20

246 48 24
                                    

Katsuki Bakugo se encontraba desesperado. Había buscado el maldito cuaderno donde había escrito sus sentimientos por todo lados, pero no estaba.

Se hallaba tan asustado, tan temeroso de quién lo podría tener, que su humor no era el mejor.

Él lo tenía en su habitación lo que significaba que alguien lo había tomado y se lo había llevado.

Por más que preguntara, nadie había visto nada ni sabía de nada. No podía relajarse en lo más mínimo.

Solo faltaba un día para que su castigo terminara, por lo que había decidido dejar de escribir en el cuaderno. Ya no tendría tiempo para pensar en esos sentimeintos a los que había renunciado. Ese sería su último momento para escribir algo sobre Deku, ¡y no lo encontraba!

Estaba como loco buscándolo por toda la residencia. Había comenzado a ir a cada habitación, abrir las puertas y buscar aún con los propietarios gritándole que estaba loco, que cómo se le ocurría entrar sin llamar o por qué diablos les estaba revisando todo.

No fue hasta que llego a la habitación de Izuku, que se detuvo y lo meditó.

¿Era necesario entrar? No había probabilidades de que Izuku lo tuviera, él jamás se podría meter a su habitación y robarle algo. 

Izuku no era así.

Poco pudo pensar cuando se abrió la puerta y encontró a un Izuku con los ojos rojos y llorosos, las mejillas empapadas de lágrimas y en sus manos el bendito cuaderno en donde solo se hablaba de él.

Ambos se miraron. El pánico fue grabado en el rostro de Katsuki, quien había comenzado a sudar frío. 

¿Cómo demonios tenía el cuaderno?

¿POR QUÉ?

—Kacchan —susurró Izuku, apretando el cuaderno en su pecho con fuerza—. Yo no lo tomé, en realidad fue Shoto quien me lo dio. Dijo que te había ido a buscar para hacer un entrenamiento y que al ver que no contestabas se metió a tu habitación y vio ete cuaderno que en la primera página estaba dedicado a mi, así que supuso que debía entregarlo. 

Katsuki, por primera vez en su vida, sintió verdaderas ganas de asesinar a alguien. Con toda la intención de cometer un crimen de odio, se giró para ir en busca de aquel traumado que ahora tendría que agregar un trauma más a la lista.

Pero Izuku se lo impidió, tomando fuertemente su mano.

—Kacchan, ¿lo que dice aquí es cierto? —preguntó, tan asustado como Katsuki. Temblaba y sentía que podía ser lastimado en cualquier momento.

Katsuki volvió a mirarlo. Había pasado toda una vida viéndolo de la misma forma, temblando y llorando.

Había conocido a Izuku cuando no podía hacer más que temblar y llorar.

Pero estaba siendo tan valiente al preguntar directamente por el cuaderno, aún cuando el quería huir en busca del bastardo que causó esa situación para no tener que abrirle su corazón.

Katsuki entendió una cosa.

El chico frente a él merecía ser tratado con la misma valentía que había mostrado.

—Sí. Todo es cierto —dijo, mirándolo fijamente. Ya no sabía si era la mano de Izuku o la suya la que temblaba—. Todo lo que escribí ahí es verdad.

E Izuku abrió muy grande sus ojos y cayó de rodillas al suelo, tapando su boca y sollozando sin cesar.

Katsuki de inmediato se arrodilló junto a él, preocupado del repentino desplome que tuvo Izuku, pero aquel chico de ojos jade lo miró y tomando la barbilla del rubio, lo besó con toda su necesidad de comprobar si era real.

Si antes Katsuki había tardado en reaccionar, en ese momento no fue igual. Movió sus labios al instante en el que sus manos alcanzaron la cintura de Izuku y sin dejar de besarle, se levantó y lo tomó en sus brazos para entrar a la habitación de Izuku, porque afuera había quedado toda la clase A —que habían seguido a Katsuki luego de su arrebato de ira por las habitaciones—, totalmente perplejos por lo que había sucedido.

Katsuki no necesitaba que los demás supieran lo que iba a ocurrir desde ese instante en adelante.

Como si de una porcelana fina se tratase, se separó con delicadeza de Izuku y lo dejó sentado en su cama, quitandole el cuaderno de las manos para hacerlo a un lado.

Frente a él, Katsuki se arrodilló y tomó sus manos.

—Lo siento —dijo, bajando su cabeza y tapándose el rostro con las manos del chico—. Lo lamento tanto. Con toda mi alma. Perdóname, por favor. He sido un completo idiota, un cobarde de primera. Lo siento demasiado. Se que no merezco esto y no entiendo por qué pareciera que tú te sientes como yo, pero lo siento muchísimo. Incluso sin hablar, he vuelto a causarte daño.

Izuku por primera vez en su vida estaba viendo a su amigo de la infancia llorar.

Y le pareció una imagen tan angustiante como la de un Katsuki pequeño que se había caído al río y fingía que no le había dolido. Dolorosa como aquella vez que el villano lo había atrapado y sus ojos gritaban por ayuda. Tan triste como aquella vez que lo habían secuestrado y fingía no estar asustado. Sufriendo tanto como aquella vez que decidió pelear para poder comprender y tomar sus sentimientos. Evitando expresar lo que sentía como aquel día que fueron en su rescate y no quiso ser parte de su abrazo, creyendo que él no se daría cuenta de que estaba llorando aliviado por su regreso.

Para Izuku, leer todo aquello que había escrito Katsuki había sido como una bendición. Shoto se lo había llevado pensando que era suyo y aunque no lo era, todo era sobre él.

Izuku murió de amor en el momento que comprendió todo, aún cuando Kacchan le pedía perdón por algo que él ya había perdonado hace mucho tiempo.

Al mirar al rubio así, tan vulnerable, solo sintió que jamás quería que estuviera así de mal, así de adolorido, así de triste.

—Kacchan —susurró, levantando la cabeza del chico para que pudiera mirarlo. Sus ojos rojizos que siempre miraban con tanta intensidad, en ese momento estaban tan atribulados que para ayudarlo, sonrió—. Te he perdonado hace muchos años. Y decidí perdonar cualquier cosa que pudieras hacer en en futuro, porque yo, desde el fondo de mi corazón, te amo. —Katsuki estaba atónito e Izuku lo sabía, por lo que comenzó a acariciar la mejilla del rubio con cariño—. Te he amado desde siempre. No tienes idea de cómo me alegra saber que tú también me amas como yo te amo a ti.

Katsuki estaba tan sorprendido que el siguiente beso de Izuku fue lo que necesitaba para despertar.

Y fue como la gloria.

—Izuku —susurró, teniéndolo tan cerca que de pronto le pareció un sueño—. ¿Tú me amas?

—Te amo tanto que podría morir.

Katsuki sonrió, con lágrimas cayendo por sus mejillas, una tras otra.

—Nunca pensé que podrías amar tanto —sollozó, tan asustado de que fuera una ilusión que podría romperse en cualquier momento.

Izuku volvió a besarlo y apoyó su frente en la de él, cerrando sus ojos.

—Me encanta amar(te) tanto.

Y Katsuki supo que jamás podría volver a temer.

FIN.

***
Holaa, aquí Hada. Espero que les guste esta historia. En realidad la escribí en 2021 y fue la primera historia que vio la luz, incluso antes de Incorrecto, pero había decidido borrarla porque no sentí que fuera muy buena. Ahora la he corregido y espero que para ustedes si lo sea, porque creo que ahora esta mejor que antes.
Muchas gracias por leer, comentar y votar.
Me alegran los días.
-Hada.

Amar(te) tanto (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora