Capítulo 2.

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Letargo, aburrimiento y somnolencia. Esas eran las expectativas de 'jubilación' de Roger desde el momento en el que decidió disolver su tripulación. Poder vivir con Rouge, aunque tentador, no era nada comparado con la libertad que brindan los mares. Una vez que bajas del barco, tu vida se acaba. Por suerte para él, ese final parece tener una o dos curvas que lo han llevado mucho más lejos de lo que esperaba llegar.

Roger mira a su amante acariciar la carita del joven Momonosuke y luego sonreírle a la bebé Hiyori, a quienes Roger no ve desde que Toki se vio obligada a quedarse en tierra. La sonrisa amorosa que Rouge le dedica a los dos niños derrite el duro corazón del proclamado Rey de los Piratas. Imaginarla como madre de su bebé, vertiendo todo su tiempo, bondad y cariño en el fruto del amor entre los dos, hace que Roger quiera volverse loco.

—Así que una amante —dice Rayleigh a su lado, codo con codo como en los viejos tiempos.

El hecho de que ni siquiera su más leal compañero supiera de la existencia de Rouge puede ser tanto una bendición como una mala señal. Roger decide no profundizar en ese pensamiento.

—Veintidós años, Ray, ¿cómo te ha tratado la vida? —responde ignorando la pregunta implícita.

Su amigo suelta una risita contenida por la descarada evasión. Ambos miran en dirección al lago, que dibuja lentamente una imagen en su superficie.

—¿Importa? Veinte años no son nada para un hombre viejo como yo. Lo que deberías preguntarte es por las nuevas generaciones —dice el hombre crípticamente, haciéndole un gesto a Shanks para que se acerque a ellos.

El orgullo burbujea dentro del Rey de los Piratas de una forma que no recuerda haber sentido antes cada vez que mira al pelirrojo. La última vez que lo vio, era un adolescente llorón que creía ser lo suficientemente valiente como para ser un temible pirata. Roger lo vio crecer durante quince años. Ver a su yo adulto, sin duda un capitán por derecho propio, es más de lo que podría haber pedido.

—Capitán Roger —saluda Shanks cuando llega a su lado—. Esta es mi tripulación.

Señala a un grupo que mantiene una respetuosa distancia con ellos. Roger mira a los que deben ser sus primeros oficiales uno a uno, satisfecho con lo que encuentra en sus expresiones y posturas. Quiere preguntar acerca de Buggy, pero el pelirrojo no le da la oportunidad.

—Además, hay alguien a quien quiero que conozcas.

Rayleigh se echa a reír. Las cejas de Roger se arquean con curiosidad. Hay una burla en la punta de su lengua, seguramente relacionado con una amante, cuando el pelirrojo vuelve a hablar.

—Han pasado años desde que lo vi, pero no hay duda de que está aquí —Shanks sonríe lentamente y la horrible cicatriz triple de su ojo se arruga—. Y estar callado no es su estilo, así que lo verás pronto.

Eso deja a Roger con más preguntas que respuestas, pero su antiguo grumete da unos pasos hacia atrás para reunirse con su tripulación. Justo entonces, toda su atención va al lago.

El lago refleja las olas del mar, el color aguamarina tiñéndose de un oscuro índigo por las profundidades inexploradas del océano. El color se va aclarando conforme la imagen se acerca a una orilla repleta de barcos y botes, todos de diferentes tamaños y colores. El puerto está lleno de vida y, a medida que la imagen avanza, se ve que la ciudad está a rebosar.

—¡Es Loguetown! —exclama Roger reconociendo el lugar alegremente.

Por supuesto, él no es el único que reconoce las calles adoquinadas de Loguetown. Sin embargo, no muchos se atreverían a mencionarlo en frente del Rey de los Piratas por obvias razones.

La medicina de los tontos | Watching One PieceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora