Sakura Tohsaka recordaba muy poco de su vida antes de ser una Matou, pero en esos fragmentos distorsionados de su memoria, aún conservaba destellos de lo que una vez fue su hogar. La mansión Tohsaka, con su arquitectura elegante y refinada, siempre le había parecido un lugar lleno de secretos. Su padre, Tokiomi Tohsaka, era una figura distante, severa y orgullosa, siempre preocupado por las responsabilidades que su apellido conllevaba. Su madre, Aoi, era un enigma de serenidad, y su hermana, Rin, era la niña perfecta: fuerte, decidida, todo lo que una Tohsaka debía ser. Rin era el sol alrededor del cual giraba toda la familia, y Sakura, pequeña y frágil, era una sombra difusa a su lado.
Sakura había sentido una extraña mezcla de admiración y celos hacia su hermana mayor. Rin siempre recibía la atención, las lecciones, los elogios. Sakura, por el contrario, estaba allí para observar desde lejos, invisible, sin saber realmente cuál era su lugar en el mundo. Pero todo cambió cuando un día, su padre la llamó a su estudio. Su rostro era inescrutable, como si estuviera a punto de entregarle una sentencia. Ella tenía cinco años.
—Sakura, querida —. Comenzó Tokiomi con una voz que intentaba ser amable.
—eres muy especial, ¿lo sabes?
Sakura, nerviosa, solo asintió. No entendía por qué la habían llamado allí.
—Eres parte de algo grande, algo más allá de nuestra comprensión —. Continuó Tokiomi.
—Y para cumplir con nuestro deber, con el deber de los Tohsaka, he decidido que es mejor que vivas con otra familia.
La pequeña Sakura no comprendió el peso de esas palabras. Solo sintió una punzada de confusión. Miró a su madre en busca de respuestas, pero Aoi simplemente miraba al suelo, sin decir nada. En su lugar, fue Rin quien rompió el silencio.
—¿Por qué, padre? ¿Por qué Sakura tiene que irse?
La pregunta de Rin quedó suspendida en el aire, sin respuesta. Tokiomi solo miró a su hija mayor con severidad.
—Es necesario para preservar el linaje de los magos. Los Matou necesitan un heredero adecuado, y Sakura les será útil.
Aún con la poca comprensión de lo que esas palabras significaban, Sakura sintió el frío en su interior. Rin se giró hacia ella, sus ojos llenos de algo parecido a la compasión, o quizás solo pena. "¿Por qué?", se preguntaba Sakura. "¿Por qué no yo, por qué no puede ser otra persona?".
Días después, Sakura fue entregada a Zouken Matou. Recordaba la figura encorvada del anciano, con ojos que eran pozos oscuros de avaricia. La casa de los Matou no tenía la luz y el calor que recordaba de su hogar. Era fría, con paredes que parecían respirar, como si estuvieran vivas, observándola.
Los primeros días en la casa Matou fueron un torbellino de sensaciones que la niña no podía entender. La oscuridad se arrastraba por cada rincón, y las sombras parecían cobrar vida en la penumbra. Zouken la miraba con una sonrisa que nunca llegaba a sus ojos, y su voz era como el susurro de hojas secas en el viento.
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Fate/Stay Night: El héroe vive
FantasíaLa cuarta guerra del santo grial dejó consecuencias devastadoras, las suficientes como para no ser nombradas por lo horribles que son. Pero había un hombre, uno qué vivía matando a pocos para salvar a muchos, todo en función a sus sueños y ideales a...