Epílogo

128 20 2
                                    

Había pasado un año desde que Bin le había pedido matrimonio, y desde que le había marcado en su celo.

Unos meses después del celo y la marca, decidieron buscar una casa para vivir juntos, ya que el lazo era cada vez más fuerte y era incómodo y triste para sus lobos vivir separados. Vivir en un departamento era algo a lo que estaban acostumbrados, pero para vivir los dos juntos acordaron que querían un espacio diferente y más amplio, ya que ambos sabían que en algún momento iban a querer tener una gran familia, y que mejor que tener el lugar preparado de antemano.

Comenzaron a hacer planes para casarse y hacer una pequeña celebración, invitando solo a sus familiares y amigos más cercanos a la ceremonia.

Claro, pasaron más celos juntos, lo que... causó que llegara a esta situación: quedó embarazado.

Al principio no podía creerlo, recordaba tomar sus pastillas todos los días. Claro, no habían usado condón en sus celos, pero creía que con los supresores era suficiente.

Comenzó a sentir nauseas todas las mañanas, mareos, y los olores lo desconcertaban y molestaban. Creyó que tenía algún virus estomacal, y fue al doctor a que lo revisen para que le den algún medicamento.

Terrible fue la sorpresa que se llevó cuando le hicieron análisis de sangre y le confirmaron que estaba esperando un cachorro. Estaba en shock, emocionado y ansioso; sabía que Bin no se enojaría con él por esto, pero los nervios no lo abandonaban por nada.

Le hicieron un ultrasonido en la que le aseguraron que el pequeño estaba en perfectas condiciones y le dieron un par de copias para que se llevara a casa. Cuando llegó estaba exhausto, por lo que se dio un baño, se puso ropa de Bin y se acostó a dormir un rato.

Para cuando despertó, el pelinegro le estaba sacudiendo el brazo suavemente y le repartía besos por toda la cara. Dongmin se acurruca más sobre sí mismo y acerca su cara al hombro del otro, buscando de su aroma automáticamente.

Terminaron envueltos el uno en el otro, tapados por los cobertores. Cuando Bin le preguntó por su malestar estomacal y Dongmin le contestó que era algo de largo plazo, la cara del pelinegro se transformó, pálido de la preocupación. El rubio se río de la situación, y bajó de la cama para buscar la copia de la ecografía y mostrársela al alfa tonto que tenía por compañero. La reacción de Bin pasó desde confundido, sorprendido, hasta emocionado, abrazando a su omega y llorando porque pronto serían padres.

A partir de allí, pasaron las semanas y comenzaron a contar la noticia a sus padres, amigos (Sanha pegó un grito tan agudo que lo dejó temporalmente sordo, atacándolo con un abrazo gigante y muchas lágrimas, declarando que el cachorro sería el más mimado de todos) y compañeros de trabajo (Sejeong estaba muy emocionada por la noticia, Wonho no tanto. ¿A quién le importa ese?)

Era algo muy emocionante sentir crecer al pequeño en su vientre, ver los cambios en su cuerpo, y tener un alfa tan atento y amoroso como el suyo a su lado, atendiendo todas sus necesidades, y básicamente malcriandolo todo el tiempo.

Lo que no se sentía tan bien era la atención no deseada que seguía atrayendo. Al parecer, una marca en el cuello y una pequeña pancita no eran suficientes señales de que un omega está tomado, y los babosos seguían llegando a reclamar atención.

Era algo muy frustrante no poder caminar tranquilo por la calle, o ir a comprar sin que algún idiota quiera acercarse a olerlo o pedirle su número. Las hormonas y el estrés de la atención no requerida hacía que terminara gruñendo a las personas, y les mostrara los dientes de manera amenazadora. Incluso les ha llegado a gritar: ¿no ves mi vientre?, ¿no hueles el cachorro?, ¿no ves la marca?, ¿necesitas lentes o un médico que te revise?

Claro que después de lo último, llega de más agitado a casa, haciendo que su alfa lo abrace y le borre los olores ajenos del cuerpo, ayudándolo a relajarse.

Para el segundo trimestre, afortunadamente su pancita de embarazado es cada vez más prominente, y comenzó a salir a todos lados con prendas usadas previamente por Bin, por lo que el acoso se volvió mínimo (el hecho de que tenga un gas pimienta en el bolso, y que lo haya usado también ayuda).

También cesaron las náuseas matutinas y los mareos, aunque fueron reemplazados por hinchazón en los pies y antojos raros a altas horas de la madrugada. Ama a su pequeño, de verdad que si, pero si hay algo que extraña es poder dormir de corrido y de cualquier posición que se le antoje.

De cualquier manera, sigue feliz de como le está tocando vivir, del hermoso y comprensivo compañero que le tocó, y que también le hizo un nido donde puede pasar sus horas de descanso. Claro que sigue trabajando, porque siempre se ha considerado una persona independiente, por lo que va a continuar en lo que ama hasta que le toque pedir licencia, y va a disfrutar de su tiempo con su cachorro tan cerca hasta que nazca.

Le había tocado su revisión del quinto mes, y había ido acompañado por Sanha porque los dos alfas estaban trabajando en un proyecto que los tenía apurados y haciendo muchas horas en la oficina. Aprovecharon que podía salir temprano de la escuela para ir al centro comercial a pasear, comprar cosas para el cachorro y almorzar, antes de la cita con el médico, y aprovecharon para ponerse al día con sus vidas.

Cuando entraron al consultorio, un joven beta muy amable que siempre trata bien a todos sus pacientes, recibe a Dongmin y le pregunta por el avance de su cachorro, y como se ha estado sintiendo en esos días. Luego de tomarle los signos vitales y prescribirle unas vitaminas, lo hace acostarse en la camilla para revisar el avance con el ecografo. Allí encuentra que el cachorro, que ha descubierto es un varón, se encuentra en perfecto estado de salud y se desarrolla perfectamente. Tanto a Sanha como a Dongmin se le llenan los ojos de lágrimas, y los deja unos minutos a solas, ya que los omegas están emocionales y necesitan unos momentos para controlarse.

—A Bin le va a dar algo cuando se entere que descubrí el sexo de su pequeño antes que él —se reía Sanha, mientras que el otro le da una pequeña reprimenda y un golpe en el brazo.

Esa noche, Bin vuelve a casa para encontrarse con una mesa servida toda de azul, los platos, vasos, cubiertos y hasta pequeños globos adornando el lugar.

—¿Tienes algo que contarme amor? —le pregunta Bin con una ceja alzada.

—Sanha se enteró antes que tú que tu cachorro va a ser un niño —le dice encogiéndose de hombros.

—Mierda, sabía que no debía perderme esta cita —dice rodando los ojos y acercándose a Dongmin para abrazarlo y dejarle besos en la marca. Sus manos viajan automáticamente a la pancita del omega y acaricia suavemente el bulto.

Terminaron en la habitación, en el nido, con Dongmin acostado perezosamente entre las almohadas mientras Bin acariciaba, besaba y hablaba su vientre, los dos ronroneando de la emoción.

Los planes para casarse estaban yendo también como lo planeaban. Querían algo pequeño y reservado en un salón en Seúl, les van a reservar habitaciones en hoteles cercanos a sus padres y van a esperar hasta septiembre, unos tres meses después de que nazca su cachorro para celebrarlo, porque claro, su pequeño es familia y lo quieren presente cuando digan el "si".

Así que si, la vida puede ser complicada y dar vueltas sin que lo espere, pero Dongmin siempre se asegura de ir a su ritmo, o de mandar a la mierda a quien deba en el momento. Ama a su alfa, a su cachorro y a su familia, y eso es lo importante.

(You're the) Devil in disguise | BinwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora