capítulo 4- la confesión

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10 de octubre del 20..

Mishua

Unas semanas antes de mi cumpleaños, me dejé de hablar con Keyber. No me molestó porque sabía que nuestras conversaciones eran muy repetitivas. También me daban muchos nervios hablarle en la escuela y siempre me escondía de él, ya que cuando hablaba con él me ponía roja. Era porque sus ojos me miraban o me decía cosas bonitas, sabiendo que tenía novia. Él decía que era fiel. Yo, con esto que había pasado en estos días de conocernos, de comenzar a agarrar cariño, pensé que había destruido su relación. Si yo fuera Keyber, también me hubiera alejado de mí, porque sé que no soy muy importante...

En ese tiempo que no hablamos, empecé a tener más amigos, bueno, me llevaba con todo mi salón, en especial con una chica llamada Melany. Era una chica reservada al inicio. Tuve problemas con Thaylia porque pensó que la había reemplazado. Cuando ella tenía muchas amigas más, entre ellas una que me caía muy mal, se llamaba Tammy. Era muy odiosa, quería atención, decía estar mala de todo para que les hicieran caso. Por suerte, yo nunca caí en sus mentiras. Ella fue el inicio de una pelea entre yo y Thaylia. Esto acabó bien, pero cada semana teníamos problemas. Lo bueno es que siempre terminábamos unidas. Sabía que no era muy sano, pero lo dejé pasar.

26 de noviembre del 20..

N

o recibí su mensaje o alguna señal de el.

27 de noviembre del 2020

Mishua

Se suponía que me festegarían mi cumpleaños un día anterior, pero decidieron cambiar la fecha para hoy. Keyber me seguía sin hablar. Yo nunca le mandé mensaje por no sonar necesitada de atención. A mi fiesta solo invité a una persona, era Thaylia. También quería invitar a Keyber, pero sería raro. Pensaría mi familia que era mi novio. Mientras comíamos algo, a Thaylia se le ocurrió una idea: confesarle a Keyber todos mis sentimientos hacia él. Yo acepté y empecé a escribir un mensaje de texto, uno muy largo. Thaylia se lo mandó, y él, cuando lo vio, no dudó en llamarme.

Me dijo–Hola, ya no hablas–También mandó la foto de mi confesión con signos de interrogación. Y me preguntó si no sabía que ya no tenía novia desde hace una semana– Me puse a pensar: ¿por mi culpa terminaron o qué pasó? ¿Se enteró?

Empezamos a platicar– keyber preguntó si era verdad lo que confesé y por qué no le dije– Yo le dije que sí era verdad y no se lo decía por miedo a distanciarnos. Pregunté– ¿Estamos bien?–Él contestó– Sí, estamos bien, y como tú dices, podemos ser más que amigos, pero que lo tenía que esperar porque estaba pasando por algo.


No te preocupes, lo entiendo  romper con tu novia podía ser doloroso–Él contestó con algo de configuración –que no era por eso, era porque su abuelita había muerto–Le dije apenada– que lo sentía mucho y que sabía que no era muy fácil superar una muerte así–Él contestó con una voz desolada–Pero seguiremos avanzando, esto no nos tiene que detener, aunque duela mucho– Me sorprendió la manera en que dijo, sé que él era fuerte, pero la situación, como yo la veía, no me lo esperaba–su voz volvia–la vida sigue, pero los recuerdos quedan– Yo pensaba que los recuerdos son solo eso, recuerdos, pero que también duelen y que si te aferras a ellos, nunca sanarán. Tienes que ayudar al tiempo para que, cuando los recuerdes, ya no duelan.


Platicamos toda la noche y nos despedimos como siempre, solo que esta vez cambió un poco:

Keyber: –Buenas noches. Descansa. Sueña bonito. Hasta mañana...
Te quiero.

Me dijo te quiero, pero con una voz extraña, nunca lo había escuchado con esa voz.

Diane: –Hasta mañana. Igualmente. Buenas noches. Mañana nos vemos. Sueña con los angelitos...

Yo te quiero más.

Y con ese mensaje me dormí con muchas ilusiones creadas en esa noche, todas esas promesas que algún día serían cumplidas, porque así lo tomé.

Hilos Entreazados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora