas, al llegar todo era un caos, la niñas ya no estaban, Rin y Kagome estaban ambas tendidas en el suelo, puse a Inuyasha a un lado de Kagome y me digiri a Rin.

—Sesshomaru, ahora ella está ligada a mi y una maldición se apoderará de su cuerpo hasta morir, piensa bien lo que harás—escuché una voz femenina seguida de un hilo rojo casi invisible que se ligaba al meñique de Rin y el otro extremo al dedo de esa mujer.
—Que pena me dan los humanos, tan frágiles e insignificantes, su vida es solo instante, tan patético—rió con malicia mientras en el rostro de Rin se reflejaba un dolor intenso seguido de un sudor frío a pesar de que estaba inconsciente, podía sentir como estaba comenzando a sufrir debido a la maldición que esa mujer había mencionado. —¿Seguirás amando a esa mujer aunque su cuerpo se llene de esas horrible escamas?—se elevó y después se esfumó.

—Amo Sesshomaru—escuche la voz de Jaken quien se acercaba corriendo. —Las niñas, las niñas están bien, las espíritu mamá las protegieron, justo ahora están a salvo—aquello me tranquilizó, aunque se que tendría que buscarlas, sabía que podría estar bien por un momento.

—Vamos, hay que llevarlos al templo de mi madre—Jaken me ayudó a tomarlos a todos y emprendimos el viaje hacia allá, solo tenía algo en mente, no podían morir, no de esta manera.



YOU ARE MY DESTINY. (SESSHRIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora