Capítulo Uno: ¡Sorpresa! La menina se une a Brasil

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Abril, 2021

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Abril, 2021

A un mes del inicio del Mundial Juvenil, los titulares de las noticias deportivas a nivel mundial destacaban la cancelación del evento, ya que el país anfitrión se encontraba inmerso en una guerra civil. Los países contendientes, que habían estado preparándose con entusiasmo, quedaron desconcertados, y un gran revuelo se suscitó en la FIFA.

En los días siguientes, comenzaron a circular rumores sobre qué país asumiría la responsabilidad de organizar el evento. Primero se dijo que Alemania lo acogería, luego Brasil, pero finalmente, el país que aceptó la responsabilidad no fue otro que Japón, el creciente rival que ya había derrotado a varias selecciones participantes.

Este cambio provocó un retraso del Mundial de un mes. La contienda comenzaría en julio. Ahora solo quedaba prepararse para el evento.

La Selección de Brasil inició su preparación con entrenamientos básicos: tiros al arco, pases, tiros de esquina, penales, y más. De los 23 seleccionados, hasta el momento solo se conocían 21, y los chicos estaban ansiosos por saber quiénes ocuparían los dos lugares restantes. Roberto, el entrenador, siempre traía consigo grandiosas sorpresas.

Cuando Roberto llegó al campo de entrenamiento con una expresión inusualmente animada, la sorpresa se reflejó en los rostros de los jugadores. A su lado estaba Carine, la menina de Brasil, con una sonrisa en su rostro.

—¡Sorpresa! —exclamó Roberto, quien raramente mostraba ese tipo de entusiasmo, salvo con sus dos jóvenes jugadores asiáticos—. La menina se unirá al equipo.

—No se librarán de mí —dijo ella, intentando sonar arrogante, aunque sus ojos brillaban con emoción.

Los jugadores seleccionados sabían de su reciente lesión, por lo que verla allí los dejó tan asombrados que ninguno pudo articular palabra.

—Quiten esas caras de muertos. Con ese recibimiento, mejor ni hubiera aceptado —dijo Carine, frunciendo el ceño y cruzándose de brazos—. ¿Ni tú te alegras, Santi?

Santana soltó una carcajada, rompiendo la tensión.

—Eres muy terca, Carine —dijo con una sonrisa, Santana había tenido un gran cambio después de ese enfrentamiento ante los Brancos, muchos cambios se presentaron en ese partido—. Pero bienvenida al grupo.

Pepe se acercó con preocupación en su mirada—. Carine, ¿tu lesión sigue igual?

Ella lo miró de arriba abajo antes de responder—. Deberías sentirte culpable, pero al menos ahora puedo caminar.

—Por ahora, manténganse informados de que Carine será nuestra última seleccionada —intervino Roberto.

Ninguno de los jugadores intentó decir algo. Sabían que aún faltaba una persona, pero no se meterían en asuntos que no les correspondían. Al menos, así pensaban algunos.

Roberto se alejó y Santana lo siguió, mientras los otros formaban un círculo alrededor de Carine, la única chica del grupo.

Animadamente, comenzaron a conversar y aquellos que no la conocían se presentaron. La camaradería se estableció rápidamente.

Por otro lado, Leo mantenía su mirada fija en Carine. Hacía semanas que no se veían en persona, solo intercambiaban mensajes breves y secos por parte de ella. Leo esperaba que Carine lo mirara, pero hasta ese momento, no lo había hecho.

Salinas, el portero, notó la situación y le dio dos palmadas a Leo en el hombro.

—Oigan, creo que aquí estorbamos un poco —dijo Salinas, con una sonrisa.

—¿Por qué? —curioseó Pepe.

—Solo caminen —respondió Salinas.

Todos siguieron al portero, y al ver quienes se quedaban, entendieron. Algunos lanzaron chiflidos y bromas, provocando sonrojos en los chicos.

Leo, aprovechando la privacidad, tomó suavemente la mano de Carine—. Ya extrañaba verte —el silencio se mantuvo por unos segundos—. Carine, perdón.

—Tranquilo, Leo.

Leo la miró inseguro, y al ver esto, Carine lo abrazó en un intento de transmitirle seguridad.

Él le murmuró algo, provocando una pequeña risa en ella. Después contestó con un "mhm".

Leo se separó un poco, tomó su mentón y unió sus labios con los de ella. Como siempre, Carine sintió la calidez en cada beso; su estómago se revolvió y su corazón pareció querer explotar.

Tras unos segundos, se separaron compartiendo una sonrisa cómplice.

—Ahora me tocará cuidarte cada vez que pises el campo en el Mundial Juvenil. No quiero que tu lesión se agrave, menina.

Ella sonrió—. No pisare mucho el campo, pero te acepto eso, siempre y cuando no sea en un partido contra Japón.






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