Reacción #3

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[...]

—Oye papá, ¿Por qué mamá es tan grosera contigo?

—...—

—¿Pregunté algo malo?

—Claro que no nena, solo que papá ahora está manejando y necesita concentrarse y más con esta lluvia, mejor cuéntame tu primer día en preescolar ¿si?

—...Pues... unos niños me dijeron cosas feas en el recreo...—

—...—

—Dijeron que mi cara era rara y parecía un gato negro de la mala suerte, también me arrebataron mis lentes y los lanzaron por la ventana... ¡pero no se dañaron mucho!—

La pequeña no podía contener más sus lágrimas por lo que empezaron a caer de una en una, su primer día en preescolar había sido terrible, ¿incluso en preescolar los niños eran tan groseros? no era su culpa que sus ojos se parecieran a los de un gato o que su vista no fuera buena, era simplemente una niña.

—...—

De pronto, mientras la pequeña estaba en el asiento trasero del auto limpiando sus lágrimas, este frenó, y en unos pocos segundos su madre entraría al auto en la parte delantera junto a su padre.

—Dios mío, están lloviendo perros y gatos  afuera—

—¿Sanji te comento lo que sucedió en su escuela?—

—¿Huh? ¿Lo de que según la molestan? Ah si, pero pues que se le va a hacer, son niños, déjalos— La madre respondía indiferente a la situación de su hija, realmente cualquier situación que involucraba a su propia hija no le interesaba en absoluto.

—Bájate.—

—Deja de exagerar y arranca el auto, debo de ir a la práctica de Sho—

—¡Dije que te bajaras! No escuchaste? O de tantos químicos en tu cabeza ya no piensas bien?—

—¿¡Disculpa!?—

—Bajate ahora mismo Yoko—

—Eres un inmaduro—

—Y tú eres una desgraciada, ser tan indiferente con la situación de tu hija, dios mío ¿no te das cuenta lo ridícula que te comportas?—

—¿Todo esto es por la mocosa? ¿sabes qué? mejor pediré un taxi, Nos vemos el fin de semana— Sin más, la mujer bajó del auto azotando la puerta e inmediatamente el auto arrancaría a toda velocidad.

—¿Papá?...

.
.
.

Todo sucedió en una fracción de segundo,
luces rojas, sirenas, el olor a gasolina y el humo eran todo lo que se podían percibir en la escena, mientras que el cuerpo inmóvil pero consiente de la menor observaba directamente los ojos sin brillo de su padre inerte. La escena era atroz, una parte del auto estaba enterrada en la cabeza de su progenitor, su brazo había sido desprendido de su cuerpo, su mandíbula estaba zafada de su lugar y su rostro estaba cubierto de sangre, no podía dejar de verlo por más que quisiera, su cuerpo y mente no reaccionaban y se limitaba a sentir como las gotas caían en su cara.

¿Qué había hecho para que le sucediera esto?

—¡PAPÁ! ¡PAPÁ!

[...]

Mírame a los ojos (Tsukishima Kei & OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora