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Percy el prefecto se puso de pie y le estrechó la mano vigorosamente, mientras los gemelos Weasley gritaban:

-¡Tenemos a Potter! ¡Tenemos a Potter!-Harry se sentó en el lado opuesto al fantasma que
había visto antes. Éste le dio una palmada en el brazo, dándole la horrible sensación de haberlo metido en un cubo de agua helada.
Podía ver bien la mesa de los profesores. En la punta, cerca de él, estaba Hagrid, que lo miró ylevantó los pulgares.

Harry le sonrió. Y allí, en el centro de la mesa, en una gran silla de oro, estaba
sentado Albus Dumbledore. Harry lo reconoció de inmediato, por el cromo de las ranas de chocolate. El cabello plateado de Dumbledore era lo único que brillaba tanto como los fantasmas.

Harry también vio al
profesor Quirrell, el nervioso joven del Caldero Chorreante. Estaba muy extravagante, con un gran turbante púrpura.
Y ya quedaban solamente cuatro alumnos para seleccionar. A Turpin, Lisa le tocó Ravenclaw, y después
le llegó el turno a Ron y Draco. Ron tenía una palidez verdosa y Harry cruzó los dedos debajo de la mesa. Un segundo
más tarde, el sombrero gritó: ¡GRYFFINDOR!

Después fue el turno de Draco y Harry esperaba con todo su ser que fuera un Gryffindor como el,Después de cuatro minutos el sombrero gritó  -¡GRYFFINDOR!-

Harry aplaudió con fuerza, junto con los demás, mientras que Ron se desplomaba en la silla más próxima.
—Bien hecho, niños, excelente —dijo pomposamente Percy Weasley, por encima de Harry, mientras que Zabini, Blaise era seleccionado para Slytherin. La profesora McGonagall enrolló el pergamino y se
llevó el Sombrero Seleccionador.
Harry miró su plato de oro vacío. Acababa de darse cuenta de lo hambriento que estaba.

Los pasteles le parecían algo del pasado.
Albus Dumbledore se había puesto de pie. Miraba con expresión radiante a los alumnos, con los
brazos muy abiertos, como si nada pudiera gustarle más que verlos allí.
—¡Bienvenidos! —dijo—. ¡Bienvenidos a un año nuevo en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero deciros unas pocas palabras. Y aquí están, ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas! ¡Pellizco!
… ¡Muchas gracias!

Se volvió a sentar. Todos aplaudieron y vitorearon. Harry no sabía si reír o no.
—Está… un poquito loco, ¿no? —preguntó con aire inseguro a Percy.
—¿Loco? —dijo Percy con frivolidad—. ¡Es un genio! ¡El mejor mago del mundo! Pero está un poco loco, sí. ¿Patatas, Harry?-

Harry se quedó con la boca abierta. Los platos que había frente a él de pronto estuvieron llenos de comida. Nunca había visto tantas cosas que le gustara comer sobre una mesa: carne asada, pollo asado,chuletas de cerdo y de ternera, salchichas, tocino y filetes, patatas cocidas, asadas y fritas, pudín,
guisantes, zanahorias, salsa de carne, salsa de tomate y, por alguna extraña razón, bombones de menta.

Los Dursley nunca habían matado de hambre a Harry, pero tampoco le habían permitido comer todo lo que quería. Dudley siempre se servía lo que Harry deseaba, aunque no le gustara

—Eso tiene muy buen aspecto —dijo con tristeza el fantasma de la gola, observando a Harry mientras éste cortaba su filete.

—¿No puede…?
—No he comido desde hace unos quinientos años —dijo el fantasma—. No lo necesito, por supuesto

—¡Yo sé quién es usted! —dijo súbitamente Ron—. Mi hermano me lo contó. ¡Usted es Nick Casi Decapitado!

—Yo preferiría que me llamaran Sir Nicholas de Mimsy… —comenzó a decir el fantasma con
severidad, pero lo interrumpió Seamus Finnigan, el del pelo color arena.

—¿Casi Decapitado? ¿Cómo se puede estar casi decapitado?
Sir Nicholas pareció muy molesto, como si su conversación no resultara como la había planeado.

Otro Weasley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora