Capitulo 3: un buen lugar para una tumba

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Seria falso decir que no le costó mucho salir de debajo de Sasuke, puesto que, si le costó, porque, para empezar, el mismo se había golpeado con la caída y aunque odiara admitirlo, él era un doncel pequeño y Sasuke era un varón grande, que pese a sus mejillas hundidas y al hecho de parecer mas un fantasma que uno de los vivos, aún poseía una contextura imponente, de alta estatura y bien proporcionado.

Como es natural, fue también imposible para Naruto subirlo a una cama del segundo piso, y ni soñar de subirlo al desván por la escalera plegable, afortunadamente, todo el primer piso estaba limpio y libre de polvo, así que en una pequeña estancia quitó las sábanas que cubrían los escasos, pero bonitos y limpios muebles y acostó, como pudo, al pesado Sasuke sobre uno de estos. Algo que no admitiría jamás, es que usó la carretilla para mover a su marido, en un futuro, Sasuke tampoco lo sabría, Naruto se llevó ese secreto a la tumba.

Pero bueno, siendo realistas, no se podía esperar que un pequeño doncel cargara a Sasuke, un varón grande quien además poseía otra docena de kilos extra por el peso de la armadura que portaba.

Una vez acostado Sasuke en el mueble, Naruto encendió el fuego de la chimenea para calentar la estancia, con sabanas y dos almohadas limpias lo acostó apropiadamente acomodándolo sobre el mueble, después de todo, cuando volteó la carretilla sobre el mueble, esta no vertió a Sasuke apropiadamente.

Empezó a quitarle la armadura, horrorizándose por la vista de una maraña de ropa desgastada con sangre seca, heridas mal cicatrizadas, algunas abiertas, y la delgadez que pregonaba el cuerpo que quizá, unos meses atrás, era musculoso e imponente.

Una vez desvestido Sasuke, Naruto lo limpió con un paño, agua tibia que hirvió en la chimenea, y uno de los últimos jabones que le quedaban de los que le robó a su medio hermano Menma, mientras limpiaba a Sasuke, solo sintió lastima y mas lastima por ese hombre, el honorable duque había sido reducido a un moribundo.

Pero entonces recordó mientras lo limpiaba, que ese hombre era un traidor, y lo peor de todo, también era un noble, Naruto no tenía buena impresión de los nobles, al contrario, los repudiaba, conocía a varios, al vizconde, a la vizcondesa, a su medio hermano Menma y a sus amigos, a las personas cercanas al vizconde, todos eran personas absolutamente despreciables, y si siendo vizcondes eran personas tan terribles nada bueno se podía esperar de un duque.

Entonces empezó a temer, el vizconde requería gente que hasta se agachara a abrocharle los botones del pantalón después de orinar, siendo así, entonces cuan caprichoso sería un duque, Naruto empezó a pensar en la situación, también en las alternativas y llegó a dos conclusiones, la primera, si el duque solo pedía que cumpliera sus obligaciones maritales sin molestarlo demasiado, si comía lo que hubiera y si lo dejaba hacer sus cosas sin estorbar, podrían tener una convivencia, en cambio, si el duque se comportaba prepotente, y lo menospreciaba o trataba mal, ya sea por ser plebeyo o por ser un doncel, se iría absolutamente, cargando solo con lo que tenia ahorrado, era triste, pues la vida era dura sin un hogar estable, es algo que el sabia debido a una vida de vagabundo con su padre Iruka, pero era mejor eso a convivir con un marido insufrible.

Sasuke tampoco tenía muchas opciones, era un traidor dado por muerto, solo le quedaba podrirse en esa casa junto a Naruto y nada más, siendo así, Naruto esperaba que tuviera un carácter al menos manejable y se pudieran permitir tener una convivencia no perfecta, pero al menos tolerable.

Mientras pensaba aquello, Naruto se dio cuenta de que el duque estaba ardiendo por un estado febril, se dirigió a la cocina y preparó cataplasmas para la fiebre, también, con un cubo de madera sacando la cabeza de Sasuke por el borde del sillón, le lavó la cabeza con jabón, el cabello, tieso por el sudor, quedó sedoso después de ser lavado, Naruto cuando era niño conoció en la calle a un médico que había caído en las drogas y el mal vivir, fuera de ser adicto, el hombre no era malo, y le enseñó un par de cosas, lo esencial era que la suciedad atraía a las enfermedades y las infecciones, y que al febril había que impedirle calentarse demasiado, por ello, era bueno usar toallas húmedas o bañar al enfermo.

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