⁰⁴

132 7 0
                                    

Una hora más tarde, cuando subían por la escalera para salir de las mazmorras, la mente de Harry era
un torbellino y su ánimo estaba por los suelos. Había perdido dos puntos para Gryffindor en su primera
semana… ¿Por qué Snape lo odiaba tanto?

—Anímate —dijerón Ron y Draco al mismo tiempo—. Snape siempre le quitaba puntos a Fred y a George. ¿Puedo ir a ver a
Hagrid contigo?
Preguntó Ron

Salieron del castillo cinco minutos antes de las tres y cruzaron los terrenos que lo rodeaban. Hagrid vivía en una pequeña casa de madera, en el borde del bosque prohibido.

Una ballesta y un par de botas
de goma estaban al lado de la puerta delantera. Cuando Harry llamó a la puerta, oyeron unos frenéticos rasguños.

—Atrás, Fang, atrás.
La gran cara peluda de Hagrid apareció al abrirse la puerta.

—Entrad —dijo—. Atrás, Fang.
Los dejó entrar, tirando del collar de un imponente perro negro.

Había una sola estancia. Del techo colgaban jamones y faisanes, una cazuela de cobre hervía en el
fuego y en un rincón había una cama enorme con una manta hecha de remiendos.

—Estáis en vuestra casa —dijo Hagrid,
soltando a Fang, que se lanzó contra Ron y comenzó a lamerle las orejas. Como Hagrid, Fang era evidentemente mucho menos feroz de lo que parecía.

—Éstos son Ron y Draco —dijo Harry a Hagrid, que estaba volcando el agua hirviendo en una gran tetera y
sirviendo pedazos de pastel.

—Otros Weasley, ¿verdad? —dijo Hagrid, mirando de reojo las pecas de Ron—. Me he pasado la mitad de mi vida ahuyentando a tus hermanos gemelos del bosque.

El pastel casi les rompió los dientes, pero Harry y Ron fingieron que les gustaba, mientras le contaban a Hagrid todo lo referente a sus primeras clases. Fang tenía la cabeza apoyada sobre la rodilla de Harry y babeaba sobre su túnica.

Harry y Ron se quedaron fascinados al oír que Hagrid llamaba a Filch «ese viejo bobo».

—Y en lo que se refiere a esa gata, la Señora Norris, me gustaría presentársela un día a Fang.
¿Sabéis que cada vez que voy al colegio me sigue todo el tiempo? No me puedo librar de ella. Filch la envía a hacerlo.
Harry le contó a Hagrid lo de la clase de Snape. Hagrid, como Ron, le dijo a Harry que no se preocupara, que a Snape no le gustaba ninguno de sus alumnos.

—Pero realmente parece que me odie.
—¡Tonterías! —dijo Hagrid—. ¿Por qué iba a hacerlo?
Sin embargo, Harry no podía dejar de pensar en que Hagrid había mirado hacia otro lado cuando dijo
aquello.

—¿Y cómo está su hermano Charlie? —preguntó Hagrid a Ron—. Me gustaba mucho, era muy bueno con los animales.
Harry se preguntó si Hagrid no estaba cambiando de tema a propósito. Mientras Draco le hablaba a Hagrid del trabajo de Charles con los dragones, Harry miró el recorte del periódico que estaba sobre la
mesa.

Era de El Profeta.
RECIENTE ASALTO EN GRINGOTTS
Continúan las investigaciones del asalto que tuvo lugar en Gringotts el 31 de julio. Se cree que se
debe al trabajo de oscuros magos y brujas desconocidos.
Los duendes de Gringotts insisten en que no se han llevado nada. La cámara que se registró
había sido vaciada aquel mismo día.
«Pero no vamos a decirles qué había allí, así que mantengan las narices fuera de esto, si
saben lo que les conviene», declaró esta tarde un duende

—¡Hagrid! —dijo Harry—. ¡Ese robo en Gringotts sucedió el día de mi cumpleaños! ¡Pudo haber sucedido mientras estábamos allí!
Aquella vez no tuvo dudas: Hagrid decididamente evitó su mirada. Gruñó y le ofreció más pastel.

Otro Weasley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora