02 | Cuando crees que nada puede empeorar, créeme que sí

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Otis me recordaba a Baloo.

No tanto por el parecido, porque Otis es un beagle típico con una expresión constante de preocupación pero aún tierna y orejas largas que me gusta acariciar. Me recordaba más a mi perro en la parte juguetono y hambrienta, Otis no puede escuchar que abran un paquete de cualquier cosa porque ya está olisqueando para saber qué es.

Es otra cosa que no me gusta tanto de la visita. Adoro a ese cachorro pero me recuerda al mío que dejé en casa.

—Quiero empezar preguntando, ¿Cómo estás, Diane?

—Estoy bien —es mi respuesta automática.

Hannah suspiró, entrelazando sus dedos sobre el escritorio e inclinándose hacia adelante. Su cara no tiene una expresión específica, pero yo sé que no me ha creído.

Mentirle a una psicopedagoga no es tan fácil como uno puede llegar a creer.

—Diane, sé que tus visitas a mi oficina no son tu cosa favorita, pero son necesarias. Desde hace muchos tus notas están bajando, los profesores comentan que estás distraída en clases, y Harper mencionó que despiertas sobresaltada todas las mañanas.

Luego me las arreglaría con Harper.

—Solo estoy cansada.

—¿Desde cuándo?

Buena pregunta.

—Se me pasará.

—¿En qué momento?

Uh, no me agradas, Hannah.

—Solo... solo tengo que ponerle más empeño.

—¿Cuándo, Diane? —sigo acariciando detrás de las orejas de Otis, no tenía una respuesta para ninguna de esas preguntas—. Diane, yo estoy aquí específicamente para ayudarte. Si no te dejas ayudar, ¿Cómo crees que te sentirás mejor?

—Estoy... bien.

—Linda, no lo estás —su voz se vuelve suave y tranquila, por alguna razón sus palabras tocaron una fibra sensible.

Yo mejor que nadie sabía eso: no estaba bien. Desde hace un tiempo no lo estoy, solo finjo estarlo para tener esa falsa tranquilidad. Es más fácil fingir que mis problemas no existen que solucionarlos.

—Eso no está mal, Diane —agregó intentando buscar mi mirada—, somos humanos, nuestras emociones nunca se mantienen en un solo lugar. Suben, bajan y giran, es un carrusel. De nosotros depende de si quedarnos en un estado emocional. De ti depende seguir así.

—No es fácil —murmuré.

—No, claro que no. Nadie nunca ha dicho que ser un humano es fácil, las emociones son complejas de entender, lo que nos ayuda es... hablar.

En su rostro se asoma una pequeña sonrisa de lado.

Hablar. Claro, como si eso fuera más fácil. Cómo si contar tus problemas fuera fácil. Como si expresar el como te sientes fuera fácil. Fácil es saltar del acantilado a la playa, ¿Hablar? No, eso no.

Y yo más que nadie lo sabe por experiencia, como si haber hablado me ayudó en algo. Hablar... no siempre soluciona las situaciones, a veces hasta puede empeorarlas.

No respondí nada, seguí con las caricias a Otis, que golpea una de sus patas traseras contra mi rodilla por el placer de la caricia. Hannah suspiró de nuevo.

—¿Desde cuándo no vas a casa, Diane?

Tampoco respondí, no quería decir eso en voz alta.

—Una vez dijiste que tenías un perro también, ¿Desde cuándo no lo ves?

Las Calles De La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora