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Era invierno en Hogwarts, y Draco, influenciado por su hermano Ron, se enteró de que Harry había sido seleccionado para el equipo de Quidditch de Gryffindor. Aunque el Quidditch no era precisamente su deporte favorito, estaba dispuesto a presenciar los partidos por su amistad con Harry. Después de todo, ¿qué no haría un amigo por otro?

La temporada de Quidditch estaba por comenzar, y Oliver Wood finalmente permitiría que Harry mostrara sus habilidades en el campo. Draco se sentía emocionado por ver a su amigo jugar y demostrar su destreza.

Sin embargo, toda esa emoción se desvaneció en un instante cuando vio a la desagradable Malfoy molestando a un estudiante de Hufflepuff en la biblioteca.

-¡Detente, Malfoy! ¿Crees que eres superior solo por tu dinero?-gritó Draco, con furia evidente en su voz.

Malfoy, acompañada de Crabbe y Goyle, se burló de Draco y lo provocó -Ah, ha llegado la futura señora Potter, ¿verdad?-

-¡Cállate! No sabes nada de mí-respondió Draco con el ceño fruncido.

-¿No sé nada de ti? Sé incluso de tu ridículo enamoramiento por Potter. Conozco más de ti de lo que te imaginas-, dijo Pershepone con una sonrisa altanera, mientras Draco se sentía avergonzado.

-¿Qué pasa, Weasley? ¿Te he dejado sin palabras?-continuó provocando Malfoy, mientras el estudiante de Hufflepuff observaba la escena horrorizado.

-Vete al diablo-, respondió Draco con determinación.

-¿En serio? Parece que alguien está molesto porque Potter no le presta atención-se burló Malfoy.

-¡Cállate, Malfoy! Aunque Harry no me preste atención, al menos mi padre no me desprecia.
dijo Draco con valentía, haciendo que la risa de Malfoy se desvaneciera lentamente.

Agarro la mano del Hufflepuff y se dirigió ala sala comun donde estaba Harry,Ron y los demás

En la sala común de Gryffindor había mucho ruido aquella noche. Harry, Ron y Draco estaban sentados juntos, cerca de la ventana. Draco estaba repasando los deberes de Harry y Ron sobre Encantamiento.

Nunca los dejaba copiar («¿cómo vais a aprender?»), pero si le pedían que revisara los
trabajos les explicaba las respuestas correctas.
Harry se sentía inquieto.

Quería recuperar su libro sobre quidditch, para mantener la mente ocupada yno estar nervioso por el partido del día siguiente. ¿Por qué iba a temer a Snape? Se puso de pie y dijo a Ron y Draco que le preguntaría a Snape si podía devolverle el libro.

—Yo no lo haría —dijeron al mismo tiempo, pero Harry pensaba que Snape no se iba a negar, si había otros profesores presentes.
Bajó a la sala de profesores y llamó. No hubo respuesta. Llamó otra vez. Nada.

¿Tal vez Snape había dejado el libro allí? Valía la pena intentarlo. Empujó un poco la puerta, miró antes de entrar… y sus ojos captaron una escena horrible.
Snape y Filch estaban allí, solos. Snape tenía la túnica levantada por encima de las rodillas.

Una de sus piernas estaba magullada y llena de sangre. Filch le estaba alcanzando unas vendas.
—Esa cosa maldita… —decía Snape—. ¿Cómo puede uno vigilar a tres cabezas al mismo tiempo?
Harry intentó cerrar la puerta sin hacer ruido, pero…

—¡POTTER!
El rostro de Snape estaba crispado de furia y dejó caer su túnica rápidamente, para ocultar la piernaherida. Harry tragó saliva.
—Me preguntaba si me podía devolver mi libro —dijo.
—¡FUERA! ¡FUERA DE AQUÍ!
Harry se fue, antes de que Snape pudiera quitarle puntos para Gryffindor.

Subió corriendo la escalera.
—¿Lo has conseguido? —preguntó Ron, cuando se reunió con ellos—. ¿Qué ha pasado?
Entre susurros, Harry les contó lo que había visto.

Otro Weasley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora