Fuego. Sí, es una palabra adecuada para describir lo que ocurría en ese momento. También sirven palabras como: destrucción, llamas, soledad, etc.
Pero una palabra que describe a la perfección todo lo que sentía era: muerte.
No sé qué está pasando; tampoco sé qué estaba haciendo antes de que ocurriera, pero duele, duele mucho. No quiero sentir este dolor, quiero que desaparezca.
Escucho voces, aunque mi cabeza está lo suficientemente nublada como para que nada sea claro. Tal vez sean gritos de agonía, tal vez sean llantos, no lo sé, pero definitivamente no es nada agradable.
—¿¡Hay alguien con vida?! ¡Por favor, solo necesito una señal! —era una voz masculina. Sí, ahora recuerdo lo que está pasando.
Estoy a punto de morir.
No sé qué pasó con mis padres; tal vez ya hayan muerto. Pero no siento tristeza ahora mismo, solo dolor. Todo mi cuerpo está envuelto en llamas, y duele. No puedo pensar con claridad en este momento.
Tal vez esa voz que escuché está buscando sobrevivientes. Lo siento, pero yo no valgo para uno. Ya estoy... ¿Uh?
Qué extraño. Hasta ahora solo veía aquel cielo negro y solitario, cubierto de nubes oscuras y de llamas envueltas en humo. Entonces... ¿por qué?
—Estás con vida... estás con vida... ¡Estás con vida! Gracias, gracias...
¿Por qué?
—Pude encontrar a alguien, menos mal. Gracias por estar con vida... pude encontrar a uno, pude encontrarte.
No lo entiendo.
Soy yo quien está agonizando, y sin embargo, no siento que sea yo el que está siendo salvado. Siento un calor insoportable y apenas puedo respirar.
Incluso en esta situación, siento celos.
Ese hombre no me salvó a mí. Aquel hombre, con lágrimas en los ojos, se salvó a sí mismo.
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Desde entonces ha pasado un tiempo. No sé qué ocurrió en el medio; la verdad, tengo la memoria muy borrosa ahora mismo, pero recuerdo una conversación que me marcaría para siempre.
Estaba recostado en una camilla del hospital, en una sala junto a otros niños en mi misma condición. Aparentemente, todos éramos víctimas del incidente. El día transcurría sin más hasta que vi entrar a la sala a un hombre de cabello negro, con un traje del mismo color y una gabardina. Tenía el cabello alborotado y una mirada vacía, pero extrañamente viva.
—Yo. Soy Kiritsugu. Emiya Kiritsugu. Tal vez sea repentino hablar de esto ahora, ya que el incidente ocurrió hace poco, pero creo que no hay más opción. Ejem...
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Fate/Stay Night: El héroe vive
FantasíaLa cuarta guerra del santo grial dejó consecuencias devastadoras, las suficientes como para no ser nombradas por lo horribles que son. Pero había un hombre, uno qué vivía matando a pocos para salvar a muchos, todo en función a sus sueños y ideales a...