Jabón

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No quiere actuar como un tonto. Yosano tenía razón, ambos son adultos. Ambos tienen la capacidad de llevar una conversación normal.

Puede hacerlo. En lo absoluto sus manos sudan. No siente esa pesada esfera de hierro en la garganta apelmazando sus palabras.

No está nervioso.

-Cuando éramos niños descubrimos que con jabón las cosas deslizaban mejor. Así que decidimos embadurnar una cuerda de jabón para jugar a jalarla después. Éramos niños y nadie sospechaba que era mala idea que a cada extremo nos amarráramos para poder alargar el juego hasta que finalmente un grupo se rindiera. Nos amáramos, pero en cuanto comenzamos a jalar descubrimos que los nudos que habíamos hecho se estaban corriendo, al principio fue interesante. Pero a medida que jalábamos los nudos se apretaban más y más contra nuestras cinturas. No sabíamos qué hacer, y aunque alguien gritara que nos detuviéramos nadie le haría caso, era demasiada la euforia del momento para dejarse vencer por un inconveniente sin importancia. Entonces, seguimos y seguimos aunque la cuerda comenzaba a hacernos daño y dolía. Solo nos detuvimos cuando alguno gritó con demasiada fuerza y otros como liberándose por el grito empezaron a llorar. El jabón desliza bastante bien, pero como ya habíamos apretado demasiado los nudos no nos fue fácil desprendernos de los amarres hasta que alguien llegó con unas tijeras. No fue una experiencia agradable.

Termina su historia sintiéndose sudar a mares. Mientras contaba la historia la cara de interés de Dazai cambió cinco veces de expresión, cada una agravándose mientras contaba lo ocurrido, la primera fue cuando dejó de lado una taza de café interesado en el desarrollo de los hechos, pero en cuanto avanzaba su cara expresaba cada vez más sorpresa ante la la negligencia adulta y la creatividad de los niños. Con su conclusión solo le regala una sonrisa con cierta maldad.

-¿Me estás contando esto para prevenirme de los riesgos del jabón o para motivarme a utilizarlo como método de suicidio, Atsushi-kun?

La pregunta lo deja en blanco. Ni siquiera él es capaz de decir porque se lo ha contado. Simplemente le pareció acorde considerando la personalidad del mayor y sus ansias de morir. La pregunta golpea su cerebro.

-N-no le gusta el dolor- dice tartamudeando- así que no creo que sea bueno intentarlo.

Dazai solo puede soltar una carcajada encantado con la respuesta.

-Pero con una cuerda al cuello el dolor no es nada, Atsushi-kun. En realidad solo es un tirón que rompe el cuello. Es una muerte rápida. Los contras son que si no haces bien el nudo puedes caerte antes de que se te rompa el cuello, o que la cuerda no deslice bien, o que el ligar al que te amarraste se rompa y te caigas- suspira decepcionado- tiene demasiados contras para intentarlo. Pero con tu consejo puede que me motive a hacerlo.

-No lo haga, Dazai-san. También puede ocurrir que la cuerda se rompa.

Ese argumento desmotiva al mayor.

-Nada es perfecto, es una completa lástima.

-No es una lástima- dice para sí sintiéndose aliviado de despejar la idea de la mente de su superior- además, considerando sus criterios, es un método muy "antiestético".

La mirada de Dazai parece brillar y se recarga sobre la mesa apoyando su rostro sobre su mano.

-Vaya Atsushi-kun, ¿desde cuando te volviste tan bueno evaluando pros y contras de los suicidios?

-Para mí no hay ningún pro, Dazai-san, pero solo escucho lo que dice.

Sus ojos caobas parecen cambian de tono, todo su rostro se ilumina, y aunque es un acto que solo dura un segundo lo atesoro en su memoria durante una eternidad efímera. Su sistema nervioso se estremece de placer al obtener ese tipo de respuesta. ¿Qué acaba de pasar? No lo sabe, pero se siente satisfecho, sus nervios se disuelven. Al final para disimular aquello que acaba de ocurrir Dazai vuelve a sonreír con la misma maldad que antes.

-Qué considerado. Cuando tenga una idea en mente serás la primero que se la platique, Atsushi-kun. Parece que entiendes muy bien el estilo que busco.

-Algo que no duela pero que tenga esencia estética- le dice cuestionándose si hay algo estético en un suicidio. Debe investigar al respecto- No creo que algo así exista.

El mayor se limita a sonreír de medio lado, como diciéndole que es algo que descubrirán juntos. Juntos. La palabra le hace estremecer.

-Es la primera vez que me cuentas algo de tu infancia- menciona con tranquilidad.

Una tranquilidad que no se le trasmite. En su interior algo vuelve a revolverse en una angustia casi irreal.

-No tengo mucho que contar- dice a media voz, con temor de que Dazai le diga que sus memorias son demasiado tristes para su gusto.

Teme ese rechazo, aunque lo entiende. A nadie le gusta escuchar sobre cómo alguien sufrió de niño. Pero el castaño dulcifica su sonrisa, sus ojos también parecen volverse extrañamente amables.

-Aunque no tengas mucho que decir es bueno verte hablar al respecto.

Una sonrisa torpe se forma en su rostro. Las palabras de Dazai calientan un rincón de sí que estaba abandonado y le causaba vergüenza. Se siente feliz.

-Gracias, Dazai-san.

Sus cejas se elevan en un aire de desconcierto que de inmediato relaja.

-No tienes que agradecer nada, Atsushi-kun.

Tiene una vida entera que agradecer. Y le gustaría en ese momento decirle a Dazai que puede decirle cualquier cosa, que quiere escucharlo, pero no se atreve. Aún no se siente digno de penetrar en aquello que Dazai no le ha contado a nadie. Pero está bien. Todo está bien cuando el castaño lo mira de esa manera.

-Me dio una nueva oportunidad de ver las cosas- menciona bajando la cabeza, sintiendo sus mejillas arder- sin usted no estaría aquí.

Dazai suelta una risa, aligerando su propia tensión, lo ve de reojo, sus mejillas también están rojas. También está azorado.

-Y llegué a tiempo, no quiero pensar que habría sido de ti si te dejo jugar con jabón y cuerdas viejas. Porque algo me dice que fuiste tú el autor intelectual de ese juego ¿me equivoco?

-No- responde avergonzado- pero no fui el único en llevarlo acabo.

-Eso no te justifica. Desde niño tenías algo de suicida.

Ese comentario no le parece hecho a la ligera, pero no tiende qué implicaciones pueda tener. Solo acierta a sonreír.

-No es cierto. Sólo que usted ve suicidio en todo.

El mayor suspira con un aire de decepción que se desvanece con una sonrisa que le hace temblar hasta los nervios.

-Cuando encontremos un lindo suicidio sin dolor y estético hazlo conmigo, Atsushi-kun.

Se ríe.

-¿Eso no es algo que le propondría a una mujer muy atractiva, Dazai-san? Además que sigo dudando que encontremos algo así. Lo estético suele ser doloroso.

-Mi inocente, Atsushi-kun- suspira el mayor como rindiéndose en algo- lo encontraremos.

•••

Kunikida tiene que bajar por ellos dos después de un rato. Él mismo se asombra al ver la hora en el reloj. ¿Cómo fue que terminaron hablando más de dos horas sin que ninguno se diera cuenta? Debió notar los cambios de luz, esa transición de amarillo brillante a naranjo cálido. Y tal vez lo notó, pero en lugar de enfocarse en el pasar del tiempo se dentro en las sombras que adquiría el rostro de Dazai ante el cambio de luz. Su piel cálida se tornaba más amable con el paso de la tarde, amable en el sentido de que parecía invitarlo a tocarlo, a fingir demencia y fingir roces absurdos para mantener el contacto.

Y así en un ligero coqueteo la tarde se les había pasado rápidamente. Ahora el rubio los arrastraba a la oficina amenazándolos con horas extras no pagadas. Era triste esa tarea documental, pero mientras lo subían a arrastras Dazai se deslizó hasta su lado y le musitó al oído.

-No te preocupes, Atsushi-kun. Traje un par de películas que tenía que devolver.

Sin pretenderlo hizo dos pasos de la lista que Yosano le había entregado. Solo pudo sonreírle al mayor en un silencio cómplice.

¿Cómo conquistar a un chico California? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora